CAPÍTULO 1. El recordatorio

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Jaden.

Las ramas de los árboles se mecen al ritmo del viento, mientras el café quema mis labios y mamá suena por mis auriculares. Los bancos del parque Friedrichshain a estas horas de la mañana y a mediados de enero, no te invitan a sentarte precisamente, pero yo necesito mi momento de paz y descanso, y este es mi lugar favorito para ello.

Hoy no tengo clases, porque mis profesores de universidad han decidido mandar los apuntes por correo ya que se avecina un fuerte temporal de lluvia, así que estoy aprovechando y estoy adelantando trabajos atrasados aprovechando que aún no llueve y mientras de fondo en mis cascos, suena Lana Miller.

Siempre me he considerado el fan número uno de mamá, independientemente de lo que diga mi padre, y no hay nada que me haga concentrarme más, que escuchar Scars to your beautiful, versionada por ella.

Siempre me peleo con papá porque él dice que es más fan que nadie, y en otra cosa no niego que me gane, pero en admirar a mamá…

Sé que está enamorado a niveles obsesivos, y que cada vez que la mira, lo hace con un orgullo desbordante, pero lo que yo siento cuando veo a mi madre alcanzar sus metas, o dar un paso más, es inexplicable.

Es cómo si nos intercambiásemos los papeles.

 La conexión y el amor que nos ha unido desde que me sostuvo en sus brazos por primera vez, es algo único. Yo era un bebé, y está claro que no me enteraba de nada, pero mediante iba creciendo, y observaba la figura materna que me había tocado, decía: “No puedo tener más suerte, porque tengo a la mejor”, y fue entonces cuando la tía Beca, mi madrina, me contó que la primera vez que mis ojos azules decidieron abrirse al mundo, se dio cuenta de eso tan grande que me unía a su mejor amiga, algo que según ella, la había hecho sanar y volver a ser todo lo que un día, mi madre fue.

 Cuento esto, porque si yo la hice sanar a ella, ella me está sanando a mí, poco a poco, con su voz, sus noches de charla por Skype, y sus tonterías varias que siempre me hacen reír. Porque mamá sabe de heridas de guerra, porque mis padres saben lo que es que te arranquen el corazón, que te desgarren el estomago y te falte el aire por culpa de esta mierda del amor.

Pero nuestras historias no se acercan ni un poquito, porque ellos se amaron siempre. Fue una piedra en el camino lo que lo jodió todo. A mí…

A mí simplemente no me han sabido querer incondicionalmente, y eso es algo que no estoy llevando bien.

💔💔💔

 
Dejo de escribir en mi Macbook cuando salta un recordatorio en la pantalla y frunzo el ceño, asustado de lo que me pueda estar olvidando. Se me han pasado las horas volando aquí sentado, y he acabado todo lo atrasado y casi todo lo nuevo, dándome ventaja para salir con mis amigos esta noche.

 Yo antes no era de mucho salir "todos los días", ahora como diría mi hermana “Me estoy desfasando para olvidar las penas"

 ¿Y por qué no?

 Tarareo el final de la canción y doy el último buche al café, mientras guardo el ejercicio que me queda por terminar y envío lo que ya he hecho. Danielle quedó en llamarme a las ocho y media, son las diez menos veinte y no ha dado señales de vida aún. Debe estar reventada del fútbol y se habrá quedado dormida, así que no la voy a molestar.

 La que si me ha mandado un mensaje hablándome de los últimos acontecimientos en casa, ha sido Marie, que esta mañana a la seis ha dejado de tener sueño y ha querido tirar de su hermano mayor para entretenerse.

 Me tienen a sus pies, esas dos.

 El recordatorio vuelve a aparecer en la pantalla y frunzo el ceño, pinchando la pequeña notita, para que me aparezca en grande.

¿A donde vamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora