|Saebyeok|
Llevábamos un largo rato encerradas, Jiyeong buscaba con la mirada a su chofer por la ventana mientras yo seguía sentada en su cama.
—Sólo esperemos un rato y veamos la película, tal vez él no está en casa—dije viéndola.
—¿Estás segura?
Asentí con la cabeza y ella puso la película que habíamos elegido en su televisión, que por cierto, yo sólo tengo una televisión en mi casa, precisamente en la sala de estar y la suya es enorme, además de tener una sala de cine.
Ella se acomodó en la cama y yo seguía sentada. Dio pequeños golpecitos con la mano a su lado mientras me veía en señal de que me acomodara junto a ella. Lo hice tímidamente y agradecí que su cama fuera grande, porque aún me ponía nerviosa estar tan cerca de ella, pero a la vez me gustaba demasiado.
(...)
Llevábamos media hora de la película y a decir verdad, no era lo que esperaba, era aburrida y ya me estaba dando un poco de sueño.
Al mirar a mi lado, noté que Jiyeong tenía los ojos cerrados. Se veía tan adorable que daban ganas de abrazarla y no soltarla mas. Me giré hacia ella y dejé de prestarle atención a la película para admirarla. Ella es tan hermosa.
Subí una mano para quitar un mechón de pelo que tenía en su cara y ella despertó. Sin abrir sus ojos, se acomodó mejor en la cama emitiendo un gruñido que me hizo soltar una risita. Volví a subir mi mano, pero esta vez para acariciar su mejilla. No podía dejar de mirarla, con ternura y sentimientos de protección.
Comenzó a abrir sus ojos lentamente y fijó la vista en mí con una sonrisa. Yo seguía acariciándola. Ella tomó mi mano y también la acarició.
—Eres muy adorable cuando duermes ¿lo sabias?—dije acomodándome aún más cerca de ella.
Nos encontrábamos frente a frente. Ella llevó mi mano a sus labios y dejó un pequeño beso antes de levantarse de la cama.
—¿Qué harás?—pregunté confundida. Sólo quería estar con ella de esta manera por un rato más.
—Ver si mi chofer llegó—dijo acercándose a la ventana.
—Ahora la que quiere pasar un rato contigo soy yo—admití.
Ella se volteó a mirarme con una sonrisa y volvió a la cama, esta vez me abrazó por la cintura y puso su cabeza en mi pecho. Era primera vez que me abrazaba.
—¿Qué me estás haciendo? Hace mucho que no sentía esto—dijo ella.
—¿Eso es bueno o malo?
—Muy bueno.
La acerqué más a mí con mi brazo y comencé a acariciar su cabello. El día estaba frío, y para ser sincera, sentir su calor corporal me agradaba un montón.
—¿Sae? Si pudieras elegir un lugar donde ir, el que sea ¿dónde irías?—preguntó.
—Cuando yo era pequeña, mi padre me contaba cuentos, todos se situaban en la Isla de Jeju, él lo hacía porque su sueño era ir algún día, así que tal vez elegiría ese destino, y si pudiera, obviamente iríamos juntos.
—La Isla de Jeju es hermosa, fue uno de los viajes que hice con mis padres.
—Tienes mucha suerte—respondí aún acariciando su cabello.
—Tal vez podamos ir juntas en algún momento, claro, llevaríamos a tu padre con nosotras.
No podía ver su rostro pero sabía que estaba sonriendo. Y oírla decir eso también me hizo sonreír.
—¿Aún quieres estar conmigo?—preguntó.
—¿Cómo?—no sabía a qué se refería, lo que causó un leve sonrojo en mi cara.
—Aquí, encerradas en mi habitación.
—No me molestaría, pero aún me quedan tareas por hacer.
Esta vez ambas nos levantamos de su cama y miramos por la ventana, hasta que logramos ver a lo lejos a su chofer lavando el auto. Jiyeong comenzó a gritarle pero él no oía, así que llevé mis dedos a mi boca y solté un silbido, lo que provocó risas en ella.
Él caminó acercándose más para poder oírnos y Jiyeong le explicó la situación gritándole desde la ventana para decirle dónde se encontraban las llaves. Minutos después, llegó a abrirnos y ella le agradeció.
—Ya debería continuar con mis tareas—dije mientras bajábamos las escaleras.
—¿Quieres que te siga ayudando?
—No es necesario, en serio.
Ella insistió pero aún así no la dejé, así que decidió salir a dar un paseo con su chofer al centro comercial.
(...)
Pasó un largo rato y Jiyeong todavía no llegaba. Ya había terminado con mis tareas de hoy así que como tenía mi rato libre antes de volver a mi casa, fui al comedor y saqué mi libreta de dibujos para mantenerme ocupada. Esta vez, decidí hacer un retrato de Jiyeong, ni siquiera sabía si ella alguna vez lo vería o si me atrevería a mostrárselo, porque jamás ha visto algún dibujo mío y para ser sincera, me da un poco de vergüenza. Aunque la verdad, nadie nunca ha visto algo de lo que he hecho y no dejaría que nadie tomara mi libreta.
(...)
Oí la puerta principal e inmediatamente cerré mi libreta. A los segundos vi aparecer a Jiyeong con unas cuantas bolsas en la mano.
—Regresé, y compré algo para que comamos juntas antes de que te vayas—dijo ella dejando todo en la mesa.
Me acerqué a ella y tomé su mano para que se detuviera. La tomé del mentón e hice que me mirara a los ojos.
—Gracias—susurré.
—¿Por qué?
—Por ayudarme tanto hoy y porque a pesar de habernos quedado encerradas y de que la película haya estado aburrida, pasé un rato muy agradable contigo, yo jamás pensé que esto podría pasar.
—Y gracias a ti por hacer un esfuerzo—sonrió.
La acerqué más a mí y dejé un beso corto en sus labios.
—Oye ¿en serio piensas que soy una enana molesta?—preguntó cuando nos separamos y al instante recordé mis palabras de hace un tiempo.
—Primero, sobre lo de enana, a decir verdad, me gusta que seas bajita, te hace ver muy tierna y adorable, y de que eres molesta, tengo que admitir que antes sí lo creía.
—¿Y que mi voz es irritante?
—Sólo cuando discutimos, pero la verdad es que tienes una voz dulce, sólo cuando no gritas—reímos ambas.
—Es bueno saberlo—sonrió.
La atraje más hacia mí y la abracé, ella escondió su cabeza en mi pecho.
—No sé lo que me está pasando contigo—dijo abrazándome aún más fuerte.
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Te odio a millones |Jibyeok
FanfictionKang Saebyeok, una chica de veintidos años se ve en una situación en la que ya no puede pagar lo básico de su hogar, junto con ello, debe enfrentar lo dura que ha sido su vida e intentar salir adelante como sea, aceptando el trabajo de la señora Min...