Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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Si tuvieras que describir a Francesca Swan en tres palabras, serían: alegre, inteligente y apasionada.
Recientemente, su madre se había casado con un hombre llamado Phil Dwyer, un jugador de béisbol profesional. Francesca le tenía mucho cariño a su padrastro, según ella, Phil tenía un espíritu libre que encajaba muy bien con su madre, y eso la hacía feliz. Por esa razón, decidió que era hora de ir a vivir con su padre.
Siempre tuvo la sensación de que tenía que cuidar a su cariñosa y caprichosa madre, pero ahora que se había casado nuevamente, y sobre todo que confiaba en Phil, podía dejar ese sentimiento protector y vivir con su padre, Charlie, que extrañaba demasiado.
Francesca siempre fue más apegada a su padre, desde que era una niña. Cada semana, sin falta, lo llamaba para contarle sus días, sobre la escuela, sus amigos, o sus pasiones. Él estuvo muy feliz cuando le comentó su decisión y eso sólo la animó para mudarse más pronto.
Su hermana, Isabella, no compartía la misma idea que Francesca. En palabras de Bella, era muy pronto para dejar a su madre.
Ella, por supuesto, entendía a su hermana, era la menor y la más apegada a su mamá. Ya que a Bella no le gustaba salir mucho, su madre se quedaba en casa para estar con ella, mientras que Francesca salía a pasear con sus amigos o hacer cualquier otra actividad.
Aún así, siguió con sus planes y estuvo segura, que cuando su hermana se diera cuenta que su mamá estaba más que bien, la iba a seguir a Forks.
—¡Francis! —su padre gritó su apodo en cuanto la vio salir del aeropuerto.
Ella corrió a abrazarlo fuertemente. —¡Papá! —exclamó con una amplia sonrisa.
—Me alegro de verte, Francis —le dijo, al tiempo que sostenía su abrazo firmemente—. Apenas has cambiado. ¿Cómo está Renée?
—Mamá está muy bien —contestó, separándose—. Yo también me alegro de verte, papá.
—Mírate, estás más vieja —añadió Charlie, divertido. Le revolvió el cabello con cariño.
Francis se rió. —Bueno, tú no te quedas atrás.
Su padre tomó su equipaje y los dos se encaminaron a la patrulla para iniciar el viaje a Forks.
—He localizado un auto perfecto para ti, y muy barato —anunció Charlie, una vez que se abrocharon los cinturones de seguridad.
—¿De verdad? ¿Para mí? —preguntó, con ilusión—. ¿Qué tipo de coche es?
—Bueno, es una camioneta, un Chevy para ser exactos.
—¿Dónde lo encontraste?
—¿Te acuerdas de Billy Black, el que vive en La Push?
La Push era una pequeña reserva india situada en la costa, Charlie solía llevarla a dar paseos por ahí cada que iba de visita.
—Sí —contestó—. Él solía ir de pesca con nosotros durante el verano.
