Capítulo 31: Castillo.

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|Jiyeong|

A la mañana siguiente logré despertarme temprano para poder desayunar con Sae. Sabía que la había preocupado un montón por lo que pasó el día de ayer, pero no podía ocultar lo mal que me sentía. Por otro lado, agradecía inmensamente tenerla, sé que nunca me va a juzgar y que puedo confiar en ella.

Ya me encontraba en la cocina preparando nuestro desayuno, rato después oí un ruido que provenía de la entrada, supuse que Sae había llegado, así que puse el agua que ya había hervido en las tazas.

A los segundos, sentí unos brazos rodearme y como ella me abrazaba por detrás, sin antes hacerme saltar del susto.

—Siento haberte asustado, buenos días—susurró en mi oído, haciendo que una corriente recorriera mi cuerpo. Dejó un beso en mi mejilla.

—Que linda manera de empezar el día—me volteé para quedar frente a ella.

—Si, con un susto—ambas reímos por su comentario.

Me puse de puntitas y le di un beso corto en los labios.

—El desayuno está listo—dije cuando nos separamos.

—Mi desayuno también—la oí decir con picardía.

No sabía si de verdad la había escuchado decir eso, por lo que me sonrojé al instante.

—¿Qué dijiste?—reí.

—Nada, olvídalo—sacudió su cabeza y se alejó de mí para tomar su bandeja, hice lo mismo y la seguí hacia el comedor.

—Repítelo.

—No lo haré.

Ella se sentó dejando la bandeja en la mesa y yo me senté a su lado.

—Dime—insistí.

—No, y cambiando de tema ¿qué piensas hacer mañana?

Mañana era el día de mi cumpleaños, pero no recordaba habérselo dicho a Sae. De hecho, no quería celebrarlo y me daba totalmente igual. Preferí fingir que no sabía a lo que se refería.

—Creo que nada ¿por qué?

—Sólo preguntaba—respondió.

Y la verdad es que su pregunta me pareció curiosa, sólo esperaba que no tramara nada.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos mientras comíamos, hasta que algo vino a mi cabeza, de paso cambiaba el tema.

—Oye, me parece un poco injusto que tú conozcas mi casa al derecho y al revés y yo no sepa ni dónde vives—dejé la taza a un lado, ya había terminado de beber mi café.

Se quedó callada y bajó la mirada, como si le hubiese molestado lo que había dicho.

—¿Dije algo malo?—pregunté.

—No, es sólo que mi casa no está ubicada en un buen lugar, por las noches es un poco peligroso y además... no es un castillo, como esto.

—Esto no es un castillo y...

—Jiyeong, no digas nada, no podrías comparar mi casa con la tuya, afuera tienes un gran estacionamiento, tienes hasta un chofer personal, tres autos, una piscina enorme, sin dejar de lado todas la habitaciones, una sala de cine, otra de juegos, gimnasio y podría continuar—me interrumpió.

Su voz sonaba extraña, efectivamente le incomodó lo que le había dicho, pero no pensé que reaccionaría así.

—Lo siento si te hice sentir mal—dije luego de quedarme un rato en silencio, me había dejado sin palabras.

—No, yo lo siento, no debí responderte así, sólo hiciste un comentario.

Puso la silla vuelta hacia mí y tomó mis manos.

—¿Pero sabes? Te besaría en cada rincón de esta maldita casa—dijo viéndome a los ojos.

—No acabarías nunca.

—Esa es la idea—se acercó más a mí para besarme.

|Saebyeok|

Pasó un largo rato desde que desayunamos y ya había acabado con mi primera tarea, así que me dejé caer en el sofá, al lado de Jiyeong algo cansada.

El comentario que ella hizo esta mañana acerca de no conocer mi casa no me enfadó, pero no me gustaría que lo hiciera. La verdadera razón, es porque me da un poco de vergüenza, sé que no debería ser así, pero está acostumbrada a los lujos y pienso que no sería un buen lugar para ella, además de ser peligroso, mis vecinos podrían mirarla extraño y hacerla sentir incómoda.

A veces me gustaría poder estar a su altura, y sé que lo material no es lo más importante, pero de vez en cuando quisiera poder hacerle regalos, llevarla a los lugares que ella quiera y darle en el gusto en lo que sea.

Un sonido me distrajo de mis pensamientos, era mi timbre de llamada. Me levanté del sofá viendo en la pantalla el nombre de la señora Minying, así que me alejé de la sala de estar para que Jiyeong no oyera, supuse que me llamaba por el tema de su cumpleaños. Una vez lejos de ella, contesté.

—Señora Minying, hola.

—¡Hola, Saebyeok! Te llamaba porque tengo algunos invitados confirmados para mañana, contraté a algunas personas que ayudaran con la comida y preparativos...

Ella continuaba hablando pero yo no le prestaba mucha atención a lo que me decía. Seguía pensando en que tal vez a Jiyeong no le gustará esto, no tenía cómo saberlo y tampoco le preguntaría, arruinaría la sorpresa de su madre. Ella se oía muy entusiasmada, pero si tan sólo supiera cómo ha estado su hija este último tiempo, realmente no se le pasaría por la cabeza hacer una fiesta.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora