Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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Dos semanas después, los días se volvieron más helados, y entraron las habituales nevadas de diciembre.
Todo iba de maravilla, Jasper y Francis se volvieron muy unidos. Cada que tenía oportunidad, el rubio la acompañaba hasta su siguiente clase o la esperaba fuera del gimnasio para ir a su curso de Pintura. Alice también se acercó más a la castaña, pero Jasper le había pedido que no la invitara a ningún lado hasta que estuvieran saliendo oficialmente, y ella aceptó.
Sus amigos no se quejaban, de hecho, estaban felices por Francis, la apoyaban completamente. Eso sí, lo único que reclamaban era la hora del almuerzo.
—Frankenstein, ¿ese es tu celular? —le preguntó el albino, señalando su bolso.
Francis se encontraba viendo a la mesa de la familia Cullen–Hale, preguntándose por qué nunca los había visto comer o beber algo.
—Ah, sí, no lo escuché —contestó distraída. La castaña buscó el celular.
Dakota rió. —Ese Jasper te tiene en otro mundo.
—Calla, tonta —le dijo, riendo. Luego contestó la llamada entrante—. ¡Bella! Qué milagro, hermanita.
—Fran, ¿cómo estás? —preguntó su hermana.
La castaña captó una voz diferente en ella.
—De lo mejor, ¿y tú, Bells? —preguntó seria—. Te escucho rara. ¿Qué pasa?
—Yo... quería decirte que —comenzó Bella, vacilante—. Uhm, tal vez tenías razón. Quiero decir, mamá está más que bien con Phil —dijo muy incómoda.
Francis lo pilló al vuelo, y soltó una risa. —Los encontraste en su sesión de besos nocturna en la sala, ¿verdad?
—No quiero hablar de eso —masculló entre dientes.
La castaña volvió a reír. —Te lo dije, mamá va a estar bien.
—Bueno yo... he decidido que podría vivir con ustedes un tiempo —dijo, insegura.
Francis sonrió ampliamente. —¡Sí! Bella, no te arrepentirás, vivir con papá es estupendo. ¡Y podemos hacer pijamadas como en Phoenix!
—Ya me estoy arrepintiendo —admitió su hermana, pero Francis percibió que estaba sonriendo, a regañadientes, pero sonreía.
Las hermanas compartieron algunas palabras más, en donde Francis le aseguró que ella se encargaría del trámite escolar, y luego colgaron.
