Capítulo 37: De compras.

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|Jiyeong|

Sabía que uno de los sueños de Sae era que su arte fuera conocido, lograr expresarse a través de sus creaciones y transmitir todo lo que no se ha atrevido a decir en voz alta, con palabras. Es por eso que quise hacerle este regalo, y es que no hay cosa que me haría más feliz que verla triunfar, sabía que lograría grandes cosas.

Sae miraba el precio de los materiales de vez en cuando y noté que sacó unas pinturas que venían solamente seis colores en la caja y las metió en el carrito de compras, yo miré otras que estaban al lado y saqué las que había tomado Sae para cambiarlas. Al ver mi acción detuvo su paso.

—En esa caja vienen muchos más colores y son de mejor calidad—le dije sonriendo.

—¿Ya les viste el precio?

—No, no quiero saberlo y te dije que tú tampoco lo hicieras.

—No me quiero aprovechar de ti—me miró con tristeza.

—No lo estás haciendo, además... oh, mira esas acuarelas—las señalé con mi dedo y mientras ella las miraba saqué un pack donde venían pinceles de todos los tamaños.

—Jiyeong, basta.

—Son muy lindas, ya me imaginé un cuadro tuyo de acuarelas.

—El carrito está lleno, ya no...

—Oh, tienes tazón, voy por otro—la interrumpí.

Ella dijo mi nombre pero la ignoré. No me molestaba en lo absoluto gastar mi dinero en esto, era algo que a ella le serviría demasiado. Además, yo podía y tenía ganas de dárselo, me daba igual cuantas veces me dijera que no.

Cuando regresé, Sae se encontraba viendo un soporte de pintura tipo caballete, me acerqué a ella.

—¿Te gusta?—le pregunté.

—No...

—Sólo me lo dices para que no lo compre, pero tómalo, es tuyo.

—Ese es el último que nos queda en la tienda—dijo una de las vendedoras acercándose a nosotras.

—¿Ya ves?—volví a hablar.

El soporte era enorme y pesado, así que con la ayuda de la vendedora logramos subirlo al carrito.

—Creo que es suficiente, Jiyeong—dijo Sae.

—¿Segura?

—Más que segura.

—Bueno, entonces vamos a pagar.

Al oír el costo de todo lo que llevábamos, Sae insistió en que no lo hiciera pero me dio igual. Saqué mi tarjeta y pagué.

—¿Ya quieres irte? Porque nos podríamos tomar algo, un café o lo que quieras, hace mucho frío—dije cuando salimos.

—No, ya me quiero ir, no puedes seguir gastando tu dinero así como así.

—No lo entiendes, me da igual.

—Pero a mí no, hasta me hace sentir mal que hagas esto.

—¿Por qué?

Se quedó en silencio y a los segundos habló, cabizbaja.

—Porque no puedo devolverte el dinero o hacer lo mismo por ti.

—No te estoy pidiendo nada a cambio, lo hice porque quise—respondí.

—Sólo llama a tu chofer para que nos venga a buscar.

Sabía lo que ella podía estar sintiendo, pero era cierto, yo no quería nada a cambio, me hacía feliz poder estar haciendo esto por ella.

(...)

La espera fue muy silenciosa. Estábamos sentadas fuera de la tienda con ambos carritos de compra. Mi chofer nos ayudó a subir todo a la parte trasera del auto y condujo de vuelta hasta mi casa.

Bajamos las bolsas y cosas más pesadas para luego llevarlas a la habitación donde Sae se ha quedado en otras ocasiones. Hasta que una idea vino a mi cabeza de repente.

—Te propongo algo—dije llamando su atención.

Ella dejó de ordenar las cosas y se volteó a verme.

—Como sé que esto es demasiado, podríamos dejar esta habitación como un espacio sólo para ti, donde puedas venir a pintar, dibujar o lo que quieras hacer con él, será tuyo.

—De todos modos no puedo llevarme todo esto a mi casa, Jiyeong ¿no piensas que ya has hecho demasiado?—dijo acercándose a mí.

—No es nada comparado a todo lo que podría hacer por ti—sonreí.

—Siento mucho no haberte agradecido en el centro comercial, es que no quería que gastaras tanto dinero en mí y además en cosas caras, pero lo hago ahora... gracias, no tienes idea lo que siento en este momento, no sé de qué manera agradecerte.

—No necesitas hacer nada y no espero nada a cambio, así que deja de decir eso.

—Pero de todos modos, sé que algún día podré hacerlo—sonrió tomando mi mano.

Se agachó un poco y me besó. Subió sus manos a mi cara profundizando el beso y al separarnos, juntamos nuestras frentes, ambas sonriéndonos.

—Deberíamos seguir ordenando, ya será hora de que me vaya—dijo ella.

Así hicimos. Finalmente dejamos la habitación como un espacio único para Sae, y al ser amplia, la cama no sería una molestia, de hecho todo quedó bastante bien y ordenado.

(...)

Se acercaba la hora de que Sae vuelva a su casa, así que decidimos comer algo juntas antes. Nos encontrábamos en la cocina preparándonos algo, y en un momento, mientras sacaba las tazas, sentí como Sae me rodeaba con sus brazos, abrazándome por detrás. Dejó un beso en mi mejilla y me volteé para quedar frente a ella.

—Gracias, otra vez—susurró cerca de mis labios.

—No hay de qué—sonreí.

Ella me tomó de la cintura, acercándome más a su cuerpo y uniendo nuestros labios, pero nos separamos de golpe cuando sentimos un ruido.

Mi madre se encontraba en la puerta de la cocina.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora