CAPÍTULO 4. SÉ LO QUE HAGO

387 34 1
                                    

Star.

Chicago.

Unos días después.

El cuerpo me duele. Es como si miles de agujas se clavaran en cada parte de él, y es que cuando me enfermo, lo hago con todo. Mi madre dice que exagero, pero juro que si quisiera, podría dejarme morir lentamente de dolor.

Exageras, Van dic.

Bueno, quizás un poco, pero realmente estoy hecha mierda, y ni todos los paracetamoles del mundo pueden con esta gripe que ha venido a invadir mi sistema.

Debí hacerle caso a mamá cuando me dijo que no saliese tantas veces sin abrigo, a la calle, pero estos días de caos, no he sabido ni lo que he hecho, y ahora estoy encamada, sufriendo las consecuencias de mi descuido.

Toso y me muevo en la cama, muerta de frío e intentando pillar la postura correcta para no seguir helándome.

—No lo soporto —digo entre dientes y con los ojos cerrados.

Papá suspira y oigo como se levanta del sofá para acercarse y tocar mi frente. Se ha quedado conmigo porque no le gusta que me ponga mala, y prefiere supervisarme y estar pegado a mí.

—Ponte el termómetro —chasquea su lengua y abro los ojos para ver su cara de preocupación —Joder, Star, estás ardiendo.

Me quejo, cuando cojo el aparato de mi mesita de noche y lo llevo a mi axila. Está helado.

—Papá, quiero que esto pare.

Víctor pasa una mano por mi pelo —Y yo también, mi vida, pero cuando la mala racha se aposenta en nuestras vidas...

Tiene razón.

Últimamente todo ha sido un cúmulo de cosas horribles. Primero la muerte repentina de mi abuelo, los reproches de mi abuela, los ataques que le han dado a papá que han sido para llorar, y todo lo mío con...

Dios...

Creo que han pasado muchas cosas en muy poco tiempo y no sé como voy a poner todo en contexto para no marearme y aclarar esta mente mía, que me perturba y machaca.

La muerte de mi abuelo debe ser lo primero que ponga encima de la mesa como tema importante para hablar con mi psicóloga, pero no tiene mucho que explicar. Se trata de la partida de un ser querido al que admiré, y por el que me sentí muchas veces orgullosa.

Acepto que es ley de vida.

Si, vale, le hizo pasar a mi padre mucha mierda, pero Víctor nunca me inculcó rencor, y mi abuelo siempre ha sabido estar a la altura conmigo. Conmigo sí.

Pero bueno, no es el único tema de mi vida. Ahora estoy rota por muchas cosas más, y entre ellas está el rubio de ojos azules que tiene de primer apellido Dawson y me vuelve loca con absolutamente todo lo que hace.

No se separó de mí en ningún momento durante el velatorio y entierro de mi abuelo, independientemente de que yo estuviese enfadada, y creo que es por eso mismo por lo que estoy enferma.
No porque Jad tenga la culpa, si no porque creo que estoy así por como me he comportado con él, que han sido las formas más nefastas y rastreras que jamás imaginé.

Mi cuerpo me reprocha mi comportamiento, y la verdad que lo entiendo, sobre todo porque sé perfectamente lo que significaban esas fotos.

Esto parece haber vuelto al principio, pero no, esta vez busco venganza, busco acabar con todo aquel que quiera jodernos a Jaden y a mí, y ya no voy a agachar la cabeza ni a resignarme, esta vez voy a jugar, y si hace falta hacerlo sucio, lo hago, pero no van a volver a meterse en mi relación porque no me da la gana.

¿A donde vamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora