25 capítulo

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Pasaron unos días, Seira mantuvo el contacto con Baji y este se disculpó por como le había tratado. Le explicó que al no querer envolverla en aquello no supo cómo tratar la situación. La chica por su parte le contó todo lo que sabía, omitiendo sus viajes en el tiempo y las cosas que pudiesen ponerle en peligro.

Gracias a Chifuyu Seira se enteró de que había sido expulsada de la Toman y que Kisaki había ocupado su puesto como líder de la sexta división a pesar de las quejas de algunos de sus subordinados, que querían seguir bajo su mando y que se habían acostumbrado a ella. No volvió a hablar con Mikey después de lo ocurrido, ni siquiera sabía cómo hacerle frente.

Seira fruncía el ceño mientras pensaba en alguna forma de solucionar las cosas sin tener que recurrir a hablar con el líder de la Toman, le daba miedo descubrir que pasaba algo, comenzaba a sospechar de que Kisaki no era el verdadero villano de la historia, había algo más, algo más grande que se le escapaba.

Chifuyu sorprendió a la chica colocando una lata de refresco en su mejilla:

- ¿En qué piensas? - preguntó sentándose a su lado y ofreciéndole la bebida

- Chifuyu - lo llamó

El rubio la miró a los ojos y levantó una ceja dándole paso para que hablase:

- ¿Le tenéis miedo a Mikey?

Aquella pregunta dejó al rubio de cuadros y con una expresión preocupada en el rostro:

- Puede que sí, es difícil de explicar, sin embargo, todos sentimos una gran devoción por él, todos darían su vida si Mikey lo pidiese

La chica bajó la mirada y pensó para sí misma "como en el un culto". Pensó en su yo del futuro. Estaba claro que había creado una especie de reinado del terror. La temían, admiraban y respetaban por el miedo que infundía, pero ninguno daría la vida por ella, ninguno la amaba como amaban a Mikey.

Apretó la lata en sus manos, no, lo que el líder de la Toman creaba era una dependencia, escogía gente rota y les daba un lugar al que pertenecer, alguien a quien acudir cuando tenían miedo. Les hacía sentirse imparables e invencibles y a su vez les hacía tener miedo de perderlo, de perder todos aquellos privilegios que habían conseguido a su lado... Quería segurarse de que no lo abandonasen.

Pegó un trago largo ante la atenta mirada de Chifuyu y se levantó de un salto. Poco a poco se acercaba la pelea de Valhalla y ella se presentaría como líder. Lo haría por Baji, al enterarse de su historia sentía que había cargado todo el peso y quería hacerle ver que podía contar con ella.

Sabía que todo el plan había sido elaborado por Kisaki, sin embargo, el peso en los hombros del pelinegro no venía de él. También quería proteger a Kazutora. Aquello la frustraba y le hacía querer golpearlo por arrastralo al infierno:

- Seira-san tus silencios me hacen preocuparme por ti - chifuyu interrumpió su agitada mente - Baji y tú sois iguales, ninguno sois capaces de pedir ayuda, siento que vivo todo en tercera persona y no soy capaz de ayudaros

Seira lo miró sonrojada y cerró los puños, sabía que tenía razón. Desde que Haruto murió ni siquiera era capaz de quejarse, sentía que no tenía derecho a hacerlo.

Alzando ambos brazos se dejó caer sobre Chifuyu y abrazándolo:

- Gracias por estar aquí conmigo - acarició su cabeza - estás haciendo todo lo que puedes, no te sientas culpable

El sol comenzó a caer y la chica se retiró a casa, llegó algunos minutos después de despedirse del rubio y abrió la puerta con cuidado. Recorrió el pasillo tratando de llegar a cocina cuando algo la detuvo, su padre estaba en el salón, tenía la tele puesta y una cerveza sobre la mesa. En la tele daban las noticias, asesinatos y robos.

Todo el lugar apestaba a alchol, pero estaba aparentemente tranquilo. Seira dudaba entre volver a salir de la casa en silencio o simplemente correr a su habitación:

- Ven, Seira, siéntate - ordenó su padre sin apartar la vista de la televisión

La chica accedió presa del miedo que sentía y se sentó en el sofá. El hombre apagó la tele y la miró:

- Mamá - hizo una pausa y agarró su mano con algo de fuerza - mamá nos ha abandonado, fui a buscarla...se suicidó la semana pasada

Sobre el dorso de la mano de la pelinegra cayó una lágrima, su padre estaba llorando, el hombre agresivo que la maltrataba se aferraba a ella completamente roto y ella sentía un vacío tan inmenso que ni siquiera era capaz de llorar. Sentía tanto a la vez que no era capaz de gestionarlo, simplemente se quedó quieta. Quería gritar, llorar, golpear a su padre o salir corriendo, pero simplemente se quedó pasmada:

- Yo - lloriqueba - hubiese deseado que todo fuese diferente Seira

La miró a los ojos y cogió el rostro de la ojiazul entre sus palmas. Sus ojos azules al igual que los de su hija habían perdido el brillo de la juventud que lo caracterizó en gran parte de su travesía laboral como policía y padre, ahora simplemente era la sombra de lo que fue algún día, su trabajado físico se había deteriorado por el alcohol y las drogas:

- Seira - repitió entre lágrimas

La abrazó, lo hizo tan fuerte que por la mente de la chica por un momento quedó a un lado todo el dolor, cada moratón, cada golpe y cada noche llorando encerrada en su cuarto, porque era lo que había estado esperando desde el funeral:

- Hubiese deseado poder amarte

Aquellas cuatro palabras terminaron por empujar a Seira a lo más hondo del pozo, en el fondo lo sabía, sabía que su padre no podía amarla, sabía que ser el resto de lo que él una vez consideró una familia la había condenado, pero a veces para defender su corazón lo negaba. Se mentía y se decía a sí misma que era una etapa, que ambos podrían volver a sonreír como la vez que fueron al cine, que si se esforzaba la querría, a quien quería engañar, ni siquiera se amaba ella misma y aún así deseaba tanto que alguien la amase tanto que pudiese llenar el vacío de todas sus carencias.


Blue Fire (Tokyo revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora