Capítulo 5: No soy tu niñera.

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|Saebyeok|

Cuando salí de la habitación de Jiyeong, las palabras escritas en ese trozo de papel daban vueltas en mi cabeza. Ella no estaba bien. "¿Por qué no me llevas contigo?", sólo pude imaginarla escribiendo eso, sintiendo tanto dolor, tanta desesperación. La imagen de mi madre vino a mi mente de inmediato.

Ella falleció cuando yo tenía apenas cinco años, no lograba asimilar que ya no la tendría conmigo, no volvería a sentir sus abrazos cálidos, sus caricias, su amor, no volvería a verla.

Bajé las escaleras dirigiéndome al colgador para tomar mi chaqueta y bolso, cuando sentí la puerta abrirse. Me volteé, encontrándome con la señora Minying.

—¡Hola, Saebyeok! ¿ya te ibas?—me saludó dejando su bolso en la entrada.

—Hola señora Minying, si, ya estaba por salir.

Por un momento dudé en contarle lo que me había encontrado en la habitación de su hija, pero pensé en que si le llegaba a decir algo a Jiyeong, ella se enfadaría conmigo, así que preferí guardármelo.

—Te dejaré ir entonces, pero antes quiero saber una cosa.

La miré esperando que siguiera hablando. Por un momento temí que Jiyeong le haya contado sobre mis palabras durante el día, cuando la traté de niña malcriada y mimada, pero su pregunta me sorprendió.

—¿A qué hora se está despertando Jiyeong en las mañanas?—preguntó.

Sentí un enorme alivio de repente por esa pregunta tan inesperada, no quería perder mi trabajo por algo así.

—La verdad es que no muy temprano, a veces baja a desayunar cerca de las doce y está almorzando a las tres de la tarde, aproximadamente—acabé de decir y ella asintió con la cabeza.

—Bien, quiero que comiences a despertarla temprano, ella no puede seguir así, a veces cuando llego, ella está de muy mal humor y se duerme muy tarde.

—Señora Minying, ella...

—Ustedes pasan más tiempo juntas ahora ¿crees que Jiyeong debería estar con algún psicólogo?—preguntó interrumpiéndome, cosa que agradecí, porque sentí nuevamente la puerta principal abrirse.

Ambas nos giramos por el ruido.

—Llegaste, mamá—dijo Jiyeong.

—¿Dónde estabas, cariño?

—Fui a comprar café, se había acabado—le respondió.

—Bien, creo que ya debería irme, se me está haciendo tarde—dije acomodando mi bolso en mi hombro.

—Gracias, Saebyeok, estás haciendo un muy buen trabajo, nunca había visto mi casa tan reluciente—mencionó la señora Minying con una sonrisa.

—No es nada—sonreí—adiós, que tengan una linda noche—dije tomando la manilla de la puerta.

Por un momento me giré a mirar a Jiyeong, mantuvimos contacto visual por unos segundos.

—Adiós, Jiyeong, nos vemos mañana—me dirigí a ella.

Sólo la vi asentir y cerré la puerta para comenzar a caminar. El trayecto a mi casa era larguísimo, ni siquiera sabía cómo podía mantenerme de pie y hacer cosas todo el día si debía levantarme cerca de las seis de la mañana para llegar aquí a las nueve. Mis días estaban siendo agotadores, pero al menos ahora podía pagar la renta y darme algunos gustos con las comidas.

En el camino no pude dejar de pensar en la carta del padre de Jiyeong detrás de esa foto, ni en lo que ella había escrito. Me sentí realmente mal, porque por un momento me vi en su lugar.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora