Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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Los efectos secundarios de las pastillas habían desaparecido, por lo que Francis se sentía muy bien, y no había vuelto a tener episodios de ira.
Los ensayos de la banda fueron retomados por los chicos. Y gracias a Tom, el novio de Dakota, consiguieron que los contrataran para tocar dos noches en un bar, donde hacían espectáculos para "Rock en vivo".
Esa noche, Adam salió de su habitación y fue hacia la sala de estar donde estaba Francis viendo la tv.
—¿Qué ves, Fran?
La castaña lo miró, y sonrió cuando él se sentó junto a ella. —Una serie, se llama Scorpion.
—No había escuchado de ella —comentó el pelinegro—. ¿Es buena?
—¡Por supuesto! Es de un grupo de genios que resuelven amenazas nacionales, tiene que ver con la tecnología y esas cosas.
Adam la escuchó hablar y hablar sobre esa serie, ella estaba tan animada que él compartió su emoción. Un brillo inusual apareció en los ojos del pelinegro. Incluso, se quedó pensativo por unos instantes, meditando sobre porqué Francis le parecía tan bonita.
—¿Adam? ¿Estás bien? —preguntó la castaña de pronto, sacándolo de sus pensamientos.
—Sí —contestó distraído—, estaba pensando que... la podríamos ver juntos, ya sabes, para que me ayudes a entender y eso.
—¡Claro que sí, A! —respondió—. Es buenísima, vas a ver.
Él sonrió suavemente. —Vale.
—Hey, ¿conseguiste la camioneta para los instrumentos? —preguntó Francis. Ese día era su primera presentación y aún estaban arreglando los últimos detalles.
—Sí, Tom nos ayudó, su primo tiene una camioneta grande y nos la prestó por el tiempo que la necesitemos.
—Tom nos está resolviendo la vida, ¿eh? —rió Francis—. Ahora sé porqué Dakota no se le despega.
—¡Te escuché! —gritó la pelinegra, desde un lugar en el pasillo.
Adam y Francis rieron divertidos.
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Su banda, Lewis Slaves, estaba casi lista para tocar en el escenario, sólo hacían los últimos arreglos y pruebas de sonido.
Francis estaba un poco nerviosa, no quería arruinar su primera presentación. Acomodada en el asiento de su batería, movía el pie nerviosamente y ya se le había caído una baqueta dos veces seguidas.
Adam, al verla de esa manera, se acercó a ella. Tomó una de sus manos delicadamente y la hizo levantarse del banco. —Todo va a salir, Fran —alentó.
