Capítulo 16: Notas.

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|Jiyeong|

Mi madre se despidió de ambas para ir a su trabajo, yo pedí a Saebyeok que me dejara sola para vestirme. Pero mi verdadera molestia es que si pudiera tener mi habitación bajo tres candados, de verdad lo haría. Todo está aquí, escrituras, notas, fotografías, todo lo que desearía que nadie tocara.

Cuando acabé con todo lo que debía hacer, intenté ocultar algunas fotos, cartas y notas más privadas en una caja con seguro debajo de la cama. Guardé la llave en mi bolsillo del pantalón y bajé a desayunar. Saebyeok ya estaba en el comedor, pero yo no quería estar cerca de ella, hoy no quería su compañía, ni mucho menos desayunar con ella o que me hable.

Me miró por unos segundos cuando entré, pero suspiré y me devolví. Caminé a paso rápido para ir afuera, me dirigí al estacionamiento en busca de mi chofer.

—¿Cómo está la princesa de la casa?—dijo él apenas me vio.

—Con mucha hambre, no he desayunado, así que estaba pensando... ¿crees que me puedas llevar a una cafetería y luego de compras?—hice mirada de cachorrito, sólo esperaba una buena respuesta.

—Está bien, pero tengo una condición.

—Claro, dime.

—Tampoco he desayunado así que tendrás que soportarme como compañero.

—Eso será complicado—mentí, obviamente no era molestia para mí pasar tiempo con él.

—Entonces olvídalo—dijo haciéndose el ofendido.

Eran típicos juegos de nosotros, comenzamos a reír y me abrió la puerta para subir al auto.

Me incomodaba la idea de dejar mi habitación a manos de Sae, más el hecho de estar dejándola sola, pero necesitaba salir a despejarme, habían sido días muy extraños y necesitaba salir.

|Saebyeok|

Había terminado de desayunar. Desde la ventana vi a Jiyeong salir con su chofer y eso sería mucho mejor para mi, así podría hacer mi trabajo tranquila, sin ella revoloteando cerca de mí.

Subí a su habitación, había dejado su cama desordenada y a decir verdad, no había un desastre tan grande como el que tenía la señora Minying.

Comencé recogiendo y dejando de lado algunas cosas que pertenecían a la cocina, colgué en los percheros algo de ropa y otra la puse ordenada en algunos cajones.

Al igual que su madre, Jiyeong tenía perfumes y unas cuantas joyas de valor, zapatos y prendas de marcas conocidas, pero lo que llamó mi atención fue un rincón donde tenía algunos recuerdos de países que había visitado y otros viajes que ha hecho, cada objeto tenía su fecha y nombre del sitio. Era realmente hermoso, debía ser genial viajar tanto, conocer lugares y vivir diversas experiencias.

Cuando quité algunas cosas que estaban debajo de la cama, noté una cajita con seguro. Tampoco quería entrar tanto en su privacidad, pues a mí no me agradaría que alguien a quien conozco muy poco esté en mi habitación tocando todas mis cosas. Sólo dejé la cajita en el mismo lugar y recogí lo que había alrededor.

(...)

Llevaba un largo rato en su habitación, ya había recogido todo lo que estaba en el suelo y había pasado la aspiradora. Ahora me encontraba quitándole el polvo a sus fotografías, adornos y estanterías, cuando noté que bajo la lamparita de noche había algo que a simple vista parecía una pila de fotos, las cuales tomé para poder limpiar aquel espacio, pero mi curiosidad fue más grande.

En la primera fotografía aparecía Jiyeong con muchas personas, noté que uno de ellos era el chico de ayer, así que supuse que eran amigos. Dejé la foto a un lado y vi la otra, Jiyeong salía sola, estaba sentada con un helado en la mano y con una linda sonrisa. Era una imagen muy hermosa, lo que me hizo pensar en que jamás la he visto sonreír, pero de verdad, de felicidad, desde que pisé esta casa por primera vez jamás la he visto... feliz.

Suspiré y al igual que la anterior foto, la dejé a un lado. Pero me di cuenta que ya no habían más, lo demás eran un montón de notas, demasiadas.

Miré por la ventana para asegurarme de que no hayan llegado y leí la primera nota.

"¿Alguna vez encontraré la salida de este laberinto en el que me encuentro? Porque si la respuesta es no ¿para qué insisto en intentar sentirme bien?"

Tomé las demás notas. Sabía que no era bueno lo que estaba haciendo, pero quería entrar un poco en el mundo de Jiyeong, saber lo que piensa, lo que siente. Y sabía que esta no era la manera correcta de hacerlo, pero ella nunca compartiría algo conmigo, tampoco tiene la obligación de hacerlo, no somos amigas.

Las siguientes notas me hicieron sentir algo en el pecho, ella la estaba pasando realmente mal, me provocó hasta un leve dolor de estómago.

"Papá, donde sea que estés, por favor déjame descansar, he tenido suficiente, estoy desesperada".

Luego las siguientes:

"Ya estoy harta de sentir que no encajo, de sentir que no valgo, de no sentirme capaz, de sentirme sola... ¿cuánto tiempo más tendré que soportar(me)?"

"Si yo me fuera ¿a alguien le importaría? ¿alguien lloraría por mí?"

¿Acaso ella quería morir?

Mi corazón latía rápido, sentí un nudo en mi garganta, me costaba hasta tragar, no podía siquiera pensar en algo así.

El ruido de la puerta principal me hizo reaccionar rápidamente. Iba a dejar las notas y las fotografías tal cual estaban, pero se resbalaron de mis manos, causando que todo cayera al suelo. Las recogí rápidamente y dejé en el lugar donde se encontraban.

|Jiyeong|

Luego de nuestra salida volvimos a casa con todas las compras que había hecho. Quise que nuestro paseo no fuera tan largo y traté de tardarme lo menos posible, ya que sólo pensar en que Sae encuentre algo muy personal me hacía poner de los nervios, pero según yo, había dejado todas mis notas privadas en la cajita. La llave aún seguía en mi bolsillo del pantalón y supuse que no se encontraría con nada que me pudiera poner en una situación incómoda.

Mi chofer abrió la puerta principal y dejé todas las bolsas que traía en el sofá. Subí las escaleras rápidamente para ir a mi habitación, sólo quería asegurarme de que todo estuviera bien.

Ella estaba de espalda, sacudiendo el marco de la ventana. Miré cada rincón de mi habitación, lucía muy bien, estaba limpia y ordenada. Sae se volteó por un instante a verme y continuó en lo que estaba.

Entré en busca del cargador de mi celular que se encontraba sobre la mesita de noche, y me di cuenta que las notas que estaban bajo mi lámpara estaban en distinto orden en el que yo las había dejado, es más, había olvidado que las tenía ahí.

«Maldición, Jiyeong, no guardaste todas las notas», dije en mi cabeza.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora