Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El día de la graduación, Charlie insistió en llevarla en su auto.
La castaña comprendió su punto de vista: los padres tienen ciertos privilegios el día de la graduación. Hablando de padres, Renée no había podido ir, Phil se había lastimado una pierna y no podía viajar, Francis le recomendó a su madre que se quedara con él a cuidarlo y ellas festejarían en otra ocasión.
La castaña se hizo unas pequeñas ondas en el cabello y colocó dos pasadores para recogerlo. Se vistió con lo que Alice le había escogido: un pantalón de vestir y un blazer de color blanco, y un top negro en el fondo. Por último, tomó la toga y el birrete amarillos, y subió al auto con su padre y Bella.
En cuanto llegaron, Charlie pasó el brazo por los hombros de Francis. —¿No estás entusiasmada? —le preguntó.
—¡Por supuesto, papá! No olvidaré este día.
—Éste es un momento importante. Vas a graduarte en el instituto y ahora te espera el gran mundo... Vas a vivir por tu cuenta... Has dejado de ser mi niña pequeña —se le hizo un nudo en la garganta.
—Papá —protestó la mayor—, no vayas a ponerte sentimental que lloraré muy temprano.
—¿Quién se pone sentimental? —refunfuñó—. Disfruta de hoy porque en unas semanas estarás en la gran Seattle con tu amiga Dakota.
Francis sonrió ampliamente. —¡No puedo esperar!
Su padre rió al oír el tono agudo de su voz y la estrechó por los hombros, luego, la dejó en la puerta trasera del gimnasio y dio una vuelta alrededor del mismo para acudir con Bella a la entrada principal con el resto de los padres.
Mientras se ponía la toga y el birrete, Francis se encontró con Dakota y Nick.
—¡Qué guapas están! —exclamó Nick al verlas—. Ya hacía falta un baño ¿No es así? —bromeó.
Dakota soltó una risa. —Idiota.
En ese momento, Jasper apareció y abrazó a Francis por la cintura.
—Hola —saludó la castaña sonriente.
—Estás preciosa, Frannie.
—Sí, como siempre —bromeó.
El rubio sonrió y la besó tiernamente en los labios.
Se armó un circo cuando la señora Cope, de la oficina principal del colegio, y el señor Varner, el profesor de Cálculo, intentaron ordenarlos a todos alfabéticamente.
—Hale, a las filas de delante —dispuso el profesor Varner a Jasper—. Y usted, señorita Weber, a la última fila.
Francis se quedó sola con Nick, ambos tomaron asiento en las sillas que pusieron para ellos.
