Todos se marcharon del lugar dejando a Seira sola. A pesar de la insistencia por parte de Chifuyu en quedarse con ella, Mikey se negó rotundamente.
La chica se recostó en el sofá cuando todos se fueron del lugar y pidió que la trajesen una botella de whisky. Comenzó a beber a morro de esta y como casi siempre en aquellas situaciones el recuerdo de Baji vino a su mente, no pudo evitar preguntarse cómo de diferente sería su destino si el de sonrisa afilada estuviese allí. Le hubiese gustado verlo crecer y quizá haber aprendido cosas nuevas a su lado. Tuvo que madurar muy pronto.
De alguna manera, en su inconsciente buscaba el calor de Baji cada vez que conocía a alguien, buscada un amor desinteresado y es que muy en el fondo, desaba ser amada y a su vez ella era incapaz de hacerlo. Cada noche despertaba al lado de alguna de sus múltiples parejas sintiéndose un majono de nervios. Trataba de engañarse, de convencerse de que habia superado la muerte de su primer amor, pero todas las noches en aquella ciudad, cada vez que el sonido del motor de una moto llegaba a sus oídos, internamente desaba volver a ver la cara del chico detrás del casco, que estuviese allí para recogerla y tranquilizarla.
Cada vez que borracha llegaba al baño y trataba de ignorar la voces de culpabilidad que trataban de convencerla de hacer una locura, se miraba en el espejo. Se veía mayor, nuy adulta, muy diferente a su madre a la que apenas recordaba a no ser que viese una foto y entonces lo veía, detrás de ella se formaba la figura de Baji, este se veía igual al día de su muerte, igual de joven, igual de sonriente, sin embargo su cabeza ya no llegaba a la altura de su pecho, ahora podía mirarlo a los ojos sin mucho esfuerzo.
"Ven conmigo, volvamos a empezar" susurraba en su oído de manera dulce y amorosa entonces su figura comenzaba a desmoronarse y su sonrisa amplia y facciones marcadas se retorcían hasta dejar ver a su padre. Seira sufría este tipo de alucinaciones cada vez que se emborrachaba y una de esas veces llegó a destrozar el espejo con sus propias manos. Ese día Yuzuha entró en el baño e hizo que Seira entrase en razón con miedo a que se desangrase.
La ojiazul sentía que el único momento que se le permitió actuar como alguien de su edad fue al lado de Baji. Llorar, reír e incluso enfadarse. A diferencia de su hermano ella había sido reprimida desde pequeña, le habían enseñado a cumplir y guardar silencio, sin embargo, los días en los que su hermano estaba vivo, a pesar de las peleas los recordaba como un espejismo, pasaron demasiado rápido. No recordaba la sonrisa de su padre y mucho menos las caricias de su madre. Todo parecía algo muy lejano.
Pegó otro trago largo a la botella, quería dejar de compadecerse. Pensó en las palabras del líder de la Toman "esto no te hará feliz" sonrió para sí misma, tenía razón, lo sabía, pero sentía una rabia que la carcomía las entrañas. No sólo por el rubio, sentía rabia de todo lo que dejó pasar su yo del pasado, todos los abusos, la tristeza, los comentarios despectivo y las miradas de pena. Claro que Mikey era el principal motivo de toda su venganza, aún así, aquella era su forma de revelarse contra toda su maldición, contra el mundo que conocía, se había cansado de tratar de transformar su realidad y simplemente optó por acoplarse a ella.
Se proponía pegar otro largo trago cuando alguien entró corriendo al lugar, era uno de sus guardias, ni siquiera recordaba su nombre:
- Señora, tenemos un problema, debemos evacuar todo el lugar inmediatamente - cogió aire con fuerza - han encontrado bombas enterradas al rededor de toda la finca.
La mujer abrió los ojos de par en par y se incorporó al momento. Recogió el arma que había dejado encima de la mesa y salió por la puerta del salón:
- Quiero un escuadrón de los diez mejores hombres conmigo, los demás se quedarán a quitar las bombas, quiero al culpable antes de pasado mañana, también quiero a Kisaki protegido y de nuestra parte
El guardia comenzó a temblar ante sus palabras, estaba enfadada y totalmente dispuesta a sacrificar a un gran número de sus seguidores:
- Pero señora, si deja aquí a esos hombres van a morir, es imposible desactivar ese tipo de bombas sin un control remoto
El "dragón azul" giró sobre sus talones y agarró al hombre por el cuello de la camisa poniendo en su sien la pistola que acababa de recoger:
- Si no os mata la bomba, os mataré yo, jurasteis lealtad y entregasteis vuestras vidas al firmar el contrato conmigo, ahora quiero la cabeza del hijo de puta que colocó esas bombas y me la vais a traer, voy a salir de aquí y quiero que desactiveis las bombas si no sois capaces... Simplemente morir
El joven que era una manojo de nervios atendió los mandatos de su señora y Seira salió de allí con diez hombres armados y llamó a un grupo de especialistas para tratar de despejar la zona:
- encontrar a la persona que tenga el control, ahora - dijo haciendo énfasis en la palabra "ahora"
Un coche blindado llegó minutos después a recogerla mientras sus hombres trataban de buscar al culpable.
Al poco de montarse en el coche el estruendo de la explosión fue tan grande que todo el suelo retumbo, la ojiazul miró hacia atrás tratando de ver algo, sin embargo, lo único que consiguió ver fueron enormes llamas que consumían el lugar entero.
Sus dientes chirriaron con rabia, aquello era una declaración de guerra, sin embargo sabía que la querían viva, el hijo de puta que hizo aquello había esperado a que ella estuviese fuera y protegida. Golpeó el asiento asustando al chófer. "Mierda, mierda, mierda" se repetía una y otra vez mentalmente
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Blue Fire (Tokyo revengers)
FanfictionDe tanto temer al monstruo se acabó convirtiendo en él. Esta es la historia de Seiryu, el dragón de ojos azules que obsesionó al diablo.