Dulce

636 94 2
                                    

Vinieron a mi mente los recuerdos de esa última noche y no sé por qué razón en mis labios se formó una sonrisa. Con que dulce, ¿eh? Muy dulce.

—¿Recuerdos? — enarcó una ceja.

—Merecía eso y más. Diría que te quedaste corto.

—¿Qué?

—No hay vuelos disponibles hasta mañana. Ya que estás aquí, ¿quieres ir a tomar algo?

Pensé que rechazaría mi ofrecimiento, pero ese no fue el caso. Por fortuna, en la barra no había mucha gente. ¿Quién diría que estaría aquí con él? No quisiera regresar aún a la habitación. Tengo la cabeza que va a explotar.

—Lamento haber arrastrado a tu hijo a esto — su repentino comentario me llevó a mirarlo.

—¿Haberlo arrastrado?

—Tu hijo fue a visitarme el día que estuviste en mi casa.

—¿Qué? ¿Qué te dijo?

—Me pidió que me alejara de ti, que ya tenías a su papá. Una de sus compañeras me contactó días después solicitando mis servicios, pero me negué. Ahora entiendo la razón por la cual lo hizo. Tal vez quería hacer lo mismo que hizo con tu exmarido.

—¿Servicios? ¿Qué servicios?

—¿Para ti eso es más importante que lo que te estoy diciendo?

—No sabía que estabas vendiendo tu cuerpo. Y eso, que era tu única amante — me tomé el trago de golpe; tuve la sensación de que el trago me supo más amargo.

—¿Te parece que necesito vender mi cuerpo para tener a una mujer en mi cama?

—Entonces, ¿qué tipo de servicios ofreces? — me quedé curiosa, en espera de su respuesta.

—¿Por qué luces tan intrigada o interesada en mis asuntos? Ay, Altagracia, ¿qué está ocurriendo contigo? ¿No me digas que estás celosa? Le exiges a los demás que no sean egoístas y aprendan a compartir, más ahora parece que a quien no le gusta compartir es a otra.

—Luego dices que la arrogante soy yo…

—Porque lo eres, y una muy patética. Pero supongo que ese es uno de tus encantos.

—¿Y mi hijo no te dijo nada más?

En sus labios se ensanchó una sonrisa.

—Aparte de amenazarme, no, nada más.

—Entonces soy quien lamenta haberte puesto en esta situación tan incómoda y difícil. Después de todo, desconocía lo que estaba ocurriendo con mi hijo, pero esto lo resolveré buscando ayuda profesional.

—Me pareció muy rara su actitud, pero de cierto modo, puedo entenderlo. Pensé que eran celos normales de un hijo. Me impresionó su arte y las descripciones tan explícitas que dio sobre ti y de la forma en que iba a obligarme a verlos teniendo sexo. Podría ser un buen escritor si se lo propone.

—¿Te estás burlando de la situación de mi hijo?

—No. No me atrevería a burlarme de algo así. Solo digo que tiene talento. Tal vez suena retorcido y fuera de lugar lo que diré, pero creo que la imaginación hiperactiva que tiene la heredó de ti. Hasta me atrevo a decir que lo compadezco, porque dejando a un lado que es tu hijo, de hombre a hombre, debo admitir que tiene buenos gustos. Es imposible que una mujer como tú pase desapercibida ante los ojos de cualquiera.

Venganza Silenciosa [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora