CAP 26

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—Como sabemos que dar dos estilos opuestos a la vez puede llegar a confundiros, Johnny y yo hemos decidido entrenar por separado—informó Daniel.

—Eagle Fang entrenará en la entrada y Miyagui Do aquí—dijo Johnny para luego comenzar a caminar hacia la entrada seguido por los demás.

Mientras caminábamos, miré a Eli quien se encontraba muy callado.

—¿Estás bien?—le pregunté.

—Sí, no te preocupes—contestó dedicándome una sonrisa que se veía más bien forzada para luego darme un corto beso.

Le sonreí no muy convencida.

Fuimos con el resto donde Johnny nos miró a todos antes de hablar.

—Halcón, tú eres nuevo en Eagle Fang—mencionó el sensei—. Ven.

—Sí, sensei—dijo Halcón pasando al frente.

El sensei le hizo una barrida tirándolo al suelo.

Lo miré algo confundida.

—Hoy practicaremos las barridas: con Halcón—anunció Johnny.

Oh no.

Eso me incluía a mí, ¿verdad?

—Oye, sensei—intervino Eli—. Sé que fui un idiota, pero en verdad lo siento.

—Pues demuéstralo—respondió el sensei—. Tn empiezas tú.

Lo miré incrédula.

—¿Por qué yo?—me quejé.

—¿Tienes algún problema en golpear a tú novio?—cuestionó el sensei.

—Parece que sí—respondí.

—Recuerda que te puso los cuernos con la niña esa—recordó—. Y que te llamó puta.

Miré mal al sensei e hice lo que me pidió.

Quizá me pasé un poquito.

—¡Siguiente!—llamó el sensei.

Empezaron a hacerle barridas a Halcón.

—¡Bien! ¡En el estómago!—exclamó el sensei.

Puse una mueca al ver cómo lo golpeaban.

—¿No crees que se está pasando un poco?—le susurré a Miguel.

—Creo que un poco sí—dijo de la misma manera.

—¡Dale en la cara!—exclamó Johnny—. ¿¡Eres imbécil!? ¡No le des ahí!

—Al final no vais a poder tener hijos—dijo Miguel por el lugar en el que habían golpeado a Eli.

—Johnny,¿ podemos hablar un momento?—le preguntó Daniel

—Sí—miró a Eli—. Recupérate.

Me acerqué a mi novio.

—Qué bien que sigas vivo—le dije divertida. Él puso una mueca.

—Iré a beber agua—dijo.

Asentí para después volver con Miguel.

—¿De qué crees que estarán hablando los senseis?—me preguntó Miguel.

—Seguramente LaRusso se esté quejando de los gritos del sensei—respondí.

—Vamos a acercarnos—dijo tirando de mi brazo.

Nos pusimos al lado de una de las paredes de la caseta para poder escuchar sin que nos vieran.

𝐌𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚 𝐦𝐢 "𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨" || 𝐄𝐥𝐢 𝐌𝐨𝐬𝐤𝐨𝐰𝐢𝐭𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora