Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Este capítulo contiene escenas explícitas, leer con responsabilidad.
Recomendación: escuchar Physical de Olivia Newton-John
Abril.
Las vacaciones de pascua habían comenzado. Nick y Bella llamaron varias veces para informar acerca de los avances con Victoria. No eran muchos realmente, pero los lobos seguían en alerta roja hasta que la detuvieran.
Por razones obvias, la castaña no le había dicho nada a Dakota sobre su reconciliación con Nick. Era mejor para ella que no supiera nada sobre vampiros y hombres lobo. Sin embargo, Dakota ya estaba sospechando algo. Un día la sorprendió hablando con Nick por teléfono, pero Francis fingió que era Jacob.
La banda estaba teniendo éxito en aquel bar, después de la segunda fecha, el encargado los contrató para otras dos noches más, hasta les dio una lista de sus canciones favoritas, tal parecía que ellos eran los únicos dispuestos a tocar canciones más actuales.
Su relación con Adam era complicada. No eran novios ni amigos, eran algo raro entre ambas cosas, y cuando alguien les preguntaba sobre su unión, ellos lo negaban rotundamente. Era algo así como una relación en secreto. Cada que tenían oportunidad estaban juntos, casi siempre era en la noche cuando Francis regresaba del trabajo o los días que Dakota no llegaba a dormir, se besaban durante horas sin consumar el acto sexual, parecía como si los dos se acobardaran al último momento.
La castaña estaba en su habitación haciendo tareas en su computadora. Era temprano, por lo que los demás no se habían levantado aún. Fue a la cocina y se preparó un té, al regresar a su habitación, estaba Adam ahí.
—Hola —sonrió Francis.
—¿Por qué estás despierta tan temprano? —se quejó el pelinegro.
Ella se fijó bien en él, sólo llevaba un pantalón de pijama. —¿Te desperté? —preguntó.
—No realmente. Te escuché en la cocina —el chico bostezó. Se recostó en su cama tapándose con las cobijas y cerró los ojos.
Francis dejó su té en el mueble al lado de la cama y se metió entre las cobijas con él. —Si tienes tanto sueño, ¿por qué no sólo seguiste durmiendo y ya?
—Porque quería verte —respondió en un tono más bajo. Abrió un ojo y buscó una de sus manos para entrelazarla con la suya.
Francis sonrió, Adam le parecía tierno. —Claro que sí.
Se miraron fijamente. No era un momento incómodo porque eran íntimos, se apreciaban. No fueron necesarias las palabras. Pero la tensión sexual se acumulaba con el pasar de los segundos.
Y luego, ella dio el primer paso. Se acercó hasta el rostro de Adam y plantó sus labios contra los de él. Al principio fue un beso tierno, delicado y suave, pero se volvía más intenso y deseoso con el pasar de los minutos. Francis apartó las cobijas y subió sobre él, acomodándose en su regazo; Adam puso sus manos en sus caderas.
