Capítulo 30: Siempre vas a estar segura.

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|Saebyeok|

Tomé la navaja en mis manos y mi corazón comenzó a latir rápidamente. Sentí unos pasos y me volteé, viendo a Jiyeong parada en la puerta sin expresión en su rostro.

—¿Qué hacía esto bajo tu almohada?—pregunté intentado no sonar alterada.

—Dámela—intentó arrebatármela de las manos pero no se lo permití. Levanté mi brazo para dejarla en alto, obviamente ella no la alcanzaría.

—¿Me puedes decir por qué esto estaba ahí?

Su rostro cambió completamente, se tapó la cara con ambas manos, se sentó en la cama y comenzó a llorar. Mi corazón estaba que se salía de mi cuerpo por el temor que estaba sintiendo y por verla de esa manera.

Dejé la navaja en la mesita de noche y me senté a su lado acariciando su espalda. No quería agobiarla con preguntas, pero estaba muy preocupada por ella. No la dejaría sola.

Lloraba desesperada. Su cabello tapaba su cara y no me permitía verla, así que puse un mechón detrás de su oreja y le acaricié la mejilla. Con mi mano la tomé de la barbilla e hice que me mirara a los ojos. Me rompía el corazón el simple hecho de verla en ese estado, no podía imaginar lo que ella estaba sintiendo, pero sabía que era dolor, eso por sobre todas las cosas.

—Estoy aquí, puedes decirme lo que te está pasando, yo no te voy a juzgar—llevé ambas manos a su rostro y con mis dedos pulgares sequé sus lágrimas.

Ella mantuvo silencio, no podía parar de llorar.

—Sólo respóndeme esto, si quieres sólo mueve la cabeza, pero necesito saber si tú... ¿te hiciste daño?—pregunté temiendo su respuesta.

Ella negó con la cabeza y eso me dejó un poco más aliviada. La atraje más a mí y la abracé, ella hundió su cabeza en mi pecho mientras sollozaba.

—Jiyeong, mientras te tenga entre mis brazos siempre vas a estar segura—susurré.

Nos quedamos abrazadas por un largo rato. Ambas estábamos acostadas en su cama, yo rodeando su cadera con mi brazo derecho y ella con su cabeza apoyada en mi pecho, no sabía en qué momento se había quedado dormida, pero yo no podía, no con tantas cosas pasando por mi mente, así que solo miraba el techo o cualquier punto de la habitación pensando en todo lo que había pasado esta mañana. El día estaba frío y su calor corporal me agradaba, así que podría quedarme por mucho tiempo más aquí con ella.

Ya era hora de comer y yo no había realizado ninguna tarea del día de hoy, y es que sentía que lo más importante en este momento era Jiyeong.

Me moví un poco para quitar mi brazo, llevaba mucho rato en la misma posición y comenzaba a doler, en eso Jiyeong se despertó.

—Sigues aquí—dijo ella.

—No te iba a dejar sola—le di un beso en la frente.

Me separé de ella y me senté en la cama llevándome las manos a los ojos. A los segundos vi que ella también se había sentado.

—Quise hacerme daño, pero hasta para eso soy una cobarde—la oí decir.

Me levanté y caminé al lado de la cama donde ella estaba sentada, quedando frente a frente.

—Pero tranquila, no lo haré—continuó hablando.

—No digas que eres una cobarde, hasta el momento me has demostrado lo fuerte y valiente que eres, sé que todo lo que pasaste ha sido difícil para ti, pero en serio puedes, y aquí estaré para lo que necesites—dije tomando sus manos.

—Gracias—me miró a los ojos.

Ella ya se veía un poco más tranquila, pero aún así, estaría atenta y no la dejaría sola.

Te odio a millones |Jibyeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora