Seira apartó la mirada, quizá Hanma tenía razón, quizá buscaba en todos sus compañeros el calor que sintió con Baji, quizá aún deseaba ser amada después de todo:
- Si Kisaki consigue traerte a Mikey, habrá consecuencias, si le atrapan van a matarlo, sé que puedes vivir con ello en tu conciencia, pero yo no- hizo una pausa para expulsar el aire de sus pulmones - No te equivoques, no estoy tratando de detenerlo, solo quería que ambos pensaseis en ello, si de verdad merece la pena. ¿Qué precio estás dispuesta a pagar por venganza Seira? Esto está dejando de ser divertido
Dejó caer su cabeza en el hombro del ojiambar, la cortina de pelo evitaba que este mirase su rostro, sintió una presión en el pecho que no la dejaba respirar, se sentía atrapada. Ninguno se movió hasta que Hanma abrió los ojos cuando ella empezó a llorar. Seiryu, la líder del monopolio de la droga, el dragón azul, la obsesión de la Toman, estaba llorando como una niña pequeña en su hombro, en todos aquellos años era la primera vez que la veía llorar, casi parecía humana.
Sin hablar acarició su cabeza y la dejó desahogarse durante algunos minutos, no entendía bien como debía actuar ante aquello, lo único que tenía claro era que no le gustaba verla así, le encantaba ver a Seira alardear, oponerse a las órdenes y vivir con descaro.
Después de un rato Seira se separó de él y se incorporó sin mirarlo a la cara, sus ojos estaban hinchados y su cara roja:
- Vete si no tienes nada más que decir
Hanma se acomodó las gafas y se paró frente a la puerta, antes de marcharse giró sobre sus talones y volvió hasta la chica. Sus ojos brillaban llorosos y su mandíbula estaba apretada, al más alto le recordó a un perro de raza Shi Tzu que solía cuidar en las calles de pequeño. La abrazó y besó su frente antes de irse:
- Hasta luego Seira
El corazón de la peliazul latía con fuerza ¿Qué había sido aquello? No recordaba a Hanma de aquella forma. Se mojó el rostro un par de veces en el baño para calmarse.
Su teléfono comenzó a sonar dejando su tono de llamada "God's & Monsters" sonar por todo el apartamento, era Kazutora:
- Ven sola a la calle "xxxxxx" tenemos que hablar, date prisa no hay tiempo
Antes de que pudiese contestar cortó la llamada. Seira levantó una ceja extrañada y agarró sus cosas, dudaba de todos, eso era algo a lo se había acostumbrado, pero no dudaba de Kazutora, quizá por influencia de Baji y tratar de proteger su última voluntad, el caso es que cogió todas sus cosas y salió por las cocinas del edificio para no ser atrapada. Pidió un taxi y le enseñó la dirección que había apuntado en el papel.
Al llegar vió la pequeña hamburgerseria en la que entró con Mikey y conoció a Baji hace diez años, seguía bastante parecida, las capas de pintura no tapaban la edad real del establecimiento.
Abrió la puerta y giró la cabeza hacia la izquierda, en la tercera mesa se encontrada sentado Kazutora, la altura de los asientos no la dejaba verlo del todo pero llevaba puestas unas gafas de sol y una gorra negra con las líneas de las costuras amarillas, frente a él tenía la carta del local tapándole la cara.
Seira de sentó frente a él extrañada de la situación. El chico la miró a través de sus grandes gafas negras y expresión seria:
- ¿Y bien?
De una bolsa enorme posicionada a los pies de la mesa Kazutora sacó otra gorra parecida a la suya y una peluca corta de color rosa:
- Colocatelo en el baño y vuelve rápido, hablaremos entonces
La ojiazul gruñó por lo bajó e hizo lo que le mandaron, también sacó un pintalabios color cereza del bolso y se lo dió, nunca solía usarlo, pero pensó que era la oportunidad perfecta.
Volvió a tomar asiento, en mesa había una hamburguesa de bacon y carne y una bebida que por el envase no sabía lo que era.
Cruzó las piernas, tenía unas ganas increíbles de comer, pero quería demostrarle que estaba enfadada por haberla hecho venir de aquel modo:
- ¿Y bien?
Kazutora suspiró el truco de la comida para calmarla no había funcionado como solía hacerlo:
- Está bien Seira, come algo por favor, voy a explicarte todo en unos momentos - señaló el delicioso trozo de carne - Estoy muriéndome de hambre
La chica accedió en silencio y pegó un bocado de su comida, llevaba unas horas hambrienta así que tuvo que tragarse su orgullo y continuar con aquella reunión espontánea.
Alguno minutos pasaron en silencio, Seira había comido más de la mitad de su porción y levantó la mirada la beber algo. Al hacerlo se encontró con las gafas negras de Kazutora y las comisuras de sus labios manchadas de grasa.
No pudo evitar reír, su semblante serio y aterrador no pegaba nada con sus mejillas llenas comida y boca manchada:
- ¿Qué ocurre? - preguntó
- Limpiate - respondió
Kazutora comenzó a restregar su servilleta por la mejilla y Seira soltó otra carcajada viendo sus malos intentos por limpiarse:
- Trae - le dijo
Cogió la servilleta rozando su mano ya agarró la cara del ojiambar con ma mano izquierda para limpiarle con la derecha.
El de pelo bicolor abrió los ojos sorprendidos, Seira seguía siendo Seira de todos modos. De Alguna forma le alegraba saber que aún quedaba parte de la chica que conoció en aquel centro y que cuidó de él:
- Vamos a hablar
Apartó su mano de él, no quería volver a sentir aquella extraña obsesión que la hizo pasar años en terapia:
- Iré al grano - Seira apretó el puño con nervios - puedes infiltrarte en la Toman
Abrió los ojos de par en par, no parecía estar bromeando con aquellas palabras:
- Te has vuelto loco, he venido aquí para nada
Kazutora golpeó la mesa y se quitó las gafas para mirarla a la cara:
- Escúchame, la Toman está reclutando gente, no hay mejor oportunidad que está para acercarte a Mikey
- ¿Quién cuidara de mis negocios y mi organización?
- Yo puedo hacerlo, si dejas por escrito a tu gente que me encargaré durante un tiempo prometo que no haré que te arrepientas
En silencio Seira se llevó la pajita a los labios y pegó un sorbo largo sin contestar, parecía estar asimilando la situación y pensado como ponerla a su favor, como solía hacerlo, para poder acercarse a su objetivo:
- Está bien
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Blue Fire (Tokyo revengers)
FanfictionDe tanto temer al monstruo se acabó convirtiendo en él. Esta es la historia de Seiryu, el dragón de ojos azules que obsesionó al diablo.