Alcancé a ver a una mujer joven asomarse en toalla en la habitación donde ese día me llevó al cielo tantas veces. Qué irónica es la vida, ¿no? De la misma forma que me llevó tantas veces al cielo, así mismo me dejó caer desde lo más alto. Pero ¿qué esperaba conseguir viniendo a aquí?
—Ya veo — mordí mis labios, dejando escapar un suspiro.
En ese momento solo podía recordar todos los desplantes que le hice. La manera en que lo he tratado todo este tiempo, desde que nos conocimos hasta ahora. Lo que pasó entre los dos solo fue un ajuste de cuentas, pero ¿por qué ese hecho me envenena tanto el alma?
Todo debía acabar esa última noche que nos vimos, pero a estas alturas me aferro a ese algo que despertó en mí; algo que no me explico cómo sucedió y cómo me descuidé, simplemente está ahí y se hace presente cada vez que lo veo.
—Lo siento — no sé por qué esas simples palabras me dejaron sin aliento.
No recuerdo la primera o la última vez que de mi boca salía una palabra como esa.
—¿A qué viene eso ahora, Altagracia?
—No lo sé, simplemente sentí que debía decirlo.
—¿Qué estás esperando diciendo eso? ¿Estás esperando que haga borrón y cuenta nueva?
—No.
—Estoy harto de estar detrás de una mujer que no ve a nadie más, más que a sí misma y que me busca solo cuando está caliente, porque probablemente el otro no pudo darle lo que quería.
—Eso no es cierto.
—Eres una mujer que no le importa pisotear a los demás; eres feliz lastimando a quienes te rodean, a quienes se quedan ahí contigo, a pesar de tu asquerosa forma de ser. En realidad, no sé para qué has venido o qué esperas de mí al pedirme una disculpa. En primer lugar, ¿por qué te disculpas? Una mujer como tú, jamás podría sentir arrepentimiento alguno por lo que hace. Podrás ser la mujer más bella que haya conocido alguna vez, pero de nada me vale esa belleza, si por dentro estás podrida. ¿Sabes qué es lo más triste de todo? Que las personas como tú, siempre terminan solas. Ojalá puedas cambiar ese destino tan miserable y solitario que te espera, Altagracia — cerró la puerta sin siquiera permitir que respondiera.
Nunca había experimentado un dolor tan agudo en mi pecho. No podía respirar adecuadamente. En esos últimos segundos, volví a confirmar lo que era más que evidente desde hace un tiempo para mí. Lo que estaba sintiendo por Aurelio no era algo simple o capaz de olvidar en la cama con otro hombre. Lo comprendí muy tarde.
Así es como todo el mundo me ve; como un monstruo. Así siempre ha sido. Nada de esto es nuevo para mí. Incluso para mis padres siempre fui una molestia, alguien fácil de reemplazar y dejar en el olvido.
Manejé sin rumbo por unos cuantos minutos, hasta detenerme en la tienda y comprar una botella al azar de licor. Supongo que después de todo, quería liberarme de ese sabor tan amargo que me consumía las energías y me quemaba el alma. No quiero reunirme con mis amigas. No voy a presentarme así.
Me detuve en el parque y caminé en busca de un lugar apartado, donde pudiera estar completamente sola. Aunque no estaba tan sola, pues los recuerdos me acompañan a todas partes. Abrí la botella y me senté en la grama con ella, perdiéndome en la vista del cielo, en la hermosa luna y las estrellas. Cada una tan separadas, pero brillando tan intensamente.
—Brindo por ti, por haber encontrado a la mujer ideal y perfecta, a la cual harás muy feliz, y brindo por mí para que pueda sobrepasar esta confusión que me está causando tantos estragos y dolor por dentro.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, agudizando a su vez esa opresión que sentía en el pecho.
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Venganza Silenciosa [✓]
RomanceAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...