Capítulo 28: Quiero estar para ti.

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|Saebyeok|

Una vez nos separamos del beso, ambas sonreímos. «Cuanto me encanta tu sonrisa, Jiyeong», pensé.

—¿Estás lista?—me preguntó.

—¿Lista para qué?

—Para ir a la piscina—comenzó a reír.

Yo debía estar tan roja como un tomate de la vergüenza.

—¿En qué estabas pensando?—volvió a preguntar.

—En nada, olvídalo.

—Dime, odio quedarme con la duda.

«Si te lo digo te vas a reír o pensarás algo completamente erróneo de mi», dije en mi cabeza. Obvio que no le diría.

—Sólo olvídalo—respondí.

Hizo un puchero con sus labios, pero eso no funcionaría.

—Buen intento pero no te diré.

—Pero...

—Si sigues insistiendo no me meteré a la piscina contigo—la interrumpí.

—Está bien—respondió desanimada.

Jiyeong me entregó una toalla y tomó otra para ella. Finalmente, bajamos a la piscina.

Ella se dio un chapuzón apenas llegamos, lo que me hizo reír. Y por otro lado, yo bajaba las escaleras lentamente. El agua estaba perfecta ya que es una piscina temperada.

—¡Apresúrate, anciana!—dijo ella.

—¿Cómo me llamaste?

—Anciana.

—¿Ah, si?—una vez dentro, comencé a salpicarle agua con mis manos.

Ella me imitó y comenzamos un juego. Nos dábamos chapuzones y nadábamos, estábamos pasándolo muy bien. Jiyeong estaba contenta y yo también por verla así, por estar a su lado, riendo junto a ella.

Me senté al borde de la piscina para descansar y Jiyeong comenzó a nadar acercándose a mí, se sentó a mi lado y me dedicó una sonrisa.

—Oye, estaba recordando la vez que bromeé con que quería besarte, estábamos en la cocina y yo casi resbalo—dijo riendo.

—Lo recuerdo.

—Esa vez subí molesta a mi habitación, porque en realidad si quería hacerlo.

—También quise besarte—admití.

—¿Y por qué no lo hiciste?—preguntó mirándome.

—Porque no me atreví, tú estabas molesta y pensé que te enfadarías más conmigo, que sería extraño y que luego me odiarías mucho más.

—O tal vez no.

—No tenía cómo saberlo, eras tan insoportable, molesta y...

—Detente, ya todos sabemos que actuaba como una idiota contigo—rió.

—Ambas lo fuimos.

Tomé su mano que descansaba en su pierna, ella levantó la vista hacia mí.

—¿Sabes algo? He aprendido tanto de ti, sólo observando—dije viéndola.

—¿Cómo?

—Aunque no lo creas, me fijo mucho en los detalles, conozco tus tics, tus muecas, los gestos que haces al hablar o cuando te disgusta algo, sé hasta cuál es tu color favorito, todo eso lo aprendí sin necesidad de hablarte, porque me llamabas la atención y estaba al pendiente de ti todo el tiempo, porque tampoco te podía sacar de mi cabeza, aunque fueras... bueno, ya sabes como eras—reí.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora