Han pasado dos días desde esa noche y no lo he contactado en espera de que sea él quien lo haga. Es la prueba final a la que deberá enfrentarse. Luego de haber aplicado esa estrategia aquella noche, ahora es momento de que rinda sus frutos. A todo hombre les enloquece la indiferencia, estoy segura de que caerá a mis pies muy pronto.
Visité la empresa de Octavio, debía presentarme en su lugar a la reunión ya que aún no regresa hasta el viernes en la noche. Mi suegra ha estado de arriba para abajo, insultando a las empleadas por el uniforme como de costumbre. Siempre tiene algo que decir o criticar. Ella ya no está en edad para tomar decisiones o manejar la empresa, por eso Octavio me pidió que me hiciera cargo. No me gusta estar aquí, me siento fuera de ambiente.
Cada día que pasa, a Leandro le cuesta disimular. Se nota que desea hablar conmigo, pero no podía hacerlo hasta que finalizara la reunión. Se supone que quien haya venido fuera su padre, pero por lo visto, otra vez tuvo que venir en representación suya. No dudo que ese también esté con Octavio pasándola bien con sus amantes.
Leandro tiene un no sé qué, que me enloquece, tal vez sea debido a su falta de experiencia en muchos aspectos. Le llevo siete años por encima. En apariencia luce como un hombre, por su barba alineada, ese porte elegante en traje y buen sentido de la moda cuando de peinados se trata, pero por dentro es como un niño. Sus labios carnosos, nariz perfilada, ojos Hazel y buen cuerpo, lo vuelven una debilidad ante mis ojos. Tan decente, serio y recto que aparenta, pero he conocido tantas divinas facetas suyas que mi mente se ha transportado descaradamente a cada una de ellas. Sus movimientos pélvicos y de caderas son algo fuera de este mundo. Esos bailes seductores son otra cosa. Tiene tremenda soltura.
Tan pronto la reunión con los socios llegó a su fin, él no tardó en sentarse en la silla del lado. Organicé los papeles con ayuda de la mesa, dándole la oportunidad de romper el silencio de una vez.
—Ha pasado una semana desde la última vez que nos vimos y ni siquiera una llamada o un mensaje. ¿Qué sucede? — descansó sus manos sobre la carpeta negra y la abrió, fingiendo que estaba leyendo unos documentos.
—Espero sea el primer y último reclamo, Leandro.
—¿Hice algo mal?
—No. Ya te he dicho que cuando quiera divertirme, seré yo quien te busque.
—Octavio ha estado fuera por casi una semana. Siempre aprovechamos esas ocasiones para vernos. Aparte de eso, te he visto muy conectada a esa página de citas. Encontraste a alguien más, ¿cierto? Eso explicaría que no me busques. No me ocultes las cosas, Altagracia.
Aurelio fue el primer pensamiento que tuve y mordí mis labios instintivamente al recordar lo que hicimos la otra noche.
—En primer lugar, no debo darte explicaciones de lo que hago. No se las doy a mi marido, ¿por qué habría de dártelas a ti? Sabes que sería muy mala fe de mi parte no compartir este sagrado templo que con tanto sacrificio mantengo. Este cuerpo merece darse un gusto de vez en cuando.
—Pensé que conmigo sería suficiente.
—Basta de tanto drama, por favor. Si eso era todo, tengo la solución a tu falta de cariño y atención; veámonos en mi negocio esta noche — puse mi mano en su entrepierna, acercándome lentamente a su oreja—. Has sido un chico muy malo — apreté su erección inesperadamente, sintiendo que su cuerpo se tensó—, y te castigaré por ello.
Me levanté, sin permitir que añadiera algo más y dejándolo encendido. Hombres siendo hombres.
—Mi nieto se ha venido a quedar a vivir conmigo— la voz de mi suegra me detuvo en pleno pasillo.
—¿Qué has dicho?
—Lo que escuchaste.
—Él no ha hablado de eso conmigo. ¿Ese qué se cree? ¿Que se manda solo o qué?
—Mi nieto es un adulto y decide qué hacer y con quién estar. Te la pasas regañándolo, privándolo de muchas cosas y él necesita un respiro de ti. Tu propio hijo te detesta.
—Eres tú quien lo está sonsacando y poniéndolo en mi contra. Después de todo, solo eres una alcahueta, caprichosa y fácil de manipular. Mi hijo no va a ninguna parte contigo.
—Mi hijo le dio permiso, por lo que basta con que él quiera. Él mismo sabe que tú como madre no sirves.
—¡Qué irónico! Lo dice la misma bruja que no supo educar ni corregir a sus tres hijos, la misma que le pasó por alto todo y por eso uno de ellos está en la cárcel, el otro en la tumba, y el siguiente va por el mismo camino del segundo; ahora pretende hacerse cargo de un hijo ajeno. ¡No me jodas!
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Venganza Silenciosa [✓]
RomanceAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...