Capítulo 22: Perdón.

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|Jiyeong|

Luego de todo lo que me dijo Saebyeok, ya sólo me quedaba aceptar que jamás nos llevaríamos bien. Hasta me admitió que no quería mi compañía, y a decir verdad, me sentí muy mal por sus palabras y muy herida, porque recordé la cantidad de veces que había oído eso antes, de otras personas.

Me encontraba en mi habitación desde hace un largo rato, no pude responderle nada. Quería estar sola y tener un momento conmigo misma para poder pensar.

(...)

Pasaron unas cuantas horas. Me encontraba sentada en el sofá de la sala de estar viendo una revista de moda, pero apenas sentí los pasos de Sae, y al verla entrar, me quise levantar, pero oí su voz.

—No es necesario que te vayas—dijo ella.

—Dijiste que no querías mi compañía.

—Oye... yo... lo siento, sé que fui muy dura contigo y... no merecías que te tratara así, actué como una tonta—dijo nerviosa, sentándose a mi lado pero manteniendo distancia.

No le respondí, sólo seguí viendo mi revista.

—¿Me perdonas?—preguntó.

La ignoré.

—Dime algo, por favor—insistió.

—Si, actuaste como una tonta—dije finalmente, sin quitar la mirada de mi revista.

—Espero que puedas perdonarme.

Nuevamente me quedé en silencio.

|Saebyeok|

Lo pensé mucho y en serio quería que ella me perdonara. Estaba muy arrepentida por cómo la traté. Ella no tenía porqué aguantar que alguien le hable así en su propia casa, como tampoco tenía que estar llevándose ella el mal rato por todo lo que estaba pasando en mi cabeza.

Jiyeong estaba en silencio ojeando su revista, y yo ya estaba algo cansada por el trabajo que había tenido hoy.

Luego de las pocas palabras que nos dirigimos, cerré mis ojos por un momento, pero los abrí al instante al sentir como Jiyeong apoyaba sus pies sobre mis piernas.

—¿Estás cómoda?—pregunté viéndola.

Ella no me miraba, sólo mantenía silencio. No sabía qué pretendía.

—Jiyeong, tienes los calcetines sucios—volví a hablar pero ella no le dio importancia.

Se acomodó mejor, apoyando su cabeza en el respaldo del sofá.

—Si crees que te haré un masaje, estás equivocada—hablé nuevamente.

—No quiero eso, sólo me estoy relajando—respondió.

—Por último ponte zapatos, te vas a enfermar y ya te conozco resfriada, además no quiero ser tu enfermera.

No me respondió, pero ya no le di más importancia y volví a cerrar mis ojos. Minutos después, al abrirlos, noté que ella también tenía sus ojos cerrados, así que intenté no hacer ningún tipo de ruido y me levanté cuidadosamente, quitando sus pies que aún estaban sobre mis piernas. Al parecer ya estaba profundamente dormida, porque no me sintió hacerlo.

Me quedé mirándola por unos segundos, arrepentida y aún sintiéndome como una idiota. Sonreí inconscientemente al notar que ella lucía tan dulce de esa manera que tampoco quise molestarla. Sólo fui en busca de una manta para taparla, ya que no llevaba zapatos y era cierto, yo no quería que se resfriara, además hacía mucho frío.

—¿Sae?—dijo al sentir la manta sobre ella, acabó despertándose de todos modos, por más que intentara ser cuidadosa.

—Siento despertarte, pensé que podías tener frío.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora