Deseaba decirle más, pero nos interrumpieron y ella aprovechó eso para perderse. Solamente con verla me hierve la sangre. No la soporto.
Llamé a mi hijo en el intento de convencerlo, pero su teléfono aparecía apagado. Las cosas entre los dos aparentaban ir bien. No sé por qué busca distanciarse. Entiendo que desee hacerlo por Octavio, pero ¿por qué de mí también? ¿Qué hice mal esta vez? Me he esforzado en ser una excelente madre, a pesar de no haber tenido el mejor ejemplo. No quería que la historia de mis padres se repitiera y siento que está ocurriendo.
[...]
Pasé la tarde en mi despacho, cené y me refresqué. Tengo mi baño personal, me gusta eliminar cualquier evidencia que pueda usarse en mi contra. Luego de lo ocurrido con mi suegra, no he podido olvidarlo como quisiera. Todo lo que tenga que ver con mi hijo me afecta en todos los aspectos y duele. Mi hijo es el único hombre por el que he llorado. Así como tiene la capacidad de hacerme feliz, así mismo me lastima con su conducta e indiferencia.
Estaba paseando de un lado para otro en una bata oscura de terciopelo, ocultando la lencería que traía debajo y que escogí para la ocasión. Este body de encaje rojo cuenta con un profundo cuello halter en V, con unos hermosos diamantes en la parte delantera. Las pantimedias semitransparentes me llegaban a mitad de muslo, el cual conecté con los tirantes al borde del encaje. Todo encaja a la perfección en mis curvas.
Despaché a mis empleadas temprano para tener la noche libre y a solas con Leandro, por eso pensé que el ligero toque que hubo en la puerta se trataba de él, pero para mí sorpresa, me topé con Aurelio. Benditos sean los ojos que lo ven. Sabía que vendría a mí, pero no tan pronto. Para mí es un gusto verlo, y más si es uniformado.
—¿Sueles invadir a menudo propiedades privadas? Hay un letrero en la puerta de entrada, pero al parecer no sabes leer. ¿Qué haces aquí? No recuerdo haberte llamado.
—¿A qué estamos jugando? ¿Al gato y al ratón? Este juego ya lo conozco.
Maullé, siguiéndole la corriente.
—Una verdadera gata no oculta sus intenciones, mucho menos teniendo al ratón comiendo de su mano. A no ser que ese papel le quede muy grande.
—Ay, chiquito, has herido mis sentimientos.
—Has logrado el objetivo. Has captado mi atención e interés. Sin duda alguna, deseo conocerte mejor. Es solo que, así como cedí a tu requisito, espero puedas ceder también con el mío.
—Me interesa oírlo. Toma asiento — quise caminar a mi escritorio, pero mi cuerpo se vio tumbado sobre el y mis brazos presionados contra mi espalda.
No tuve tiempo de reaccionar, todo ocurrió tan rápido que mi cuerpo se paralizó por completo. Sentí el roce y la presión de su cuerpo contra el mío. Jamás me había encontrado en una situación parecida. Siempre me ha gustado tener el control, pero esta vez me lo habían arrebatado en un abrir y cerrar de ojos. Y la verdad es que no se sentía del todo mal. No sé si son mis oídos, pero su voz se escuchaba distinta. Ese tono tan autoritario elevó mi temperatura, al igual que sus fuertes manos presionando mis muñecas.
—Esa noche me convertí en lo que tú querías que fuera; entonces esta vez te toca a ti, convertirte en esa perra obediente que busco.
Mi corazón saltó un latido al escuchar esas palabras, tanto que en el fondo me sentí furiosa conmigo misma, por haberme convertido en presa fácil de un idiota que no conozco bien, ni siquiera he tenido sexo con él, pero que provoca un torbellino de deseo y fuego en mi interior como ningún otro.
—¿Interrumpo? — escuché la voz de Leandro detrás nuestro, y maldije mil veces dentro de mí que se hayan encontrado y, peor aún, que haya llegado en el peor momento.
—Tal parece que se te ha juntado el ganado — comentó Aurelio, dejando ir mis brazos—. Falta tu esposo y así formamos el trío de los tres mosqueteros.
—¿Para esto me invitaste? ¿Querías restregarme en la cara que tienes un nuevo amante?
Me enderecé, terminando de quitar esa bata oscura que ocultaba mi encanto y mis buenas curvas. Me había convertido en el centro de atracción de esas dos miradas hambrientas que no dudaron en devorar mi cuerpo entero.
—¿Por qué conformarme con tan poco? Aquí hay suficiente para ustedes dos. ¿Por qué no nos divertimos los tres? — propuse.
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Venganza Silenciosa [✓]
RomanceAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...