Capítulo 27: No merecías sufrir.

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|Saebyeok|

—Te quiero—dije finalmente, en un susurro.

Pero con lo que ella no contaba, era que yo no estaba mintiendo, era cierto... y con ella no fue difícil decirlo, y yo sabía exactamente la razón.

Me miró por unos segundos y salió de la cocina con su desayuno en una bandeja. Hizo un gesto para que la siguiera y fui tras ella.

Llegamos al comedor y nos sentamos una frente a la otra. Le dio un sorbo a su café y abrió su boca para decir algo, pero noté que se arrepintió ¿Qué estará pasando por tu cabecita, Jiyeong?

—Oye... te lo dije en serio—me atreví a hablar.

—¿Cómo?

—Te quiero, pero de verdad, no te mentí.

No levantaba la vista de su taza.

—Y eso me aterra—respondió.

—¿Por qué?

Se quedó en silencio por unos segundos y habló.

—Te diré algo, pero no quiero que intentes evitarme o volver a alejarte de mi, pero esta enana insoportable y caprichosa... también se encariñó contigo y... también te quiero, Sae.

Intentaba asimilar lo que había oído salir de su boca. Estaba sonrojada y nerviosa por la conversación que estábamos teniendo, pero me sentí demasiado bien al oírla decir eso, como si necesitara escuchar esas palabras.

—No me voy a alejar de ti—respondí.

—El problema es que, me da miedo que me quieras más de la cuenta... siempre termino decepcionando y fallándole a las personas que lo hacen.

Ella no podía mirarme, sólo jugaba con sus manos en la taza.

—Es demasiado tarde para pedirme eso, Jiyeong.

—No digas eso.

—Seré muy sincera contigo, y es que a pesar de todo lo que pasó ayer, de mis confusiones y que quise renunciar, realmente agradezco haber tomado este trabajo y que tu madre me haya aceptado aquí, porque te conocí, y sé que no tuvimos el mejor comienzo, pero estoy aquí y ahora la razón por la que me quiero quedar, eres tú.

Esta vez fue ella quien estrechó su mano por la mesa, yo la tomé y sonreí. Ella tenía una mirada triste, aún así me sonrió.

—¿En qué piensas?—pregunté sin soltar su mano y comenzando a acariciarla.

—En que yo no quise que te fueras, pero la verdadera razón no era porque este es tu trabajo, era por mí, y eso me hace sentir un poco egoísta.

—No fuiste egoísta, fui yo la cobarde que quiso huir porque le aterraba lo que sentía.

Sonrió y se soltó de mi agarre para levantarse, tomó su bandeja y yo hice lo mismo con la mía. Una vez llegamos a la cocina, dejó su bandeja en el lavabo, yo dejé la mía a un lado y la vi acercándose a mí.

—¿Puedo abrazarte?—preguntó viéndome a los ojos.

Ni siquiera le respondí y la acogí entre mis brazos con fuerza. La diferencia de estatura entre nosotras es muy notoria, y eso me agrada en ella, porque la hace ver muy adorable.

Hundió su cabeza en mi pecho mientras yo acariciaba su cabello, hasta que la oí sollozar. Me separé de ella con delicadeza y la miré, caían lágrimas por sus mejillas.

—¿Qué pasa?—pregunté con preocupación en mi voz.

—Es que han pasado tantas cosas en tan poco tiempo, siento demasiado, soy una persona inestable, sobrepienso todo y... hace mucho no me sentía querida.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora