27. De nuevo en casa

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Steve sube casi tropezando las escaleras del edificio que una vez llamó hogar, después de haber corrido kilómetros desde las oficinas de la SSR. Su respiración es algo errática y el sudor recorre su frente, pero nada de eso le importa cuando está a pocos pasos de volver a ver a Bucky.

Cuando llega a la puerta se detiene un momento antes de tocar y desde afuera, puede escuchar la voz de Becky y Natasha gritando. Algo extrañado, toca la puerta fuertemente para ser escuchado y la discusión que aparentemente tenían se detiene.

— ¡Steve! -abre la puerta Natasha recibiendo al rubio con un abrazo y una expresión de sorpresa en su rostro- Oh, Dios. ¡Finalmente eres más alto que yo!

Steve ríe ante la reacción de su amiga y procede a abrazarla de nuevo.

—Te extrañé mucho, Nat.

—Yo también idiota. ¡Me tenías preocupada! Todo lo que hemos visto en televisión es aún difícil de creer que haya sido posible por nuestro frágil Steve. -ríe con nostalgia.

—Lo siento Nat. Creo que si ayudé en algo después de todo. -le devuelve la sonrisa con orgullo.

Después de su pequeña charla, Becky aparece al lado de la pelirroja y sin pensarlo y con lágrimas en los ojos, se acerca al rubio para envolverlo en un emocionado y desesperado abrazo.

—¡Steve! -chilla emocionada separándose de Rogers- Dios, te estuve llamando todo este tiempo pero solo colgaban mis llamadas.

Steve puede sentir el enojo recorriendo sus venas. ¿Quién le había hecho eso? La culpa ante la tristeza de su joven amiga lo aqueja y vuelve a abrazar ahora más fuerte a la castaña.

—Yo no sabía que habías llamado. -la observa con vergüenza- Haré que despidan a quien lo haya hecho, perdóname Becky. -articula, acariciando delicadamente su cabeza.

—Descuida. -murmura Becky consolando al rubio para luego separarse- Es bueno volver a tenerte aquí, le vas a hacer de mucha ayuda.

— ¿Dónde está? -pregunta Rogers quedamente con la ansiedad creciendo en su pecho.

Becky suspira consternada, y deja entrar al rubio en silencio.

—Se encerró en su habitación. Natasha estaba tratando de platicar con él y yo lavaba los trastos. Todo estaba bien pero luego y-yo... por accidente se me cayó un plato, lo asusté, y salió corriendo a encerrarse. -su voz se entrecorta y las lágrimas vuelven a salir pero ahora más rápido -Hemos estado 30 minutos tratando de sacarlo de ahí pero no contesta y temo que le haya pasado algo.

Steve traga con dureza el nudo en su garganta y observa a lo lejos la puerta de la habitación de Bucky con temor.

—Déjenos solos, hablaré con él. -murmura Steve con mirada seria.

— ¿Seguro que no necesitas ayuda? -cuestiona Becky con preocupación.

—No. Estaremos bien, lo prometo.

Finalizan la plática intercambiando miradas inseguras, y Natasha y Becky salen de la casa con poca confianza. Cuando por fin salen del apartamento, Steve se dirige a pasos lentos a la puerta.

—Bucky, abre por favor. -susurra Steve con dulzura pegado a la puerta acariciando la madera y con la mano en el picaporte asegurado.

No se escucha ni un solo ruido del otro lado, haciendo que el corazón de Steve empiece a latir más rápido. Sin obtener una respuesta, Steve no lo piensa dos veces y con su nueva fuerza, truena el cerrojo para poder abrir la puerta finalmente.

La primera impresión que tiene de él hace que su corazón se estruje. Bucky está sentado en la orilla de la cama con la mirada perdida hacia el frente, vestido con una playera blanca de tirantes, un boxer y los pies descalzos tocando el frío suelo amaderado. Su cabello es largo cubriéndole el cuello, nota la gran y dolorosa cicatriz en su brazo izquierdo que ahora es de un extraño metal brillante y fuerte. Steve nota el pequeño temblor en sus manos y solamente puede pelear con sus ganas de correr a abrazarlo.

Cornelia Street | StuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora