—No todos son como mi hijo.
—No estaba hablando precisamente de Octavio.
—¿Y de quién?
—Hablo en general, pero no tiene caso hablar sobre ello. Me siento bien y feliz así como estoy. No necesito más desgracias, tengo suficiente con las que cargo.
—Te refieres al policía, ¿cierto?
—¿Por qué insistes tanto en mencionar a ese hombre?
—Se ha estado comunicando conmigo.
—¿Contigo? ¿Por qué? ¿Para qué?
—¿Ahora sí tienes interés de saber? — rio.
—No. Mejor no me digas nada. Ya me voy.
—Ha estado preguntando por tu hijo y por ti. Hablamos una vez por semana, pero en estos meses, no se ha olvidado de llamar ni una sola vez. Cuando me pidió que fuera un secreto entre nosotros, supe inmediatamente que algo estaba ocurriendo entre ustedes. Seré vieja, pero no tonta. Si hubieras visto cómo se puso ese día que le conté sobre lo que estaba ocurriendo con tu hijo. Si no hubiera sido por sus contactos y la rapidez en que actuó, quién sabe lo que hubiese ocurrido. No le importó salir a las carreras del cuartel conmigo, con destino al aeropuerto. Ni siquiera sé si tuvo problemas por haber abandonado el cuartel sin permiso.
Ahora que hago memoria, esa noche él llegó fatigado y sudado a la suite. ¿Significa que sí estaba preocupado, pero quiso ocultarlo por orgullo? Qué interesante gatito…
—¿Y esa sonrisa? Quién sonríe de esa forma en algo bueno habrá pensado.
—¿Qué pasa contigo? ¿Estás jugando a ser cupido o qué? ¿Así que ya no te caigo mal? Quién diría que la bruja estaría tratando de acomodarme a otro hombre.
—Ese apodo no pega conmigo, pero sí contigo, Altagracia. Ya que eres una mujer fuerte e indomable, ¿por qué estás perdiendo el tiempo y no estás llamando a ese hombre que ha sacado una sonrisa en esa cara de culo que tienes?
—Sigues siendo la misma bruja de siempre — dije entre dientes—. No voy a llamar a nadie. Y espero que de tu boca no salga nada de lo que hemos hablado aquí. Para efectos de ese hombre, yo no estoy enterada de nada.
—Dios mío, ilumina a esta mujer tan terca.
—Dios debería iluminarte a ti, a ver si dejas de meterte en mi vida.
—Me quedaré con tu hijo. Ve a hacer lo que tienes que hacer.
—Cualquier cosa llámame. Estaré al pendiente del teléfono.
Tenía planes con unas amigas que hace tiempo no veo. Habíamos quedado en encontrarnos en un restaurante italiano a las ocho, como todavía faltaba media hora, quise matar el tiempo en el camino, pero mi subconsciente me jugó una mala broma. Había estado pensando en la conversación con esa bruja no tan bruja que, cuando caí en cuenta de dónde me estacioné, casi pongo el grito en el cielo.
¿Qué demonios hago en la casa de Aurelio? Peor aún, estacionada una casa después de la suya. Lo que tanto le he criticado a él, es lo que vengo a hacer. ¿Desde cuándo estoy comportándome como una acosadora? Esto es algo que haría un acosador.
Su auto estaba estacionado en la entrada, pero no era el único. Al parecer tenía visita. Para que tenga visita a esta hora, hay una probabilidad muy alta de que esté con alguna de sus amantes.
—¡Ay, sí, el hombre que más se preocupa por mí se está divirtiendo! — dije con voz gruesa—. ¡Mis ovarios! ¡Perro maldito!
Iba a poner mi auto en marcha, pero esa espinita volvió a fastidiarme la existencia. ¿Por qué debo permitirle que se divierta, si ese maldito me privó de la diversión?
No puedo creer que esté haciendo esto. ¿Por qué me estoy comportando como si fuera una maldita niña cobarde?
Le di al timbre, luego de haber estado varios minutos peleando conmigo misma. No esperaba que me atendiera tan pronto, de hecho, llegué a pensar que no abriría. No sé si es por el tiempo que no lo veía o por la ropa que traía puesta, pero se veía más apetecible que de costumbre. Ese pantalón de cuero le marcaba a la perfección sus atributos. ¿Por qué no lo vi así antes? De espalda debe verse mucho mejor.
—¿Qué haces aquí, Altagracia?
—Estoy en busca de tus huevos, vecino.
Eso no era lo que iba a decir, pero hablé más de la cuenta.
—Ah, ¿sí? — sonrió ladeado—. Es una lástima, porque llegaste muy tarde y no me quedan más, al menos no para ti.
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Venganza Silenciosa [✓]
Любовные романыAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...