CAPÍTULO 7. El amor de mamá

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Lana.

Sorbo mi nariz cuando el Vaquero me abre la puerta de casa y echo mi pelo hacia atrás, dejando mi bolso y mi chaqueta en cualquier sitio y sin poder parar de llorar. Me he tomado como tres calmantes y no me ha servido de absolutamente nada, porque sigo atacada, nerviosa, frustrada y decepcionada con todo.

A mi hijo se lo han llevado detenido por agredir a una persona a la que casi mata, y yo me estoy muriendo cada día más porque siento que no lo conozco. Siento que mi niño se me va de las manos.

Yo a ese maldito hijo de puta también lo hubiese apaleado, mi mejor amigo incluso casi lo hace cuando se ha enterado de lo que ha intentado hacerle a su hija, y aunque él le ha agradecido una y mil veces a Jaden lo que ha hecho, yo no puedo evitar estar furiosa por como este se ha manejado, por como nos ha matado de un susto cuando nos ha llamado a esas horas de la noche para decirnos que estaba en un jodido calabozo y que necesitaba ayuda.

A mi casi me da un infarto, y Lucas ha maldecido al tuerto que nos ha mirado.

Jaden se ha echado toda la culpa, explicando lo que ha sucedido con detalle y dejando claro que no estaba bien, que había bebido, y que le cegó que alguien le estuviese haciendo eso a una chica. Una chica que por cierto es su ex novia y de la que estoy completamente segura, sigue enamorado aunque quiera aparentar que no, y creo que eso es lo que ha agravado más el asunto. Aunque me lo niegue y vaya con esa actitud arrogante y altiva que tanto me desagrada y que me va a hacer explotar en cualquier momento.

No sé exactamente que le pasa a mi hijo, pero si sé que lo que sea que está ensuciando su mente, tiene que ver con Star, con lo que pasó entre ellos y con lo que hizo que a su relación se le asignara el punto y final.

Marie sigue llorando, mientras que Danielle la abraza y Lucas pasa una mano por su pelo, besando su cabeza después —Iros a la cama, ya hablaremos mañana.

Mi Vaquero les hace un gesto para que se marchen y yo me cruzo de brazos, sin dejar de mirar fijamente a Jaden que ha entrado y se ha quedado parado en la entrada del Salón, con la cabeza gacha y las manos en sus bolsillos.

Ni mi marido ni yo hemos dicho nada en todo el camino a casa, pero esto estaba claro que no se iba a quedar así.

Mis hijas besan a su padre que cierra sus ojos cuando se dejan caer sobre su pecho, y seguidamente se acercan hasta mi, para hacer lo mismo.

Sonrío como puedo y agarro las mejillas de Danielle, que me mira muy seria y con las lágrimas saltadas. Mi niña está asustada y me parte el alma verla así

—Tranquila —susurro, besando su mejilla con fuerza —Iros a mi habitación si queréis y os ponéis una película en el proyector, así os entra sueño.

Beso a Marie en medio de un abrazo y su hermana cierra sus ojos, negando después —Escúchalo —susurra con la voz quebrada —No lo juzgues, solo...

Niega y acaba suspirando, dando la conversación por terminada.

La Unión que tienen mis pequeños, es algo de lo que siempre me voy a sentir orgullosa, y me aterroriza que esta situación los llegué a separar de alguna forma. Los haga romper lazos.

Cuando las gemelas ya se han perdido por las escaleras, Lucas se quita la chaqueta y apoya sus manos sobre el respaldo del sofá, suspirando y cerrando sus ojos.

—La próxima vez no habrá un dios que te eche una mano —dice.

Jaden levanta su cabeza, dando un paso hacia delante —No habrá próxima vez.

Mi marido se ríe sin una pizca de gracia y siento desde aquí toda la rabia que está manejando y lo enfadado que está.

—Claro que no habrá, Jaden —asiente, girándose hacia nuestro hijo —Si no fuera por tu tío, no retiran los cargos, y date con un canto en los dientes que hemos podido hacer desaparecer los antecedentes, porque si no tu vida y tu futuro se van a la mierda.

¿A donde vamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora