Vivir

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Han pasado once largos y difíciles meses. Mi hijo está asistiendo a sus terapias voluntariamente. Los primeros dos meses fueron los más complejos, pues no me permitían entrar a sus terapias con él, pero a medida que ha pasado el tiempo han habido avances y ahora las terapias son grupales y dos veces por semana. Está bajo tratamiento y medicado, sé que aún hay un largo camino por recorrer, pero todo con paciencia se puede.

Pensé que nuestra relación dejaría de ser la misma y que estaríamos distantes, como si fuéramos dos desconocidos, pero él está poniendo de su parte. Eso, más el apoyo de su abuela ha rendido sus frutos. ¿Quién diría que iba a estar viviendo con mi exsuegra? Por el bien de Francisco hemos hecho las paces. Creo que esta situación le sirvió para mejorar su conducta y darse cuenta de sus errores. Imagino que se sintió culpable, ya que ella siempre quiso patrocinar todas sus conductas, como también permitirle que se reuniera con esos falsos amigos.

Hoy la he visto más quieta que de costumbre. Por lo regular da algunas rondas por la casa, por el jardín o entra a la cocina con tal de evitar que yo lo haga y presumir sus habilidades culinarias. Ella habla de mi arrogancia, pero cuando hablamos de comida, ella se vuelve más arrogante y presumida.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás merodeando por los alrededores?

—Mis energías ya no son las mismas, Altagracia. Hasta respirar me duele. ¿Vas a salir?

—Sí.

—Esto no es asunto mío, pero ¿te vas a encontrar con ese policía?

—¿Y desde cuándo estás tan interesada en mi vida?

—Altagracia, ¿cómo te visualizas de aquí a unos cuantos años más?

—¿A qué viene esa pregunta?

—Curiosidad.

—No lo sé, no he pensando en ello, pues prefiero vivir el presente.

—¿Sabes? Cuando Fernando partió de este mundo, le cerré las puertas al amor, porque para mí no existía nadie más que él. Quise dedicarme a mis hijos, pero cometí muchos errores. No me di cuenta del daño que les estaba ocasionando al querer interferir en sus vidas. Vivía para ellos y en ese trayecto olvidé vivir por mí y para mí. No hay nada más difícil que llegar a esta edad luego de haber visto al amor de tu vida y a tus hijos partir de este mundo, dejándote completamente sola y con un vacío incapaz de llenarse. Los recuerdos de esos momentos especiales que tuviste con tus seres queridos es lo único que al final te llevas.

Se siente tan extraño estar hablando sobre esto con ella. Probablemente porque nunca habíamos estado hablando tan tranquilamente. Bueno, la verdad es que ninguna de las dos nos habíamos dado esta oportunidad de hacerlo.

—Este tiempo que hemos estado viviendo juntas, me ha permitido conocerte un poco. He descubierto que te juzgué mal en el pasado. Quizá porque vi en ti a esa mujer que era; esa que se desvivía por sus hijos y se olvidó de vivir. Mi hijo no te dio lo que merecías y me costó mucho darme cuenta que mi hijo obró mal contigo y con mi nieto. No cometas los mismos errores que cometí, Altagracia. Aún tienes oportunidad de conocer el amor y tener a alguien que te dé lo que mereces. Aunque te hagas la fuerte, todos merecemos experimentar ese sentimiento tan hermoso que florece en tu alma cuando estás al lado de esa persona que amas.

—El amor ya no es como en tus tiempos. Los hombres de hoy en día son como las rosas; te muestran su lado más perfecto, colorido y lindo, pero cuando caes en su encanto y sus mentiras, te entierran las espinas hasta desgarrarte el alma, sin sentir remordimiento alguno.

Venganza Silenciosa [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora