Vacaciones

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—Me alegro mucho, mamá.

—¿Te alegras?

—Sí. Te ves muy segura al respecto.

—Oye, mi amor. ¿Qué te parece si nos vamos de vacaciones por una semana?

—¿Nosotros?

—Claro. ¿Quiénes más? Ahora que arreglamos nuestras diferencias y que hemos estado tanto tiempo distantes, sería una buena oportunidad para recuperar el tiempo perdido. No comienzas a estudiar hasta agosto y yo he estado saturada de trabajo y necesito estas merecidas vacaciones, ¿y qué mejor que con mi hijo?

[...]

Francisco vino a vivir de vuelta conmigo, por fortuna, esa señora no tuvo oportunidad de molestarnos, ni mucho menos estropearnos el viaje, pues le he prohibido a Francisco contarle. No le dije a nadie para dónde iríamos. Nos instalamos en el mejor hotel de las Bahamas; la suite, el exterior, las comodidades, la vista, todo era como un sueño. Ya es de noche y llegamos cansados, pero no estoy dispuesta a perder ni un segundo para divertirme y despejar la mente. El descanso será cuando vuelva.

Busqué en mi maleta y saqué la ropa que me estaría poniendo luego del baño. Mi hijo se detuvo en medio de la habitación y se metió las manos en los bolsillos.

—¿Vas a bañarte? — cuestionó.

—Iba a hacerlo, pero si quieres, puedes entrar primero.

—No. Quiero decir, ¿puedo bañarme contigo, mamá? 

—¿Conmigo? ¿Qué dices, mi cielo? No bromees así. Tú estás hecho un hombre ya, debes bañarte solo. ¿Cómo es que a estas alturas estés en busca de que tu mamá te bañe?

Recogí mi cabello en una coleta y apagué mi celular, solo por si acaso. No quiero que nadie interrumpa mis vacaciones y sé que esa bruja es la primera que, en el momento que se entere de nuestro viaje, la tendremos encima y esta vez sí la pondré en su lugar. Ya me ha colmado la paciencia.

Tomé mis cosas y fui directamente al baño. Luego de asearme, me disponía a ponerme la ropa que traje, pero me faltaba la ropa interior. Recuerdo haberla sacado de la maleta.

—Hijo, ¿has visto mi ropa interior? — me asomé por la puerta—. Tal parece que se me quedó sobre la cama o quizá se me cayó en el trayecto.

—Aquí no hay nada, mamá.

—¿Podrías buscarme otra en la maleta?

—Claro.

—Gracias, mi amor.

Cuando salí, él usó el baño y tomé mi tiempo para arreglarme. Quería verme hermosa. Hace mucho tiempo no salgo con mi hijo, tal vez por eso estoy tan contenta.

La camisa que mi hijo llevaba puesta cuando salió del baño era negra y manga larga, aunque las tenía enrolladas en los codos y un pantalón estilo mahón. No sé por qué me trajo a Aurelio a la mente. Quizá porque su forma de vestir es muy parecida. Bueno, probablemente está a la moda. Es la primera vez que lo veo usando una camisa con mangas largas. Siempre ha dicho que las detesta por el calor. Hasta cambió de colonia, esta es mucho más fuerte. Entre más lo miro, me doy cuenta de que me he quedado sin mi niño. Ya está hecho un hombre. Está más alto que yo.

—Tengo al hijo más guapo del mundo.

Venganza Silenciosa [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora