Capítulo 4. Bye, Seattle

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Francis preparaba su pequeña maleta para acampar una noche en el bosque, cuando su celular sonó

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Francis preparaba su pequeña maleta para acampar una noche en el bosque, cuando su celular sonó. Era un número desconocido pero con lada de Florida.

—Hola —contestó insegura—. ¿Mamá?

—¡Hola, mi amor! —exclamó Renée.

—¿Qué pasó con tu otro número? —preguntó—. Estuve llamándote por varios días pero no respondiste.

—Hay, hija —dijo Renée impresionada—. Lo perdí aquí en la casa, escuchaba las llamadas entrantes pero no podía localizarlo, después de dos días ya no se escuchaba nada ¿Puedes creer que estaba en el lavaplatos? Cuando Phil lo halló estaba inservible.

Francis soltó una risa, definitivamente era algo que podía pasarle a su madre. —Ay, mamá, ten más cuidado.

—Lo sé, lo sé, Francis —respondió despreocupada—. En realidad, quería hablarte de algo.

—¿Qué es?

—Es sobre Edward y Bella —admitió—. Hay algo diferente entre ellos. Él siente algo muy intenso por Bella... y muy delicado. Me da la impresión de no comprender del todo su relación. Es como si me perdiera algún secreto.

Francis se quedó sin habla.

—Y no es sólo él —prosiguió Renée—. ¿Has visto la manera en que Bella se mueve alrededor de Edward?

—¿Qué quieres decir?

—La manera en que anda, como si él fuera el centro del mundo para ella y ni siquiera se da cuenta. Cuando él se desplaza, aunque sea sólo un poco, Bella ajusta automáticamente su posición a la de Edward. Es como si fueran imanes, o la fuerza de la gravedad. Nunca había visto nada igual.

Francis hizo un gesto de asco. —Eso suena enfermo, mamá —dijo—. Creo que lo que quieres decir es que Edward es un posesivo y Bella una dependiente.

Renée soltó una risa. —Estoy diciendo tonterías, ¿verdad?

—Yo no diría tonterías, mamá.

—Sí, tal vez es porque soy su madre —admitió Renée—. En fin, cariño, nos vemos en la graduación de Bella.

A las seis en punto, tocaron el timbre del departamento. Cuando Francis salió de su habitación, Adam ya tenía la puerta abierta y estaba saludando al rubio animadamente.

La castaña tosió falsamente.

Adam le susurró al oído mientras pasaba a su lado. —Que te diviertas.

—Traidor —le susurró Francis, de igual manera.

Jasper los miraba divertido desde la puerta.

—Vámonos —dijo la chica.

Ambos subieron al auto de Jasper y se alejaron rápidamente de Seattle en dirección al este. Después de unos cuarenta minutos, entraron en un camino de terracería muy empinado y continuaron por otro cuarto de hora.

FRANCESCA SWAN || Jasper Hale ✓ *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora