Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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Las cuatro semanas que le siguieron después de su cumpleaños, pasaron volando. Ya era noviembre. Entre las clases, sus tareas, la práctica de las porristas y los juegos de los Espartanos (equipo de fútbol), además de seguir pintando y leyendo en casa, Francis no tenía tiempo para nada.
El "bibliófilo", como le había llamado Nick al chico o chica de las notas, no paró de enviarle frases. Todos los días de escuela recibía una. De la misma forma, el día anterior, Francis había le había dejado una nota también, tenía curiosidad de saber su nombre, sin embargo, la persona no le quiso decir. La nota era la siguiente:
"Hola, soy Francis.
Las notas me encantan, gracias por tomarte el tiempo de buscar las frases para mí. ¿Puedo saber tu nombre? Quiero conocerte."
La contestación del bibliófilo fue:
"Estoy contento de que te gusten las frases, busco con dedicación las que podrían gustarte. Me agrada verte sonreír cada que abres una nota. Por si no te lo habían dicho, tu sonrisa es hermosa.
Pero no puedo decirte mi nombre, no ahora. Si quieres conocerme, tendrás que esperar."
—Al menos ahora sabes que es un chico —le había dicho Dakota, leyendo la contestación.
—Igual no me dijo nada —dijo la castaña, frustrada—. Quiero conocerlo, pero respetaré su decisión.
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Un mañana, particularmente fría, las chicas iban saliendo de su clase de Biología y se dirigían a almorzar.
—Tengo hambre —se quejó Francis, haciendo un puchero—. Solo desayuné cereal.
—Vamos hacia la cafetería, no te quejes, Fran. Podrás pedir tu aburrido sándwich de pollo y tu botella de agua, como siempre —respondió Dakota, en tono divertido.
La castaña fingió ofenderse. —No iba a pedir eso —se defendió—. Y mi sándwich de pollo no es aburrido. Me hace feliz.
—Aburrido —repitió la pelinegra, en tono irónico—. ¿Dónde estará Nick?
—¿Alguien ordenó un guapo? —dijo el albino, saliendo por un pasillo a su encuentro.
—Sí, pero Johnny Depp aún no llega —contestó Francis burlona.
Nick soltó una risa. —No seas cruel.
Ya en el comedor, Francis no pudo evitar pedir (con timidez) un sándwich de pollo, cosa que hizo reír a Dakota; luego tomaron las bandejas con sus respectivos alimentos y, sin darse cuenta, se sentaron cerca de la familia Cullen.
