18 capítulo

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Llegó a casa agitada y se detuvo apoyándose sobre sus rodillas. Al levantar la mirada vió a Mikey sentado en las escaleras.

La observaba desde arriba y la cubrió con su chaqueta mientras la chica trataba de ocultar sus lágrimas. Seira trató de calmarse, sin embargo, el tratar de dejar de llorar tuvo el efecto contrario:

- Vamos a tu habitación Seira-chan, te he traído chocolate, cuéntame qué ocurre - dijo sonriente agitando un paquete en su mano derecha

La ojiazul frunció el ceño recordando lo sucedido con Baji, no entendía que le pasaba ni porqué desperdició su regalo. Mikey cogió su mano y la obligó a abrir la puerta de su casa para entrar y subir a su dormitorio.

El rubio se sentó en la cama y mordió un trozo de la barra de chocolate, despues cogió a la chica por la cintura haciéndola sorprenderse:

- ¿Qué ha pasado? - preguntó con el rostro oculto en su pecho

Seira miró el techo de la habitación, aquel no había sido su día, conocer a Kazutora y la reacción de Baji la habían dejado echa polvo, ni siquiera se paró a pensar en el acercamiento del chico:

- Nada, simplemente estoy cansada, necesito dormir

El capitán de la Toman frunció el ceño mirándola a la cara:

- Si le mientes a tu capitán voy a hacer que te arrepientas Seira-chan - comenzó a hacerla cosquillas

La chica sin poder aguantar cayó sobre él en la cama y estalló en carcajadas, cambiaron de posiciones y esta vez fue Mikey el que se colocó arriba para continuar con su labor:

- Mikey, para, creo que voy a morir, si sigues es posible me obligues a usar la fuerza - gritaba mientras reía hasta quedarse sin aire

El rubio se detuvo al notar un golpe en su estómago y ambos se miraron a los ojos a pocos centímetros, de un momento a otro la distancia se iba acortando sin que Seira se diese cuenta de ello.

Comenzó a sentirse angustiada e incómoda, iba a levantarse, Mikey notó esto y se apartó de ella sin decir nada, no era el momento adecuado, no iba a ser capaz de gestionarlo:

- También he venido porque quiero decirte algo

Seira recobró la compostura y miró al rubio a los ojos:

- Baji ha dejado la Toman

Aquellas palabras fueron como un chorro de agua fría para la joven. Sentía que le faltaba el aire y no era capaz de articular palabra

Mikey se agachó hasta quedar a la altura de la pelinegra y la abrazó con fuerza:

- Tengo que irme, vendré a recogerte más tarde, tendremos una reunión, deberías descansar, no te comas mucho la cabeza, no merece la pena.

Dicho esto salió por la puerta besando la frente de la chica y sonriendo de manera extraña, casi satisfactoria.

Seira se quedó allí parada algunos segundos, los segundos se convirtieron en minutos. Se mordió la lengua con fuerza, debía hablar con Baji, no entendía que estaba sucediendo.

Por su mente pasaron diferentes recuerdos con el moreno, la primera vez que le conoció en el restaurante, la primera vez que se montó en su moto, la primera vez que vio su sonrisa de colmillos afilados... Sintió una presión en el pecho, se agarró la camiseta tratando de calmar los latidos. Algo andaba mal.

Recordó las palabras que Draken le dijo en el futuro "Mikey lo mató". Había algo que se le escapaba, algo que no entendía. ¿Por qué? Era la única pregunta que no se iba de su mente.

No, no podía quedarse allí sentada de brazos cruzados esparando a entender que ocurría. Al día siguiente hablaría con Baji costase lo que costase.

Se acostó en la cama después de cenar un sándwich, no lograba dormirse, la duda la carcomía.

Algunas horas después se escuchó un golpe en la entrada de la casa:

- ¡Seira! - el grito de su padre se clavó en lo más hondo de su mente y corrió a ponerse en pie para bloquear la puerta

Cogió su ropero y lo movió para colocarlo delante de la puerta, los golpes comenzaron a hacerse presentes. Su padre gritaba barbaridades de todo tipo que seguramente podían escuchar perfectamente en la casa de enfrente.

La ojiazul de mientras miraba el techo sintiéndose cada vez un poco más vacía, como si cada grito se llevase un pedacito de ella.

Volvió a acostarse en la cama con tranquilidad, miraba la ventana con las manos debajo de la oreja izquierda apoyada en la almohada.

Su padre continuaba soltando diferentes maldiciones e insultos, cada vez peores.

Seira no recordaba en que momento se marchó su padre o se quedó dormida, pero nada más amenecer observó que llegaba tarde a clase.

Había faltado demasiados días, tenía suerte de que su padre nunca estuviese en casa, había recibido bastante llamadas de aviso del colegio, si hubiese llegado a enterarse seguramente no allí.

Se vistió perezosamente y tras apartar el mueble de la puerta de su cuarto salió de casa. Fuera había alguien esperándola.

Hanma, el chico que la atormentaba en el futuro y que había comenzado a molestarla en el presente se encontraba allí de pié con un cigarrillo en la mano izquierda, justo encima de su tatuaje con la palabra "castigo"

- Vaya, por fin sales, llevo aquí más de media hora ¿Todas las chicas tardan tanto en prepararse? - preguntó de manera irónica

Hanma la miró de arriba abajo de manera curiosa, tenía el cabello despeinado, el uniforme mal puesto y unas enormes ojeras:

- No, solo si tienen a un psicópata esperándo por ellas fuera de sus casas - contestó la pelinegra devolviéndole la misma moneda

- Kisaki me ha mandado recogerte, sin embargo, el no estará hoy - explicó mientras echaba a andar

Seira lo seguía de cerca, el más alto pegaba pequeñas caladas mientras la observaba de rojo:

- ¿Sabes? Eres totalmente mi tipo, no he parado de pensar en ello desde que me tiraste al suelo de un movimiento

La chica se atragantó al tragar saliva y comenzó a toser al borde de la muerte, detuvo sus pasos ante la sonrisa burlona del chico y golpeó su rodilla haciéndolo doblarse de dolor, riendo:

- No vuelvas a hacer una broma así, casi me matas del susto

La chica aceleró sus pasos para no tener que ir a la par que él, sin embargo, Hanma la seguía de cerca con las manos en los bolsillos y aquella mirada divertida:

- No era broma, eres muy divertida, las chicas que pueden tumbar a un oso de una patada son las más atractivas

El de los tatuajes consiguió alcanzar su paso sin mucha dificultad:

- Estás loco

Hanma simplemente rió y al doblar la esquina llegaron a la guarida de Valhalla. Hanma abrió el local e hizo una torpe reverencia dejando pasar a la pelinegra.

Al entrar lo que vió la obligó reprimir un grito, Baji se encontraba encima del chico que le había abierto la puesta el día anterior, golpeaba su rostro repetidas veces dejándolo ensangrentado. Su cabello estaba atado por la goma que le había regalado.

Blue Fire (Tokyo revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora