Capítulo 3. Victoria

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En el camino hacia el bar, Francis iba absorta en sus pensamientos

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En el camino hacia el bar, Francis iba absorta en sus pensamientos. Se sentía un poco culpable porque había aceptado quedarse en casa ese sábado y no lo había cumplido.

Pero se le olvidó rápidamente cuando Adam sacó un tema importante a relucir.

—Estuve pensando un poco —comenzó—. Esta es nuestra última presentación en lo que se calman las cosas por aquí, además ya vienen las vacaciones de verano y nosotros nos irémos a Fork por petición de nuestros padres —se señaló a él y a Francis.

—Sí ¿Qué hay con eso? —preguntó Malcolm.

—Bueno... Quiero que vengas con nosotros —le dijo al chico rizado.

Francis y Malcolm miraron a Adam curiosos.

—Piénsenlo un momento —sugirió—. Francis, Dakota y yo estarémos en Forks todo el verano, pero si Malcolm viene con nosotros podríamos conseguir algún lugar para tocar en Port Angeles.

—No suena mal —dijo Francis asintiendo y mirando al rizado—. Ven con nosotros Malcolm, así no te expones al peligro que hay en Seattle en estos momentos.

El chico lo pensó unos segundos. —De acuerdo —aceptó.

(...)

—Hey ¿Cómo está mi castaña favorita? —preguntó Robin al verla. El bartender pelirrojo de aquel bar siempre le sacaba una sonrisa.

—Hola, Robin —saludó—. Estoy bien, gracias por preguntar.

—¿Y cómo está tu ex novio? —preguntó el pelirrojo por Adam, con quien siempre la molestaba.

Francis rodó los ojos. —Empiezo a creer que te gusta Adam, cada que me ves preguntas por él. Además, ya te dije que nunca fuimos novios.

Robin soltó una risa. —Sólo me gusta verte enfadada diciendo que el chico no es tu novio cuando claramente hubo algo entre ustedes, o dime ¿La canción que te dedicó fueron puras mentiras?

—¿Cómo sabes de esa canción? —preguntó avergonzada—. No la tocamos en este bar.

—Tengo mis contactos —Robin soltó una risa y le guiñó un ojo—. "El desastre llegó a la habitación..." —cantó una parte de la canción de Adam.

—Dioses, Robin, cállate —pidió Francis divertida—. Mejor sírveme un tequila.

El bartender sonrió. —A la orden.

(...)

Al otro día en la madrugada, Francis despertó porque su celular no dejaba de sonar. Como pudo tomó el teléfono y lo silenció, tenía un dolor de cabeza leve por los tragos que había bebido la noche anterior. Se acurrucó para dormir de nuevo, sin embargo, el celular volvió a vibrar.

—¿Qué? —contestó malhumorada.

—Por fin contestas, Frankenstein —le riñó Nick—. He tratado de localizarte desde hace media hora.

FRANCESCA SWAN || Jasper Hale ✓ *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora