Cornelia Street | Stucky

3. Mudanza y error

Las cajas se apilan formando un gran muro en la sala. El apartamento está casi vacío, a excepción de que ya están los muebles dispersos de ambos, que Bucky había llevado días atrás con ayuda de unos cargadores, a excepción de su propia cama que no tendría tiempo de traer hasta la siguiente semana.

Steve lleva las cajas frágiles y semipesadas al apartamento, pues Bucky se había negado a que lo ayudara con las cajas pesadas temiendo que su mejor amigo se lastimara.

El apartamento posee un piso de madera cálido, las paredes están ausentes de color alguno, hay alguna que otra gotera en las esquinas y las ventanas muestran una vista agradable de las calles de Nueva York.

Es un barrio común y corriente, no es tan pobre como en el que solían vivir, pero los lujos no los rodean. No lo creen necesario, ambos habían crecido sin muchas cosas y estaban acostumbrados. Mientras tuvieran comida en la mesa, uno que otro juego y una cama, todo estaba bien para ellos.

—Hogar, dulce hogar. –dice Bucky suspirando de agotamiento– Claro, sé que es muy pronto para llamarlo hogar, pero si no te sientes a gusto dímelo y haré lo que sea por recuperar el otro departamento. –concluye con una sonrisa y rascándose la nuca con nerviosismo.

—No creo que sea necesario, es... genial. –responde el rubio con una sonrisa –Bueno, si le falta pintura y un poco de orden pero creo que no es algo que no podamos hacer en estos días.

—El señor Miller me dio unos días libres para poner este agujero en orden, así que seré tu cocinero y ayudante de la limpieza por tres días. –dice el castaño apoyando orgulloso la mano derecha en la cintura.

— ¿En verdad? –el rubio alza el ceño por la impresión, que de alguna manera, a Bucky le resulta adorable– Gracias al cielo vas a poderme ayudar con el desayuno, la basura, la ropa, la...

—Oye Rogers para tu tren, dije que te ayudaría, no que sería tu esclavo.

—Lo sé Buck, perdón me dejé llevar. –suelta una pequeña risita.

—Idiota. –le responde el castaño riendo igual.

—Natasha me dijo que quiere venir a ayudarnos a organizar un poco y a cenar después y no pude decirle que no, ¿está bien?

—Oh, no hay problema, entre más ayuda mejor. Además, sería bueno que nos ayudara a escoger el color de las paredes, no somos muy buenos con la moda y esas cosas después de todo.

— ¿Oye acaso todavía tú y ella...? –pregunta Steve, dejando al aire la pregunta y mirando a Barnes de una manera curiosa.

Nadie culpaba a Steve en pensar así de Natasha, pues la verdad es una de las mujeres más hermosas que ha visto y al parecer muchos chicos de Brooklyn piensan lo mismo.

Cabello de un tono naranja rojizo como el amanecer, esos ojos azules con verde que aunque parecen fríos para muchos, solo irradian calidez y seguridad, un hermoso cuerpo de una bien entrenada bailarina de ballet profesional, una fuerte y segura personalidad, y una bella sonrisa que derrite a muchos de los hombres que la ven pasar.

—Oh por Dios, no. –rueda los ojos con desagrado– Natasha fue una gran novia, lo admito, pero eso fue cuando teníamos catorce, madura Steve. Ahora es solo una amiga, nada ha pasado entre nosotros desde entonces.

Bucky y Natasha habían salido un año durante la secundaria. Ambos eran amigos desde primer grado de secundaria, pero Bucky no le presentó a Natasha y tampoco habló de ella hasta que empezaron a salir.

Sus padres se volvieron mejores amigos, por lo que Natasha y Bucky se veían seguido en eventos sociales, pero no fue hasta "La Gran Depresión" y el inicio de otros conflictos, cuando su padre regresó a Rusia para atender unos asuntos familiares y su padre murió en un accidente, dejándola en adopción con otra familia en Nueva York.