31. Dudas corrosivas

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Los labios de Steve atacan los de Bucky una vez más mientras el castaño acaricia su rostro con ambas manos, provocándole un escalofrío al más alto por el contacto del metal de la mano de Barnes contra su piel.

La habitación de James se ha vuelto a calentar por la apasionada sesión de besos de ambos, y la desesperación de Steve por hacer algo más le recorre el cuerpo.

Becky regresará en la mañana finalmente a casa y Steve obviamente no iba a dejar pasar la oportunidad de estar al lado de Bucky por una última noche antes de que las cosas vuelvan a normalizarse.

Aunque por el otro lado, a Bucky le ha dolido el corazón durante toda la semana tras ver a Steve marcharse todas las noches después de cada beso compartido.

O hasta incluso más que besos.

Le ha rogado todas las noches a que acceda quedarse con él pero ninguna de ellas ha resultado como quiere, sin embargo, hay algo raro que ha notado cuando se acerca abrazarlo.

Presiente que Steve ve a otra persona.

Lo supo cuando al siguiente día después de su primer beso en mucho tiempo, la camisa de Steve olía ligeramente a un perfume distinto que el día anterior. A algo más dulce.

Sus pensamientos retornan a las mujeres en televisión alteradas por ver al Capitán América afuera de cada uno de sus eventos y se pregunta si Steve ha encontrado a alguien allá afuera que haya podido reemplazar su compañía mientras estaba en la guerra.

—Steve. -susurra Bucky rompiendo el beso mientras intenta recuperar la respiración de nuevo.

— ¿Por qué te detienes? ¿Qué sucede? -cuestiona Steve mirándolo con pupilas dilatadas.

— ¿Me amas?

La mente de Steve tiene un deja vú tras su pregunta y sus ojos conectan con los grises suplicantes de su compañero.

—Lo hago, Buck. -responde Steve con voz suave.

— ¿Entonces por qué nunca te quedas conmigo? ¿No te gusta estar aquí?

—Bucky-

—No, Steve. Necesito la verdad. ¿Hay algo que no hago bien? ¿Soy yo?

—No, Bucky. Por supuesto que no. Es solo que... no estoy acostumbrado a quedarme aquí desde que me fui, es todo.

Bucky lo observa mientras responde. Sabe que miente.

—Éste era nuestro hogar antes de separarnos. Tú accediste a vivir conmigo.

El silencio se instala entre ambos y Bucky siente las lágrimas acumularse en sus ojos por sexta vez en la semana.

—Hay alguien más contigo, ¿no es así? -pregunta el ojigris con voz temblorosa.

— ¿De qué hablas, Bucky?

—Nunca quieres quedarte conmigo. Siempre tienes prisa por irte y cada que te beso... siento que... tú no estás presente del todo, algo te preocupa. -reclama con frustración, llorando.

—No. Bucky, no. No hay nadie más, lo prome-

—No me mientas, por favor Steve.

—No te miento. -afirma barriendo las lágrimas del otro súper soldado con sus pulgares- No hay nadie más aparte de ti. Jamás lo ha habido en todos estos años. Tú siempre has sido mi todo Bucky, nadie allá afuera se compara contigo.

—Entonces quédate, por favor. Solo una vez, quédate conmigo. Demuéstrame que eres mío todavía, por favor. -suplica James entre sollozos.

—Lo soy. Lo soy Bucky. Siempre lo he sido. -finaliza Steve dejando besos por todo el rostro húmedo y rojo del castaño.

Cornelia Street | StuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora