Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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Francis miraba al cielo.
Era un día nublado, así que sólo veía las nubes, gruesas y de color gris, que cambiaban de forma rápidamente debido al viento. A veces, se despejaba una parte del cielo y se filtraban por ahí algunos rayos del sol.
A Francis le gustaba mucho ese espectáculo. Sencillo y natural. No pensaba en nada, sólo observaba.
Sin embargo, si ella hubiera bajado la mirada a la altura del suelo, habría visto a todo el pueblo reunido en el funeral de su padre. En un espacio dentro del cementerio, habían colocado el féretro de Charlie; y a su alrededor, cientos de sillas, flores y adornos. El padre de la iglesia ofició la misa. Y todo el departamento de policía le rindió honores al Sheriff caído.
Algunos lloraban en silencio, otros rezaban por su alma, y algunos más contaban anécdotas sobre lo bueno que había sido el Jefe de Policía.
Si tan solo Francis hubiera bajado la vista, habría mirado a sus amigos, Adam, Dakota y Malcolm, cantar melodías dedicadas a su padre.
Si tan solo hubiera bajado la vista, habría mirado a su madre llorar abrazada a su hermana.
Si tan solo hubiera bajado la vista, habría mirado a Billy totalmente destrozado, llorando por la pérdida de su mejor amigo.
Si tan solo...
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Bella dejó a su madre en una silla junto a Phil, y se acercó a Edward. En su rostro se podía ver lo mortificada que se sentía.
—¿Cómo está? —preguntó a su novio. Ambos miraban a Francis, quien estaba sentada en la última hilera, todavía mirando el cielo. A su lado, se encontraba Jasper tomando su mano. El rubio no le quitaba la vista de encima.
El cobrizo negó. —No lo sé —admitió—. La gente se le acerca pero ella no escucha a nadie. Estoy seguro que sólo los mira abrir la boca y no comprende nada de lo que dicen. Se la pasa mirando las nubes.
Bella soltó un suspiro, y una mueca de dolor se instaló en su cara.
—Deberías traerla para que se despida. Ya van a bajar a Charlie —murmuró Edward, señalando con la cabeza hacía el hueco en la tierra, donde el Jefe de Policía descansaría en paz.
