Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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El lunes temprano, Jasper le aviso a Francis que no iba a asistir a la escuela, pues su excursión a Goat Rocks se había extendido un poco más de lo esperado. La castaña estaba un poco decepcionada por no ver a su novio, pero lo dejó pasar gracias al clima, después de muchos días, el sol por fin había salido y todos disfrutaban de él asoleándose en el patio de la escuela.
El martes, las chicas se habían puesto de acuerdo para ir a Port Angeles a comprar vestidos para el baile de Primavera. Sólo iban Francis y Dakota con sus respectivas hermanas, para beneficio de las mayores, Jessica no había podido ir con ellas, porque tenía una cita con Mike Newton.
Bella sólo quería ir para ubicar una librería, pero igual las ayudaría a elegir sus vestidos.
En la tercera tienda a la que habían entrado, Francis salió del probador con un vestido rojo, tenía tirantes delgados, y enmarcaba su cintura. Era un vestido largo y holgado, pero tenía una abertura en la pierna derecha.
—¡Ese me encanta! —exclamó Dakota al verla.
—Sí, ese es —asintió Angela.
Francis se vio en el espejo y sonrió. —¿Qué te parece, Bella?
Su hermana no parecía muy interesada en el asunto, pero Francis ya la conocía, tenía que presionarla un poco para que dijera su opinión.
—Te queda bien —repitió Bella.
—No, eso dijiste del último —riñó la mayor—. Vamos, puedes hacerlo mejor.
Bella se mordió el labio. —De acuerdo —dijo—, creo que el rojo resalta tu bronceado, y si usas uno de tus labiales con brillo te verás increíble.
Francis sonrió satisfecha. —Bien —dijo—. Tienen razón, llevaré éste.
Regresó al probador y se cambió. Era la única que faltaba, pues Dakota y Angela ya habían escogido sus vestidos. Pagaron sus respectivas prendas y salieron hacia la calle dirigiéndose al puerto, donde habían estacionado el auto de Dakota.
—Aún es temprano para ir a comer —comentó Angela, mirando su reloj de muñeca.
—Yo quiero buscar una librería —comunicó Bella—. ¿Nos vemos en el restaurante?
—Claro, Bella —contestó Angela.
—Iré contigo —dijo Francis—, sé dónde queda una —luego miró a Dakota—. ¿Puedes guardar mi vestido en tu auto?
—Claro Fran, dámelo.
Francis le pasó la bolsa y se fue con su hermana a buscar la librería.
Llegaron a una y entraron. Bella miró algunos libros, pero no le llamaron la atención. Así que decidió ir a otra, solo que Francis no conocía más, y se dedicaron a caminar entre las calles llenas de tráfico.
Ya estaba oscureciendo cuando dieron vuelta en una calle, la cuál no tenía muchos negocios abiertos. Al cruzar otra calle, Francis comenzó a darse cuenta de que iban en la dirección equivocada. Las pocas personas que habían visto se dirigían hacia el norte y la mayoría de los edificios de la zona parecían almacenes. Bella también lo notó.
