CAPÍTULO 5. Tensión en medio del caos

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La fiesta al final acabó bien, o por lo menos eso pienso yo, porque mi padre no dejó de estar feliz en ningún momento , mi madre a su vez igual porque ella adora ver a su marido así, y mis hermanas y yo junto al resto de invitados, no dejamos que faltase ni un detalle para acabar la velada cómo se merecía el hombre que me dio la vida.

Estoy inmensamente emocionado de que el Vaquero una vez más se haya superado cómo anfitrión, a la vez de habérselo pasado de diez, y a pesar del buen sabor de boca que también me dejó ver la reacción que tuvo cuando vio las dos entradas que le he regalado para ir a ver el fútbol juntos, no dejo de darle vueltas a algo que nada tiene que ver con esto y que siento que acabó enturbiando un poco mi noche y mis ganas de estar al cien por cien.

Llevo la botella de Ron a mis labios y doy un buche largo, de esos que te dejan la garganta ardiendo y tienes que apoyarte contra la pared para no caerte, por el mareo que te provoca ingerir tanta agua con misterio, de una vez.

La odio. La odio desde lo más profundo de mi alma y juro por mi bisabuela Marie que no me arrepiento de ninguna de las palabras que salieron de mi boca, porque es lo único que ella merece, mi desprecio, por haberme engañado y por haber jugado conmigo cómo si yo fuese cualquier cosa.

Cabe puntuar su espectáculo bochornoso de la noche para saber el grado de locura que maneja, y ver hasta donde es capaz de llegar para quedar de víctima, porque estoy seguro de que Star ha montado en un segundo, la película de su vida.

Vuelvo a beber de la botella y me muevo de aquí para allá, observando las paredes de mi habitación. Allí abajo están mis hermanas y mis padres terminando de recogerlo todo, y yo debería estar acompañándolos y ayudando a ir más rápido, pero necesito descargarme de alguna manera antes de que me vean totalmente sacado de mis casillas.

Cierro mis ojos tocando el puente de mi nariz y suspiro, dejando la botella en la mesa de mi escritorio —Manipuladora, mala persona... —susurro, desviando mis ojos hacia la puerta cuando noto movimiento.

Ya veo que allí abajo ya han acabado.

Ahí está Danielle, asomada, mirándome con cara de circunstancia y negando con la cabeza. Lleva ropa de deporte y una bolsa colgada al hombro, y supongo que hoy no faltará al entrenamiento aunque hayamos pensado pasar el día en familia.

No puedo dejar que me vea así, ahora no, por eso sonrío de inmediato y acomodo mi ropa, mientras ella acaba entrando sin ningún apuro y llega hasta mí con los brazos cruzados.

—¿Ya te vas? —pregunto. —¿Vas a entrenar?

—¿No debe ser fácil, no? —agarra la botella que he dejado hace un momento, con la punta de sus dedos y hace una mueca.

Frunzo el ceño sin quitar la sonrisa de la cara —¿El qué?

Mi hermana pequeña bufa, mirando ahora hacia los ventanales que muestran los edificios altos de Nueva York. —Hacer cómo que no te importa cuando sabes que te mueres por ella.

¿Cómo? ¿Que demonios está diciendo ahora?

No puedo creer que crea en las típicas historias de amor cliché en el que el chico a pesar de que la chica le ponga los cuernos, sigue queriéndola hasta el punto de perdonar algo así (aunque bueno, ella no sabe lo de los cuernos) . Encontraba a mi hermana mucho más inteligente, pero ya veo que la historia de amor "imposible" de mis padres, la ha dejado tontita.

Niego por la locura que acaba de soltar y muerdo mi labio con fuerza —¿De veras crees que a mí se me mueve un pelo por Star, Danielle? ¿Y encima después del teatro tan pésimo que montó anoche?

Mi hermana sonríe, de lo más relajada. —Si no, no estarías hecho un piltrafa y bebiendo a las... —mira su reloj —Tres y media de la tarde —ladea su cabeza — Y que sepas, que minimizar un problema como la ansiedad, te hace ver más capullo de lo que ya estás siendo, así que mide tus palabras.

¿A donde vamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora