Requisito

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—¿Qué hago aquí? ¿No es una pregunta un tanto innecesaria?

—Primero aparece en mi negocio y ahora me lo topo aquí. Aparte de sinvergüenza, ¿también es un acosador? No creo en las casualidades. 

—Las plataformas de citas no son del todo confiables. Quería asegurarme de que mi cita no resultaría siendo un hombre. 

—¿Malas experiencias?

—Pésimas. 

—¿Y el boleto estaba incluído? Si tanto quería llamar la atención, poniéndose de espalda iba a ser más que suficiente e interesante, que siendo tan prepotente. 

—Te ves más rica en persona que en fotos. 

—En fotos nunca te he mostrado mi rostro. ¿Qué te asegura que la mujer de las fotos soy yo? 

—¿Y no lo eres? Estas proporciones serían complicadas, más bien imposibles de igualar. ¿Significa que, si te desnudo, no encontraré ese lunar ubicado en tu ingle? ¿Qué más da? Luego descubriré por mi cuenta cada uno de ellos. 

—Eres muy hablador. La mayoría de los hombres que hablan tanto, hacen poco o nada. Estoy acostumbrada y curada de espanto. 

—Es tu culpa por no saber elegir al hombre indicado.

Mi cuerpo se vio acorralado contra la mesa, recibiendo el roce instantáneo de su cuerpo y sus manos agarrando mis nalgas con descaro. 

—Tu marido está bien ciego— sus ojos cafés exploraron mis pechos y volvió a cruzar mirada conmigo—. Teniendo un mujerón como tú en casa y conformándose con otros pellejos, pero no me quejo. Si él no sabe complacer a su mujer, con mucho gusto lo hago yo. 

Me gustan los hombres que van sin rodeos como él, pero hay reglas y no pienso romperlas. 

—Espero no estés muy ilusionado con la idea. Como bien dije, no me acuesto con cualquiera. Podrás estar bien rico también, hasta mi vagina te ha dado su aprobación contrayéndose, pero una cosa no tiene que ver con la otra. Esta cita nos servirá para conocernos mejor y de pasar este primer encuentro, tal vez podamos conocernos a profundidad y sin que esta ropa estorbe. 

—Eso suena interesante. 

Tomamos asiento, esperando al camarero para ordenar y luego seguir conversando y conociéndonos. No recuerdo que me haya dicho que era casado, pero el anillo en su dedo lo confirma. ¡Qué irónico! Tanto que habla de mi marido, pero él hace lo mismo. Siempre habla quien menos puede. 

—No eres tan distinto a mi marido, ¿sabías? — tomé de la copa del vino para apaciguar mi desconcierto. 

—¿Por qué lo dices? 

—Porque ese anillo en tu dedo es el vivo significado de que hay una mujer en tu casa, pero no has sabido atenderla como corresponde y andas buscando a alguien más en la calle. 

—Mi esposa murió hace dos años. 

El vino se volvió amargo de repente y tragué grueso. 

—Lamento mucho saber eso. 

—No te preocupes. No es la primera vez que sucede. Es normal que asuman eso. 

—¿No es una falta de respeto a su memoria cargar con ese anillo a una cita?

—No es como que se vaya a dar cuenta, ¿no crees? — sonrió ladeado. 

Este tema es muy incómodo. Será mejor cambiarlo. 

—Entonces, ¿tu verdadero nombre es Aurelio? 

—Así es. Me dijiste que te llamabas Altagracia, ¿no es así? 

—Ya debes saber todo sobre mí. Debes tener en posesión mi registro completo. 

—No te equivocas.

—¿Verdaderamente tienes 36? Luces más joven. 

—Me encantaría mantenerme así. 

—Me habías comentado que no era tu primera vez en una plataforma de citas. 

—No es la primera cita que tengo, pero esto se presta para engaños. Me han hecho perder varias veces el tiempo. Uno entra buscando algo y te sorprenden con otras cosas...  

—¿Y estás complacido con esta exquisita mujer que tienes en frente?

—Más que complacido, aunque podría estarlo más si estuvieras completamente desnuda.

—También dijiste que estabas abierto a experimentar cosas nuevas. ¿Cuán cierto es? 

—Totalmente cierto. 

—Existe otro requisito que no te he comentado — me quité los tacones y acaricié sus piernas con mis pies por debajo de la mesa. 

—Ah, ¿sí? Cuéntame. Me interesa — sonrió con picardía. 

—Verás— elevé una de ellas a su entrepierna y froté su inminente erección—, quiero saber cuánto logras soportar. Para adoptar a otro perro inservible y precoz, para eso ya existe mi marido — mordí insidiosamente mis labios. 

Venganza Silenciosa [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora