Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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El día del baile, Francis estaba muy emocionada. Su hermana la ayudaba a peinarse mientras ella terminaba de maquillarse. Se colocó el vestido rojo que había comprado y unos zapatos altos, de color negro, que le había regalado Alice.
Jasper llegó a las siete en punto por ella.
Charlie abrió la puerta de entrada y saludó al rubio. —¿Qué tal, Jasper?
—Buena noche, Jefe Swan—dijo, ofreciendo su mano cortésmente.
Francis utilizó ese momento para bajar las escaleras, se congeló en el último escalón, mirando a su novio. Jasper vestía un traje negro y entallado; sus facciones pálidas y hermosas, resaltaban aún más; y su cabello, peinado perfectamente, caía en cascada hasta sus hombros. Se veía realmente guapo.
Él la miró como si no hubiera mujer más hermosa en el mundo que ella.
Charlie, quien estaba en medio de ambos, observaba a los chicos en su embelesamiento. Se aclaró la garganta disgustado. —Tráela temprano, Jasper.
—Papá —se quejó la castaña, avergonzada.
Pero Jasper contestó: —Por supuesto, Jefe Swan.
Francis rodó los ojos. —Vámonos —dijo ella, y subieron al auto.
El rubio tomó su mano y besó sus nudillos. —Te ves hermosa, Frannie —musitó, sobre su piel—, soy afortunado de tenerte.
Francis sonrió suavemente. —Lo sé —bromeó—. Tú también ves muy guapo, Jazz —dijo, y se inclinó para besarlo—. Deberías usar ese traje más seguido, podría besarte toda la noche.
Jasper se rió sobre sus labios.
Entraron al gimnasio de la escuela, en donde habían acomodado un escenario en la pared del fondo, dos mesas con bocadillos estaban junto a las puertas, y la mitad de la escuela se había repartido entre la pista de baile y la comida.
—Tengo curiosidad —expresó Jasper, tomando su mano delicadamente, al tiempo que esquivaban a la gente—. Si a ti no te gusta la música, ¿cómo es que te encantan los bailes?
Francis rió. —No necesita gustarme la música para que me gusten los bailes —dijo—. Me gusta el ambiente —admitió—, todos están felices. Se arreglaron, vinieron con sus parejas o con la chica que les gusta, o con sus amigos, además van a comer y a bailar.
—¿Qué puede salir mal, verdad, Frankie? —preguntó una voz a sus espaldas. Era Nick, acompañado de su pareja, una chica de su mismo grado llamada Avril.
Francis volteó. —Hola Nick, Avril —saludó.
—Hola, Nick —dijo Jasper amablemente y asintió a la pareja del albino en señal de saludo.
—Hola, viejo —contestó Nick—. ¿Has visto a Dakota? —le preguntó a la castaña.
