—¿Cómo te sientes? Supongo que esa mirada es una respuesta.
—Tienes muchos talentos ocultos — me senté en el borde de la camilla, sintiendo que mi cuerpo flotaba con lo relajado que se encontraba.
—Te ves mucho más relajada a como te encontré. Te hacía falta desestresarte un poco. ¿Y qué mejor manera que esta? Ya lo sabes, si algún día te sientes estresada y necesitas liberar tensión, aquí podré atenderte como te mereces.
—¿Lo haces con todas tus amantes?
—Mi única amante eres tú.
—Sí, claro — reí con su respuesta, y frunció el ceño—. En esta habitación ahora mismo soy la única — me puse de pie, en busca de mi ropa, pero me acorraló contra la camilla.
—Hablo en serio. No voy a ir con rodeos. Ni siquiera tendría razón para mentirte. Eres la única mujer con la que me estoy viendo ahora mismo.
—Es una lástima. Eres bueno en lo que haces. Existen muchas mujeres que necesitan de este tipo de atenciones. Deberías considerar compartir tus habilidades con más mujeres. Sin duda alguna, tus dedos son increíbles. Dichosa la mujer que pueda tenerlos para ella.
—Estás creando una barrera entre los dos con tu supuesta indiferencia, solo para evitar salir lastimada, pero te recuerdo que no todos los hombres somos como el imbécil de tu marido. Entiendo tu actitud más de lo que crees, hubo un tiempo donde me sentía como tú. Creía que la verdadera felicidad la encontraba en llevar una vida loca, en acostarme con distintas mujeres y luego hacer de cuenta que no existían para mí, pero tuve el placer de encontrar todo lo que buscaba en distintas mujeres, en una sola; mi exesposa.
—¿No te da vergüenza ser tan descarado de mencionar a tu exesposa y hablar flores de ella, habiendo hecho correr varias veces a otra? Acabas de meterme el mismo dedo en que llevas el anillo. Si eso no es ser un cínico, un sinvergüenza y descarado, entonces no sé qué es.
Guardó silencio y me dio espacio para que pudiera recoger mis cosas. Se notaba a simple vista que mis palabras de alguna manera le habían tocado. Creo que se me pasó la mano con lo que le dije, pero él se lo buscó. Intentando hacerse pasar por un buen hombre, cuando todos siempre piensan con la cabeza de abajo.
—Nos veremos en otra ocasión. Digo, si aún tienes interés de pasar un buen rato. Gracias por tu excelente servicio y atención.
Ni siquiera le di tiempo de responder. Quería escapar de esa incómoda situación y su expresión de pocos amigos. Antes no sentía nada cuando me tocaba dejar atrás a un hombre, siento que las cargas del día a día me están afectando demasiado. Tal vez deba tomarme un tiempo de hombres y de sexo, y enfocarme en organizar mi cabeza y mis pensamientos. Siento que voy a volverme loca con tanto.
[...]
Al día siguiente, me reuní con Octavio en su empresa, pues me pidió que almorzaramos juntos. Es inusual su comportamiento, jamás había mostrado interés en actuar como el esposo ejemplar. Hasta me trajo flores. Él jamás ha sido detallista. Es la primera vez que me regala flores sin ser un día especial o por compromiso. Se mostraba muy atento. No quiero pensar que está haciendo todo esto para que me acueste con él. Bueno, ¿por qué otra razón sería?
Antes de abandonar su oficina, me tocó darle un beso y fingir que estaba feliz de estar ahí con él, cuando en realidad, solo quería desaparecer. Incluso su olor para mí es desagradable. En medio del pasillo, alguien me arrastró al cuarto de baño y cerró la puerta detrás de mí.
—Leandro, ¿qué demonios estás haciendo? Octavio está en su oficina.
Él jamás se había comportado de esta forma.
—Tenemos que hablar.
—Estás complicando las cosas. Creí que hablamos lo suficiente la otra noche.
—Me jode que me evadas de esa manera. Lo nuestro estaba en su mejor momento, pero ahora me cambias por otro, como si no hubiera significado nada para ti. He tratado de sacarte de mi cabeza, porque ambos no estamos en el mismo canal; tú no buscas una relación seria, mientras que yo sí lo hago. Altagracia, tú me gustas mucho y no quiero que lo nuestro siga así. Te echo mucho de menos.
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Venganza Silenciosa [✓]
RomanceAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...