3 capítulo

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Seira amaneció adolorida, a penas podía levantarse de la cama, cada vez que lo intentaba volvía a caer.

Su padre había ido demasiado lejos aquel día, pensó que iba a dejarla sin poder caminar, sin embargo, tenía un cuerpo fuerte, gracias a su entrenamiento podía decir con seguridad que se había salvado de lesiones graves.

Bajó las escaleras y miró a ambos lados para comprobar que su padre no estaba allí. Avanzó hasta la cocina y encontró una nota encima de un sándwich.

"Siento mucho todo lo ocurrido pequeña, come bien, tienes que recuperarte"

Apretó la nota en la palma de su mano, arrugandola. Recordó los días felices, los días en los que solía salir con su padre y su hermano al cine los fines de semana. Recordó como solía pelear con su hermano por llevar el bol de palomitas y como su padre se sentaba en medio para que no peleasen.

Su situación no siempre fue así, al menos no cuando su hermano estaba vivo. Su madre siempre estaba en casa, tenían problemas típicos de cualquier familia, pero nada que no pudiese solucionarse, sin embargo, cuando, Haruto, su hermano murió, todo se volvió una pesadilla.

Su padre era policía, aquella noche le dieron el aviso de que unas pandillas andaban montando jaleo en la parte sur de la ciudad. Dos compañeros y él fueron a inspeccionar la zona, cuando llegaron a penas quedaba nadie, pero pudo ver con claridad el cuerpo de su hijo en el suelo, estaba sangrando y no se movía.

A su lado se encontraba un joven de cabello negro y descuidado que trataba de parar la hemorragia haciendo presión con sus manos. Lo había apuñalado el líder de la pandilla contraría.

Su padre empujó con fuerza al joven de pelo azabache y llevó a su hijo a urgencias, no consiguieron salvarlo.

Seira pasó un mes encerrada en su habitación, no paraba de pensar en todos los insultos que le dijo la noche anterior al incidente, tenía ataques de ansiedad tan fuertes que a penas podía respirar con normalidad. La sombra de su hermano la perseguía, las últimas palabras que le dijo se quedaron grabadas  "púdrete, vas a morir si sigues así"

Por otro lado, su padre nunca estaba en casa, su madre y ella no sabían a donde iba, ninguna de las dos tenía mucho tiempo para pensarlo. Los primeros días simplemente volvía algo borracho, discutía con su madre y en algún momento caía dormido.

Su madre tampoco estaba mucho mejor, los antidepresivos no la dejaban pensar con claridad, se pasaba el día drogada.

La cosa comenzó a decaer cada vez más. Su padre comenzó a volverse violento, al principio eran empujones y al final terminaron siendo golpes con barras de metal o patadas.

Su madre huía y pasaba algunas noches en casa de alguna amiga, pero Seira no tenía a donde huir, no tenía con quién quedarse ni a quien contarle el infierno por el que pasaba. Muchas noches observaba la foto de su hermano en silencio, ella sabía la clase de personas con las que se juntaba, muchas noches, cuando sus padres dormían, llegaba de madrugada con golpes y heridas y le pedía a Seira que no dijese nada.

La de ojos azules siempre le repetía que no entendía como podía gustarle aquel estilo de vida, él le sonreía y revolvía el cabello

" Ya lo entenderás " solía responderla con una sonrisa. ¿Qué había que entender? Se preguntaba todas las noches llorandole a su recuerdo.

Volvió a mirar la nota y la tiró a la basura cogiendo el sándwich y saliendo de casa. Tenía que andar veinte minutos hasta la escuela, una verdadera tortura cuando tenía tantas heridas.

Comenzó a andar cojeando, tratando de hacerlo lo mejor posible, llegó a un callejón que solía frecuentar debido a que era un verdadero atajo para llegar a su escuela, sin embargo justo al doblar la esquina, alguien la agarró por la espalda y tapó su boca.

Seira no veía quién era, en un rápido movimiento golpeó el estómago de su atacante con el codo y cuando la hubo soltado lo tiró al suelo para posicionarse encima de él.

Al ver quién era se quedó de piedra, y se levantó rápidamente:

- Mikey ¿Que haces aquí?

El contrario sonrió y se levantó del suelo sacudiendo sus ropas:

- Me escapé de Ken-chin, el no quería que viniese a por ti, dijo algo sobre acoso y que te haría sentir incómoda, Ken-chin no tiene ni idea - agarró su muñeca como la vez pasada - vamos a algún sitio a divertirnos

Seira se soltó de su agarre, Mikey dirigió su mirada a las piernas de la chica, la falda cubría la mayoría de las heridas, sin embargo, dejaba algunos moratones visibles. La pegó a la pared y su mirada cambió radicalmente:

- ¿Quién te hizo esto?

La pelinegra forcejeó hasta que consiguió librarse de él:

- No es nada, simplemente son golpes de mi clase de judo - mintió

El rubio la soltó y la chica rezó para que su patética excusa fuese dada por válida:

- De cualquier modo vamos a comer algo, me muero de hambre - volvió a decir alegre el chico - deberías tener más cuidado

- Tengo que ir a clase, si no voy tendré problemas, no puedo quedarme a jugar contigo

El de ojos color azabache arrastró a la chica hasta su moto y la obligó a montarse:

- Puedes ir a clases mañana, vamos a jugar un rato

Seira se subió en la moto justo detrás de él, Mikey la obligó a agarrarlo y le prestó su casco. Tenía miedo, nunca se había saltado ninguna clase, pero secretamente estaba feliz, nunca había salido con nadie, no tenía amigos así que aquello era lo más parecido que conocía.

Fueron hasta una hamburgeseria a las afueras, Mikey entró corriendo como si fuese un niño pequeño y Seira se quedó afuera observando el lugar.

Justo en ese momento un grupo de chicos pasó por al lado suyo:

- Kisaki, deberías ...

Aquello fue lo único que escuchó de la conversación, se giró rápidamente y observó al sujeto de en medio, solo alcanzó a ver si espalda, mordió su lengua y suspiró, debía estar volviendose loca, sin añadir una palabra entró en el local siguiendo a Mikey.

Blue Fire (Tokyo revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora