—Me has dejado intrigado. Me encantaría probar todo lo que sabes hacer con estos pies, pero para eso, permíteme dar una sugerencia.
—Te escucho.
Se levantó, trayendo su silla y colocándola cerca de la mía. Pude entender automáticamente sus planes y motivos, por lo que moví mi silla, colocándola en una posición donde quedase frente a la suya.
—¿Mejor? — tomé asiento, abriendo mis piernas con la intención de que viese mi prenda íntima y el encaje de mis pantimedias.
—Sabes cómo volver loco a cualquiera. Tienes un cuerpo muy seductor y tentador, por eso lo usas como un arma en mi contra — dejó expuesta su erección y pude apreciar el gran paquete que ocultaba, el cual se veía muy húmedo y duro.
—¿Ya tan rápido estás así de mojado? ¡Qué patético! Algo me dice que no soportarás mucho — mi pie estaba a punto de aproximarse a su erección, pero su mano la agarró en el aire y la elevó, llevándola a la altura de su boca.
—Son lágrimas de emoción. Por fin, luego de tanto tiempo, conoce a una mujer dominante y sexi— su lengua caliente entró en contacto con la planta de mi pie, enviando corrientes eléctricas a mi intimidad—. Si tus pies están así de cuidados, hidratados y huelen tan ricos, no puedo esperar a probar otras zonas más candentes y ocultas de ti — chupó mi primer dedo, dejando visible su lengua y jugueteó con cada uno de ellos a través de las finas medias—. ¿Así que eres bien sensible en esta zona? Entonces ese requisito se trataba de una fantasía oculta y personal.
En mis labios se dibujó una sonrisa y asentí.
—Sí, me excita mucho humillar a los perros como tú — con mi otra pierna fui al ataque, acariciando de arriba hacia abajo con la planta de mi pie, deleitándome con esa mirada tan seductora suya—. Se ven tan patéticos luchando con tal de no quedar mal y hacer el ridículo — sonreí.
—Me gusta tu honestidad. Entonces hazme correr con esos pies, para mí sería un honor ser humillado por una mujer como tú.
Es el primer hombre que me habla de esa forma y me enciende esa mirada tan penetrante, ardiente y sincera.
Dejó ir mi otra pierna y pude tomar el control esta vez con ambas. Estimulé sus testículos, usando mi dedo gordo y la planta del pie cercana a mis dedos para masajear suavemente la zona de manera circular, tal y como lo haría con las manos. Si los hombres supieran lo calientes que nos pone oírlos gemir, seguramente lo harían más a menudo y sin tapujos.
Rodeé su pene con mis dedos, como si se tratara de mi mano y realicé movimientos suaves de arriba hacia abajo para estimular esa zona. Su expresión lo decía todo, tanto como sus palpitaciones y dureza. Esos gemidos y mordidas de labios me mantenían embobada, integrada y a la expectativa.
Mi temperatura se elevó por los aires, no puedo creer que esta ocasión se sienta tan diferente. Frotaba mi entrepierna a la par y, gracias a esa estimulación doble debido a mi ropa interior y la presión del borde de la silla, pude conseguir tocar el cielo por segunda vez en el día. Estaba extremadamente sensible, algo que no me había ocurrido con ninguno de los hombres que cité previamente. Por lo general, las cosas no escalaban de esta forma y tampoco eran capaces de producirme ni cosquillas. Primera vez que alcanzo un orgasmo sin necesidad de tocarme o recurrir a un vibrador.
Mis medias y pies se habían enterado de su descarga, no podía sentirme más satisfecha de ver su expresión de puro éxtasis. Esos temblores debido a las descargas eléctricas por ser masturbado después de haber terminado, eran dignas de admirar. Este hombre es el indicado, por supuesto que debo seguir deleitándome con todo lo que tiene para ofrecerme.
Deslicé mis medias por las piernas y, teniéndolas colgando en mis manos, las coloqué de bufanda en su miembro.
—Puedes quedarte con ellas de recuerdo. Ha sido un placer tenerte a mi entera disposición esta noche. Espero que vuelva a repetirse pronto— me coloqué los tacones en su sitio, luego alcancé mi bolso para buscar el dinero.
—¿Ya te vas?
—Por supuesto. Quédate con la mitad, tómalo como una pequeña propina por tu buen servicio. Nos mantendremos en contacto — le hice un guiño, antes de abandonar la habitación.
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Venganza Silenciosa [✓]
RomanceAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...