- Siento mucho haberos hecho esperar, espero que lo disfruteis mucho ❤️La mujer ignoró los gritos de Kazutora y se montó de nuevo en el coche. Desde la parte de atrás sentía las miradas inquisitivas de ambos chicos.
Seira se quitó los tacones y dejó su pelo suelto, estaba cansada y se sentía terriblemente asqueada de la situación. Chifuyu hablaba desde la parte de atrás, pero a decir verdad ni siquiera le prestaba atención.
Un teléfono comenzó a sonar, era el sonido del móvil de su acompañante, este sacó el aparato sin apartar la vista de la carretera y se lo entregó a su jefa.
Miró el número en la pantalla, desconocido, seguramente ni siquiera perteneciese a alguien. Tuvo un pálpito, sabía quién era, sabía quién la reclamaba:
- ¿Quién llama? - contestó recostándose en el asiento
Al otro lado se escuchaban murmullos, pero nada reconocible para la chica:
- ¿Seira? Te has llevado a dos de mis subordinados más importantes y mataste a dos de mis perros - un suspiro pesado - pensé que estabas en contra de iniciar una guerra
Su voz había cambiado un poco sonaba más adulta, pero seguía teniendo un ápice juguetón y demandante, como un niño reclamando sus juguetes:
- Dime Mikey - rió maliciosamente - ¿que se siente al tener que usar la fuerza para mantener a tu lado todo lo que quieres?
En la parte de atrás Takemichi no pudo evitar abrir la boca ante sus palabras, al otro lado de la línea reinó el silencio durante varios segundos:
- No juegues con fuego Seira-chan, vas a acabar en una hoguera, es mi última advertencia, si vuelves te daré un puesto a mi lado
Seira comenzó a carcajear y pegó un fuerte golpe contra el asiento, todos pensaban que se había vuelto completamente loca:
- ¿Sabes? Está bien, condenarme a la hoguera es algo original, lo único que vas a conseguir de mi van a ser mis cenizas cariño. Ven a rogar a mi tumba.
No dejó que nadie contestará y colgó tirando el móvil por la ventanilla delantera.
Nadie se atrevió a cuestionar su juicio, todos allí menos ella sabían de la tóxica historia de aquellos dos monstruos del bajo mundo. Chifuyu era consciente de que la ojiazul solo se acercó y salió con Mikey por venganza, lo enamoró y obsesionó, después de ponerle los cuernos en varias ocasiones y tratar de matarlo, el rubio ordenó que no la dejasen salir de sus dominios. Al día siguiente la chica había desaparecido y también unos cuentos millones de la cuenta general de la Toman.
Mikey pasó semanas buscándola, sin embargo, al encontrarla, lo frustró aún más saber que ni siquiera podía acercarse a ella, no estaba sola e indefensa, no le faltaba nada. Reapareció con un imperio de drogas a su nombre, unas cuentas discotecas y armas. Todos a su lado eran mafiosos del sector que habían aceptado seguir la órdenes de la tirana.
Debido a todo el dinero que habían perdido por su culpa y la creciente fama del dragón, tras varias discusiones con sus subordinados, Mikey decidió posponer su captura.
Lo cierto era que su obsesión con ella crecía cada día más, el identificaba aquello como amor, era lo único que conocía y no podía comprarlo con algo sano. Era un amor enfermo e intoxicado y por otro lado, el único amor que podía sentir la peliazul murió con Baji.
A pesar de todo, había algo en lo que ambos estaban de acuerdo, se parecían. Estaban igual de rotos y desquiciados. Al principio esto asustaba a la chica, sentía que no podía ocultarle nada y aquello la volvía débil, sentía que lo conocía como si hubiese sido diseñada para él.
Por otro lado el rubio se volvía loco cada vez que pensaba en Seira compartiendo tiempo con otra persona. No podía soportarlo, la rabia le consumía.
Había algo en ella que lo enloquecía y no sabía exactamente qué era, quizá era su voz hipnótica y suave, quizá la mirada pícara y vacía que le dedicaba, quizá la fuerza descomunal y su carácter salvaje o quizá simplemente se volvió loco el día que la tuvo encima llorando y susurrando su nombre. El caso es que estaba dispuesto a cualquier cosa para estar con ella y que fuese suya. Su relación empezó por decisión de la chica y terminó el día que lo dejó tirado el medio de un ataque rogándole y menazandola con que no se fuese.
Mikey aún recordaba la sonrisa en los rojizos labios de su novia, recordaba con detalle cada palabra de despedida, sabía que todo era un engaño, sabía las intenciones que tenía y aún así jamás fue capaz de negarle nada:
- Búscame cuando estés dentro de un ataúd
Aquellas palabras fueron las únicas que la chica le dedicó antes de arrasar con su cuenta bancaria y convertirse en el monstruo temido que era ahora, y es que aquella era su intención. Quería que la viese crecer, que la viese ser libre, que la observarse desde lejos sin poder tocarla, el poder costaba tiempo y sacrificio y Seira no tenía nada que perder. Quería conseguir el mismo poder que él, humillarlo.
Llegaron a una de las residencias de la ojiazul a las afueras de la ciudad, era una mansión enorme con varios guardaespaldas custodiando la entrada y abriéndose paso. Sin embargo algo no encajaba aquel día, aparcado frente a la entrada había un deportivo negro.
Seira bajó corriendo del coche y justo entonces vio delante suyo, tenía el cabello corto y negro y el tatuaje de un dragón en el cuello, similar al de Draken.
A su lado estaban dos hombres, el primero era algo y delgado, en la mitad de su cabeza tenía unas líneas rapadas y en la otra mitad el cabello largo a Seira se le hizo muy similar al cabello de una mofeta, su expresión era de enfado y el arete que llevaba en su oreja izquierda brillaba como una gema preciosa con el sol. Parecía que lo el chico la conocía bien puesto que la mirada con descaro y poco respeto.
Al otro lado y muy contrario a su compañero se encontraba un hombre de estatura media, su piel era pálida y esto contrastaba muy bien con su cricatriz en el ojo izquierdo, sus ojos eran verdes, serios y penetrantes y llevaba unos tacones más altos que los de la chica.
El primero en abalanzarse sobre ella fue el chico de cabello bicolor y expresión de enojo:
- Como pudiste traicionarnos - agarró a la chica de la camisa del cuello - ¿Qué hiciste con todo nuestro dinero?
Seira comenzó a reír estrepitosamente, Mikey se mantenía al margen de la situación y Chifuyu debatía mentalmente si debía involucrarse o decir algo ante la situación:
- Me lo gaste todo en las mujeres de vuestra organización, merecen más la pena que vuestras estúpidas inversiones
Al no saber que había hecho su yo del futuro, la chica trataba de utilizar toda su lógica para comprender lo que vivía y al parecer había robado una fortuna de la organización de Mikey cuando estuvo saliendo con él, aquello tenía sentido.
El hombre alzó la mano, Seira estaba esperando el golpe para poder responder, así ella no sería la culpable de iniciar aquella guerra:
- Koko, atrás, no puedes tocarla
La voz de Mikey lo dutuvo rojo de ira, la peliazul fue agarrada de la mano por Chifuyu, este parecía pedirla con la mirada de detuviese su actitud. Takemichi por su parte observaba la situación impotente por no poder cambiarla:
- He venido a recoger a mis subordinados - aquello era mentira, pero la verdad era que Seira no sabía que hacia allí el jefe
El ahora pelinegro observó a Takemichi y Chifuyu e hizo un gesto para que lo siguiesen. El hombre de ojos verdes apoyó su mano en el hombro de su enfadado amigo.
Seira detuvo a Chifuyu agarrando su mano, esto hizo que Mikey apretase la mandíbula muerto de celos y rabia:
- Vete a casa, este es mi territorio, tus gatitos decidirán si volver o no cuando hable con ellos.
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Blue Fire (Tokyo revengers)
FanfictionDe tanto temer al monstruo se acabó convirtiendo en él. Esta es la historia de Seiryu, el dragón de ojos azules que obsesionó al diablo.