Todo

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Las cosas entre Aurelio y yo han marchado bien, solo que muy pausadas. A pesar de vernos varias veces a la semana, todavía no hemos llegado al sexo. Aunque, a veces siento unas ansias locas por saltarle encima y comérmelo a besos, él se ha hecho el difícil.

Me envía mensajes todos los días; por cierto, muy cursis y empalagosos, algo a lo que aún no encuentro cómo responder, pero no niego que me saca una sonrisa leerlos, ya que me cuesta imaginarlo diciéndome todo lo que me escribe por mensajes, en persona.

He estado al pendiente de mi hijo, acudiendo con él a sus terapias sin falta. Algunas veces Aurelio nos acompaña. Su psicólogo ha logrado que ellos interactúen y se puede decir que ha habido un gran progreso. De hecho, ambos han estado en buena disposición de conocerse mejor y cooperar con todos los planes y medidas que el psicólogo crea pertinente. Sus terapias continúan siendo grupales y es agradable verlos compartiendo juntos durante las sesiones.

La bruja, no tan bruja, ha estado detrás de mí, queriendo averiguar sobre mi relación con Aurelio, pues ella dice que ha notado ciertos cambios.

Hablando de relación, no sé qué tipo de relación es la que tenemos. Me lo he ido planteando desde hace varios meses.

He sido una buena mujer; nadie sabe lo que me he tenido que contener. Ese hombre me seduce y me excita con solo respirar. La sangre me hierve como agua para chocolate. Sé que todo esto es una prueba, pero es la prueba más cruel a la que he sido sometida.

Me la he pasado todo el día observando ese arreglo de flores que me hizo llegar a mi despacho esta mañana, junto a una nota donde me citaba para vernos en su casa esta noche. Estaba ansiosa por saber sus razones, se ve que la ocasión es especial, por esos corazones que dibujó. ¿Será que hoy cena pancha?

Estando en mi casa, procedí a darme una exquisita y relajante ducha, en la que me preparé como corresponde, no quiero que me tome desprevenida.

Elegí una lencería única de un tono azul marino, el diseño es elegante y con gargantilla cruzada; de escote alto, corbatas halter, un corpiño de encaje transparente, la cintura es doble con detalles de lazo de satén, correas de liga ajustables, un cierre de gancho en la espalda y elegí una tanga a juego. Las medias me llegaban a medio muslo. Lo haré caer hoy.

Escogí un vestido azul marino para combinar, aunque tenía una doble intención y, es que a él le gusta el color azul, pensé que tal vez debería atacar en su punto débil.

Cuando me recibió en su casa, casi muero de un infarto vaginal. Estaba vestido con una ropa de cuero oscura, muy parecida a la que vi en aquella otra ocasión. Ese trasero apretado es una tentación. Quiero, no, necesito agarrarlas cuando tenga oportunidad.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo, de la misma forma que los míos lo hicieron con él, aunque los míos se centraron en su paquete marcado y los suyos en mis pechos. Esos besos que me da en la mejilla, provocan que desee con todas mis fuerzas que se desvíen a mis labios. Su perfume me debilita las piernas.

No sabía cuál era nuestro destino, hasta que nos detuvimos frente a la puerta de la habitación donde me llevó al cielo tantas veces esa noche. Entonces la cosa va por ahí. Ojalá sea un masaje con final feliz. No está demás fantasear con ello, ¿no?

—Varias veces me has preguntado sobre el servicio que le ofrezco a esas mujeres solitarias e insatisfechas que me visitan. Pues esto es lo que ofrezco.

La habitación por dentro estaba cambiada. Tenía el vivo aspecto de un cuarto para juegos de sumisión. Había más productos que los que recibo en la tienda y eso, que son muchos. Me gusta estar al día con los nuevos productos que salen al mercado, pero hay algunos aparatos que no había tenido el placer de ver antes, eso sí, me hicieron agua la boca.

—La primera vez que entré a esta habitación no había nada de esto. ¿De dónde sacaste todo esto?

—En realidad lo escondí porque, conociéndote, si hubieras visto esto antes, ibas a huir de mí.

—¿Por qué iba a huir? ¿Acaso me quieres volver tu sumisa? ¿O las cosas son al revés?

—No te equivoques. Me excita que lleves la batuta de vez en cuando, pero el secreto en una relación sólida y duradera es variar. Eso es lo que quiero enseñarte; que esto no se trata de pisotear tu orgullo, mi objetivo tampoco es humillarte, pero quiero que entiendas que lo que pase a puerta cerrada, aquí se queda. Ya conozco ese lado dominante y de fiera que tienes, incluso sé que no te gusta arrodillarte ante nadie, pero honestamente, anhelo conocer más de ti. ¿Qué quiero decir con eso? Quiero que tengas ese recordatorio presente; no eres menos por mostrarme tu parte más obediente y sumisa de ti. Después de todo, aquí solo somos tú y yo.

—Me parece más una excusa. ¿Esta es tu forma de desquitarte conmigo luego de lo que te hice? Esos látigos se ven interesantes. ¿Quién diría que eras más pervertido de lo que aparentas ser?

—Altagracia, eres una mujer inteligente y de mente abierta, y eso me enloquece de ti. A estas alturas es ridículo que aun pienses que deseo desquitarme. He decidido mostrarte esta parte de mí, esperando que puedas aceptarla, de la misma forma que acepté tus condiciones al comienzo. Ahora bien, ¿te confieso lo que genuinamente deseo? Deseo compartir todas mis fantasías con una sola mujer; contigo. Así como me gusta estar de rodillas ante ti y acomodarme entre tus piernas, también me gustaría verte haciendo lo mismo. Quiero conocer esa faceta oculta que jamás le has mostrado a nadie. Quiero ser ese único hombre con el que no dudes ni un solo instante en abrirte y ser tu. Contigo lo quiero todo.

[...]

Mis ojos estaban cubiertos por un velo de seda, oscuro pero seductor. Me encontraba en el centro de la habitación en penumbras, donde las sombras susurran secretos y despertaban deseos ocultos.

Sentía sus palabras rozando mi oído, como hilos de seda acariciando mi piel. Me envolvían y me transportaban a un mundo desconocido, donde el deseo y la entrega se entrelazaban en una danza mágica.

Sus manos, firmes y seguras, se convertían en cadenas invisibles que me sujetan a sus deseos. Me abrazaban con fuerza, mientras mi cuerpo se rendía ante él, deseando explorar los límites desconocidos.

Cada caricia era como fuego en mi piel, cada palabra pronunciada con autoridad aceleraba mi corazón. Me sentía libre y cautiva a la vez, entregada a ese juego de poder que nos une en un vínculo único.

En la oscuridad, encontraba la luz de mi propia sumisión, un camino de autodescubrimiento y placer. Era mi guía en esta danza, deslizando su mano por mi espalda como una serpiente hipnótica, dejando un rastro de electricidad en cada centímetro de mi ser.

Perdidos en este laberinto de emociones y deseos, nos sumergimos en un abismo de placer y confianza. Nuestras almas se entrelazaron en un juego de control y entrega, donde cada latido de mi corazón era una melodía que solo él podía dirigir.

Por primera vez me entregué con devoción y deseo, explorando los rincones más íntimos de mi ser, al que hubo un tiempo donde creí que debía resignarme a ese imposible, pero hoy he descubierto que había valido la pena la espera y las ansias locas que me consumían.

En sus manos encontré refugio, la libertad de ser yo misma, de sentirme plena y dichosa. Por primera vez conocí el verdadero placer de ser mujer. Sería incapaz de renunciar ahora a todo esto que me hace sentir.

Venganza Silenciosa [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora