33 capítulo

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Después de aquello la chica salió del lugar junto a Chifuyu y a Takemichi, los cuales la seguían en silencio.

Kisaki no dijo nada y los dejó marchar, sabía que nada bueno saldría de enfrentarse a la gran Seiryu, controlaba la mayor parte de la ciudad, tenerla en su contra implicaba una guerra que no podía ganar y sabía que Mikey no tardaría en desecharlo si se enteraba.

Al salir del lugar dejó un cheque con dinero en la entrada, prendió un cigarro y miró a ambos chicos cuando llegó el auto que había ordenado:

- Subid - ordenó

El más joven la miró de arriba abajo, no la veía desde hacía años, había escuchado hablar de ella. Había tantos rumores que ni siquiera quería pensar cuáles eran verdaderos y cuáles falsos, sin embargo, al mirarla más de cerca comenzó a creer que todos eran verdad.

Estaba mucho más guapa, había crecido y si antes era una belleza, ahora podía decirse que había explotado al máximo su atractivo. Tenía una mirada mucho más intensa que la primera vez, los tatuajes a color llenaban su blanca piel como si fuese un lienzo y el color de su pelo ayudaba a afilar su mirada. Aquella sonrisa burlona de dientes perlado sno dejaba su rostro. No pudo evitar sonrojarse, entendía porqué imponía tanto y entendía el porqué de que tantos quisiesen trabajar a sus órdenes, cualquiera mataría por cinco minutos de su tiempo.

Sus miradas se encontraron, la piel de Chifuyu se erizó en lo que fueron unos segundos eternos. Parecía un juego de miradas por ver quién la apartaba primero.

De pronto movió el arma en su mano y la apuntó hacia su pecho, el hombre se quedó pasmado junto a su compañero:

- No os estoy pidiendo amablemente que os subáis ni he venido a salvaros, os ordenó que os montéis en el coche si no queréis una bala entre ceja y ceja - soltó una carcajada - aquí no hay negociaciones

Takemichi tragó duro y se montó primero en el coche seguido de su amigo, Seira continuaba apuntando con la pistola en la mano. Una vez todos estuvieron dentro se montó en la parte de delante y prendió un cigarrillo.

Ninguno habló durante el trayecto, los integrantes de la Toman dedicaban su tiempo a observar a la peliazul como si fuese alguna clase de escultura griega.

El más afectado fue Chifuyu, pasó gran parte de su adolescencia enamorado de aquella chica, sin embargo, el recuerdo de Baji nunca lo dejó actuar o tratar de buscar algo de ella. Al principio, cuando Seira fue encerrada en aquel centro de rehabilitación, pensó que sería el fin de la relación entre ambos, pero esto no fue así. La ojiazul se encargó de mandarle cartas de agradecimiento e incluso dibujos cada dos días. Él la visitó un par de veces y ambos estrecharon lazos, sin embargo, un día de repente todo se detuvo y no volvió a saber más de ella hasta que volvió a aparecer años después como una de las narcotraficantes más grandes del país y la mujer más deseada por Mikey.

De camino Seira frunció el ceño al ver una escena que no le gustó para nada en la calle. Chifuyu apretó el puño, dos miembros de la Toman golpeaban a una mujer en medio de un callejón, nadie hacía nada todos continuaban su camino a pesar de los gritos. Seira le dijo al Chófer que se detuviera y bajó personalmente del vehículo. Su acompañante la detuvo y le rogó que no empezase una guerra. La chica se zafó de su agarre y avanzó hasta ellos:

- Bonita noche - dijo a modo de saludo

Ambos hombres con los uniformes de la Toman la miraron, Chifuyu no podía mirar la escena y Takemichi estaba completamente impresionado.

La mujer que estaba tirada en el suelo, llevaba poca ropa y estaba completamente golpeada, tenía varios moratones que parecían recientes, pero también algunas quemaduras que habían cicatrizado. Sus ojos aguantaban las lágrimas a duras penas, seguramente sería alguna de las prostitutas que trabajaba para la Toman:

- ¿Y tú quién eres? Me suena tu cara ¿Eres alguna de nuestras trabajadoras? ¿Nos hemos acostado antes?

Su amigo rió de manera estrepitosa y se acercó a ella agarrandola por la parte baja de la cintura:

- Dime cuanto cuestas y dejaremos ir a tu amiga a pesar de que no nos haya pagado, tú serás quien nos entretenga esta noche

La chica sonrió y los ignoró, miró a la mujer y se agachó hasta quedar cara a cara con ella. Tenía quemaduras de cigarro en el brazo. Lo sabía porque su padre solía apagarlos en su espalda cuando se enfadaba, aquello la puso de mal humor y le hizo recordar experiencias pasadas. La mujer era preciosa, en un momento dado de su vida tuvo los ojos llenos de esperanza y sueños, sin embargo ahora eran de un bonito verde opaco, faltos de esencia, su cuerpo tuvo que ser firme y limpia, muy blanca, ahora las cicatrices ocultaban su verdadero color.

Los hombres al ver que fueron ignorados completamente enfadados trataron de lanzar una patada en dirección a Seira:

- Maldita puta ¿Nos estás ignorando?

El golpe fue detenido por la chica que agarró al hombre del tobillo y en un rápido movimiento lo hizo caer al suelo. Su compañero miraba la escena asustado, a penas podía creer que una mujer tuviese tanta fuerza ¿Quién era ella? No parecía alguien normal

- ¿Acaso no sabes quiénes somos? Somos miembros de la Toman, si nos pasa algo vas a arrepentirte por esto, nuestro jefe tomará represalias

Seira sonrió, no era una sonrisa normal, parecía la de un monstruo. Era psicótica y amenazadora. Poco después sacó un revólver de la parte trasera de su pantalón y apuntó hacia la parte baja del hombre que había caído al suelo.

Su compañero trató de escapar, pero la ojiazul lo apuntó mientras se levantaba del suelo y pisaba la cara del que más gritaba por ayuda:

- Joder vas a dejarme sorda, quiero ver a tu jefe viniendo a por mí, vamos, llámalo y pídele ayuda a papá

El contrario por su parte, un tipo grande con varios tatuajes lo único que hacía era temblar en silencio. Entonces la observó mejor, su cabello azul, su sonrisa aterradora y los ojos maquiavélicos y azules:

- Joder eres Seiryu, mierda, mierda, estamos jodidos - gritó de pronto al darse cuenta de quién era - perdónanos por favor

Entonces giró el arma hacia la mujer con la mirada vacía y perdida mientras seguía golpeando al hombre y vigilaba que el otro no escapase:

- Ven, voy a darte la oportunidad de vengarte

La chica abrió los ojos aterrada y se levantó del suelo, a duras penas, presa del miedo que infundía Seira.

La peliazul le dió el arma y agarró sus manos por detrás mientras le daba un golpe en la zona baja al más alto:

- Dime ¿Han abusado de ti? ¿Cuántas veces? - abrazó a la mujer por detrás y apretó el arma entre sus lastimadas manos - ¿Quién de ellos te quito la inocencia? ¿Que te han hecho sufrir?

La mujer temblaba, pero al sentir el calor de Seira pareció tomar con firmeza el arma y comenzar a recapacitar. La ojiazul a pesar de susurrar aquellas cosas con dulzura, las palabras iban dirigidas a ella misma, a su niña lastimada, a la niña pequeña que no pudo defenderse de los abusos de su padre:

- Dispara

Al ver lo que estaba ocurriendo Chifuyu y Takemichi trataron de salir del coche, pero no pudieron, estaban encerrados y el Chófer apuntó a sus cabezas con una pistola.

El sonido de la bala y los gritos se hubiesen escuchado por todo el lugar si una voz no lo hubiese detenido:

- Seira - gritó alguien al final del callejón

Blue Fire (Tokyo revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora