17 capítulo

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Kisaki miró con odio a Hanma y este simplemente le devolvió un guiño. Seira soltó un suspiro pesado, era la quinta vez que perdía clases aquel mes.

Llegaron a una especie de arcade abandonado, Hanma levantó la persiana del local y le hizo un gesto para que entrase.

Allí se encontraban varias personas con el mismo uniforme, una chaqueta blanca con un ángel sin cabeza y el nombre de la banda "valhalla"

Al entrar varios ojos se posaron en ella como si fuese un pequeño conejo a punto de ser devorado, sin embargo, había unos en especial que le pusieron la piel de gallina.

Giró sobre sus talones y se encontró con él de frente, un chico de estatura mediana y delgado, su cabello cortado a capas era negro y tenía mechones rubios. Sus grandes ojos de color amarillo sostenían su mirada de forma letal y el tatuaje de un tigre en el lado derecho del cuello le daba un aspecto un tanto psicótico.

Al contrario de lo que se podía imaginar, le dirigió una sonrisa con aparente "cordialidad" y se sentó encima de una de las máquinas tirada en el suelo con las piernas abiertas. Aquella sonrisa no iba con buenas intenciones, pero la chica simplemente no quiso entrar en su juego.

Seira cogió aire para calmarse e imitó el acto del contrario, Hanma se sentó a su lado, sin embargo, Kisaki golpeó la espalda del más alto obligándolo a apartarse para sentarse al lado de la chica:

- Bien, esta es Seira, será nuestra infiltrada en la Toman, ella es la protegida de Mikey así que jugamos con ventaja.

La ojiazul tragó saliva de forma pesada, el sujeto del tatuaje del tigre la miraba con detenimiento y habló:

- No creo que está niña esté calificada para ello, ni siquiera duraría mucho en una pelea, ¿qué tiene de especial para que Mikey la acoja?

Kisaki la miró de reojo y Hanma reprimió una risa tapando su boca con ambas manos y recordando como fue capaz de tumbarlo en unos segundos sin pensarlo dos veces.

La vena en la cabeza de la pelinegra se hinchó, estaba enfadada, no era la primera vez que escuchaba aquel tipo de cosas. Sus profesores de artes marciales, desde que ella era pequeña la habían menospreciado y puesto por debajo de sus compañeros, no llevaba buen día y no estaba dispuesta a ser humillada:

- Y yo creo que deberías cerrar la boca, asegúrate que puedes con tu oponente antes de retarlo

El lugar se llenó de risas, Kisaki era el único que mantenía su expresión neutra junto a Kazutora:

-  Kazutora, mantente al margen de esto - ordenó el de gafas

La chica movía su pie con nerviosismo mientras Kisaki explicaba el plan, a decir verdad no escuchaba lo que el chico decía, pero estaba allí para ganarse su favor en caso de necesitar volver al futuro.

Estaba enfadada, aquel pelinegro había conseguido sacarla de sus casillas sin mucho esfuerzo:

- ¿Alguna pregunta?

Seira salió de su ensimismamiento al escuchar su voz, este giró su cabeza y la miró a los ojos:

- Si algo de esto sale de aquí sabré que has sido tú, más te vale andar con cuidado - susurró en tu oído con malicia

Sus azules ojos se encontraron con los ámbar de Kazutora, este esbozó una media sonrisa en señal de burla y todos comenzaron a salir del lugar dada por terminada la charla.

Seira salió detrás del chico del tatuaje del tigre y lo cogió del cuello de la chaqueta:

- ¿Qué problema tienes?

El chico abrió los ojos sorprendido y cambiando de lugares pegó a la chica a la pared en señal de amenaza:

- No te pegues a mi, me dan asco las de tu estilo

La mano de Seira de fue cerrando poco a poco llena de furia, su padre le había dicho lo mismo en varias ocasiones, bajó la mirada:

- ¿Y cuáles son las de mi estilo? - soltó con rabia

Kazutora se acercó a ella, colocando ambos brazos a los lados de su cabeza:

- Niñas buenas que no han tenido ninguna dificultad en su vida y se meten donde no las llaman, chicas que por meterse en un par de peleas se creen la gran cosa.

El puño de Seira fue a parar en su mejilla con todas sus fuerzas tumbandolo en el suelo y haciendo que su nariz sangrara, de su mejilla cayeron algunas lágrimas y el chico quedó totalmente impresionado, como si lo que tuviese en frente no fuese posible y hubiese visto un fantasma:

- Eres un trozo de mierda, si te vuelves a acercar a mi te dejo inválido

Después de decir aquello se fue de allí, no lloraba por pena, lloraba de rabia, siempre era menospreciada por los demás, por su padre, por sus profesores e incluso por sus compañeros. Recordó el mensaje de Mikey "eres fuerte " era la primera vez que alguien le decía eso.

Se limpió las lágrimas y pasó por una tienda de dulces, dentro había un pequeño pastel de fresas, recordó que era el favorito de Baji, el siempre traía uno para ella.

Miró su monedero, había ahorrado algo de trabajos esporádicos y tenía el suficiente para comprar aquella tarta. Entró, no lo pensó dos veces y se lo llevó con ella.

Decidió desviarse un poco del camino e ir a casa de Baji para pasar algo de tiempo con él. Tocó el timbre, nadie contestó, la chica frunció el ceño, la luz de la habitación del chico estaba prendida. Volvió a tocar y esta vez alguien abrió la puerta.

Era un chico de ojos color celeste y piel pálida, en su oreja izquierda llevaba un piercing y su cabello era rubio teñido. Sabías quién era, lo había visto en las reuniones de la Toman a pesar de nunca haber hablado con el, también aparecía en la foto que ella llevaba en el futuro:

- ¿Que buscas? - preguntó

- ¿Está Baji? quiero hablar con él

El contrario apartó la mirada con una expresión preocupada y cerró la puerta unos segundos, después de algunos minutos abrió la puerta el castaño.

Su mirada era gélida y su expresión dejó a Seira totalmente descolocada y aturdida:

- He tra-traido tarta, podemos comerla todos juntos - le costaba hablar

- Vete de aquí - recibió como respuesta

- Baji, es tarta de fresa, tú me dijiste que era tu favorita ... - cogió la caja entre sus manos y la alzó para que el contrario pudiese verla

- ¿No lo entiendes? He dicho que te largues, deja de ser tan molesta

De un golpe tiró la caja con el pastel dentro al suelo desperdiciandolo por completo. Seira quedó tan impresionada que no fue capaz de articular palabra. Trató de alcanzar el brazo del contrario, pero este cerró la puerta de un golpe dejándola fuera con aquel trozo de pastel tirado en el suelo.

Salió de allí corriendo, no sabía a donde iba, no sabía hacia donde huía, sin embargo, aquello la había dolido tanto que no le importaba, sentía rabia e impotencia, estaba enfadada y se sentía engañada.

En otro lugar, el chico de cabello largo volvía a abrir la puerta con cuidado y recogía aquel trozo destrozado, de lo que una vez fue una tarta de fresa.







Blue Fire (Tokyo revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora