CAPÍTULO 6. Luces azules y problemas

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Star.

Me sudan las manos y no puedo evitar estar nerviosa, independientemente de que Danielle sea como mi hermana y nos hayamos criado juntas.

Cuando la que fue mi mejor amiga me mandó un mensaje anoche preguntando porque me había ido y si quería quedar con ella hoy, sentí ganas de llorar por todo lo que la había echado de menos, y después de reflexionar y llegar a la conclusión de que Jaden no puede negarme tener relación con la que siento que es más familia que la de sangre, acepté gustosa la invitación y ya arreglamos y cuadramos la hora.

Mi cabeza no concibe aún todo lo que ha pasado estas últimas horas, pero estoy tan acostumbrada al dolor, que lo del gimnasio simplemente fue como si me pellizcaran levemente en el brazo, y las palabras del mini Vaquero, balas a las que ya estoy hecha como diana.

Yo lo quiero, y no voy a dejar de quererlo a pesar de todo, porque sé lo que está sufriendo, porque entiendo que el peso de lo que le hice lo esté matando, y sé que el que habla no es el Vaquero del que me enamoré cuando era casi una bebé, si no un chico destrozado por una mentira que en cualquier momento va a explotar como una bomba.

Lo que se me puede venir encima si él cuenta la verdad, puede ser catastrófico, pero me da igual. Me va a dar igual cuando ahora le cuente a su hermana lo que hice, para que esta sepa lo que hay y sea el paño de lágrimas que Jaden necesita. Bastante se está comiendo solo, por mi culpa, como para que yo continúe de brazos cruzados en está situación, que cada vez es más insostenible.

Muerdo mi labio recordando como Jad se enfrentó con Marcus y cierro mis ojos, abriéndolos de inmediato cuando oigo como pegan en la puerta de mi habitación.

—Adelante —digo.

Veo a Danielle entrar con cautela, y ella me sonríe, mientras deja su bolso encima de mi escritorio. Está guapísima, como siempre, y me deja mucho más tranquila su tranquilidad y comodidad, a diferencia de estos meses atrás.

—Perdóname, enserio, es que mi padre y yo hemos estado jugando a un partido y cuando nos hemos dado cuenta, ya era tardísimo.

Bebo del refresco que me ha traído papá hace un ratito y niego, restándole importancia —No te preocupes, he llegado hace nada del gym.

—¿Has ido al Gym? —se sienta a mi lado en la cama y asiento —Mis hermanos también han ido, pero no sé si vais al mismo.

Si, si que vamos

Aprieto mis labios con fuerza —No tengo ni idea, yo no los he visto.

Mi "amiga" asiente y se acomoda , observando las luces led de mi habitación y todo lo que nos rodea, que es mi pequeño y hermoso caos en el que me refugio cada vez que puedo.

Me alegra verla igual de relajada que yo porque así vamos a poder manejarnos con más soltura, como hacíamos siempre. Hay mucho que aclarar entre nosotras antes de retomar nada.

Suspiro y Dan lo hace conmigo, mirándome con atención —¿Estás mejor? —pregunta —Por lo de anoche, ya sabes.

Asiento, acomodándome yo esta vez y agachando la cabeza —Si, solo...

—No te preocupes, Rizos —interrumpe —Si no me lo quieres contar...

—No es que no quiera, Dan —gruño, echando mi pelo hacia atrás —Solo que... No es tan profundo.

Si que lo es, pero nadie lo puede saber, porque aunque yo quiera desahogarme esta noche con la hija de los Dawson, mi problema con los ataques de ansiedad y pánico, es un tema intocable para mí, y el tema aquí es otro.

¿A donde vamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora