—Tú mismo lo has dicho; no estamos en el mismo canal. Desde el principio hablamos sobre esto, está demás que traigas el tema de nuevo.
—No te importo ni un poco, ¿cierto?
—¿Sabes lo que pienso? Que fue un error haberme involucrado contigo. Vive tu vida, disfruta plenamente de ella, conoce más mujeres, haz lo que te dé la gana, mientras te haga bien y feliz, estás joven todavía y te falta mucho por vivir y experimentar. ¿Cuál es la obsesión de una relación, si puedes obtener lo mismo y más sin estar en una?
—No me digas lo que tengo que hacer. No me interesan otras mujeres; a quien quiero es a ti.
Leandro nunca se había tomado el atrevimiento de romper el hielo. Siempre había tenido el control sobre él y la situación, pero al parecer, esta vez se estaba rebelando y no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Miento si no admito que esta parte explosiva de él me atrapó enseguida. Me envolvió de una manera que todo a mí alrededor perdió importancia. Estoy consciente de que, a pesar de su apariencia ruda y cortante, por dentro es un pan divino, tal vez por eso fue imposible negarme a tan exquisitos y deleitables besos.
Siempre he tenido prohibido los besos, por esta misma razón de que envuelven la mente y te confunden. Es una regla que acabo de romper por su culpa.
Levantó mi cuerpo y me sentó sobre la encimera de mármol, retomando esos apasionados besos y permitiendo que quitara su cinturón y bajara el cierre, dejando expuesta su inminente erección. Sé que lo que hiciéramos debía ser rápido, por eso moví mi prenda interior, dándole aprobación a simplemente tomarme. Es la primera vez que estábamos cruzando esa barrera sin retorno, por lo regular solo explorabamos y conocíamos mejor nuestros cuerpos, sin llegar a la penetración.
No tenía preocupaciones en ese momento, ni siquiera por el hecho de estar haciéndolo sin protección con él, pues sé que siempre se protege con las demás y, aparte de eso, estoy operada para evitar sorpresas. De otra forma, no se lo hubiera permitido.
Arremetía contra mí con ganas, sin controlarse ni un poco. En medio de la excitación y éxtasis, no sé por qué Aurelio invadió mi mente. Es como si pudiera verlo entre mis piernas, empujando con esa misma precisión y rudeza que lo caracteriza.
Quería sacarlo de mi cabeza a como diera lugar, por eso decidí que lo mejor sería no mirarlo a la cara. Me bajé de la encimera, dándole la espalda e inclinándome nuevamente sobre ella, manteniendo elevado mi trasero y así pudiera retomar sus embestidas.
Ahora sí tocaba fondo. Estaba al borde del quiebre, pero no por Leandro. Me di cuenta que huyendo de su recuerdo no ganaba nada, al final solo podía pensar en lo que experimenta mi cuerpo cada vez que me toca o me lo hace. El placer que recibo de su parte y en sus manos, no se puede igualar con ningún otro.
Mi cuerpo se acopla fácilmente a la situación, pero mi mente no se sincroniza con el. Mi cabeza está hecha un lío, pero mi interior aclama su pene y sus dedos. Los míos no me brindan lo mismo.
Cerré los ojos, transportándome a esa noche en que por primera vez me sentí genuinamente feliz y completa. Me estaba exigiendo más de lo que podía. Aunque estaba a punto de alcanzar el orgasmo por la forma en que estimulaba mi clítoris, si me encontraba en la cima, no era por Leandro, era por tener una imaginación tan viva. Todo lo que podía imaginar era Aurelio, por eso mi cuerpo estaba reaccionando de esa manera.
—Aurelio — dejé escapar su nombre extasiada, al sentir esa potente presión y escalofríos ocasionados por el orgasmo.
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Venganza Silenciosa [✓]
RomanceAltagracia ha cargado en silencio con la infidelidad e indiferencia de su esposo Octavio. A través de los años ha aprendido a disfrazar su infelicidad y a reprimir sus más anhelantes deseos por su hijo Francisco. Al haberse convertido en una joven...