Venganza

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No ha habido un lugar de la oficina que no hubiéramos usado para satisfacer nuestras ganas. Nos encontrábamos en un profundo calor y éxtasis. A pesar del cansancio y el sudor, ese hombre no se detenía. He perdido la cuenta de todas las veces que toqué el cielo en sus manos. Su condición física y rendimiento está en su mejor punto. Él había terminado una vez, pero aun así, estaba en busca de una segunda. Me ha dado por todas partes. Me parece que esta es su venganza por lo sucedido ese primer día que nos conocimos, aún si es eso, por mí puede vengarse de mí todo lo que quiera, siempre y cuando sea  así.

Mi celular sonó y como estaba sobre el escritorio, tan cerca de donde estaba yo con mis piernas abiertas, entregándome a esa lujuria que consumía todo mi cuerpo, decidí darle un ojeada a ver quién era la persona que estaba interrumpiendo. Es muy tarde para que Octavio me esté llamando. Eso es inusual. 

No planeaba responder, pero a la misma vez, sentí esas inmensas ganas de sacarme ese clavo que me ha atormentado por tanto tiempo. ¿Y qué mejor forma de darle a probar de su propia medicina? 

Respondí la llamada, observando la reacción de Aurelio, a quien no le incomodó en lo absoluto, pues ni siquiera se inmutó a reducir sus profundas embestidas. Al contrario, me atrevo a decir que se volvió más rudo y se endureció mucho más por la adrenalina del momento. 

—Hola, mi amor. 

—¿Dónde estás? — preguntó en el mismo tono seco de siempre. 

Recibiendo lo que tú nunca me has dado… Esa era la respuesta perfecta que deseaba brindarle, pero no era el momento. 

—Estoy reunida con unas compañeras. 

Mordí mis labios al sentir su fuerte empujón, pues casi dejo escapar un gemido de sorpresa. En sus labios se dibujó una maliciosa sonrisa.

—¿Por qué la pregunta, cielo? ¿Qué necesitas? 

Estimuló mi clítoris con sus dedos, profundizando e intensificando sus estocadas. No podía pensar claramente. Estaba a punto de soltar el celular por ese orgasmo que se aproximaba. La excitación era tanta, que tenía la sensación de derretirme por dentro. Lo aprisioné entre mis piernas, no quería que saliera de mí, no en ese momento que tantas ganas de explotar tenía. 

—¿Qué ha sido ese sonido?

Tu mujer corriéndose por el pene de otro hombre... Es lo que me encantaría responderle, pero preferí callar y morder mis labios fuertemente, mientras pasaba ese episodio de contracciones y temblores incontrolables. Cada orgasmo es mejor que el anterior. 

—Altagracia, ¿qué demonios estás haciendo? 

Me puse de rodillas frente a Aurelio, quitándole el preservativo y acariciando mis labios con su palpitante erección. 

—Chicas, saldré a atender la llamada de mi marido. Con el escándalo que tienen no puedo escucharlo — le sonreí a Aurelio, y me sonrió de vuelta—. Dime ahora, cariño. 

Di lo mejor de mí en esa felación que le estaba brindando. Usé todas mis técnicas y mañas para volverlo loco, envolviéndolo con mi lengua, sin dejar ni una sola parte sin explorar con ella. Se veía tan embobado mirándome. Esa mirada tan profunda es única. Parecía disfrutar plenamente de llenar mi boca y, a decir verdad, también me sentía muy excitada haciéndolo. Debía pagarle de alguna manera por haberme hecho sentir tanto.  

—Estoy de camino a la casa. Espero que cuando llegue, ya estés allá. 

Me tragué por muchos años todas sus mentiras, infidelidades, malos tratos, hasta su pésima manera de coger. Ahora lo único que merezco es tragar hasta la última gota de este único hombre que me ha hecho sentir verdaderamente mujer. 

Venganza Silenciosa [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora